Los actores Alberto González y Luis Ángel Batista comentan su relación de pareja en la telenovela cubana

Ya casi al finalizar está la telenovela Latidos compartidos, cuyos adeptos se han mantenido de principio a fin, son varios los romances y las intrigas, pero uno de los amores que más ha llamado la atención es el de Rogelio y Fabián. El primero encarnado por el ahora artemiseño Alberto González Corona y el segundo por el holguinero Luis Ángel Batista Bruzón.

Alberto es una de las caras nuevas que ha presentado el espacio telenovelas, como ya viene sucediendo hace ya algunas emisiones. A diferencia de Luis, él estudió Técnico Medio en Contabilidad, pero se acercó a la actuación por su interés en el arte teatral. Para instituirse como actor tuvo que pasar dos años en el teatro, hacer tres protagónicos y cinco secundarios.

Esta es la segunda vez que aparece ante cámaras, pero es el primer personaje principal al que se enfrenta en la TV. El anterior fue un pequeño papel en la novela Aquí estamos. Relata que es diferente trabajar frente a cámaras:

“Me puse muy nervioso al hacer mi primer papel. Fue una de las peores experiencias de mi vida como actor”, cuenta Alberto, para quien “el teatro es la madre. Hace más de dos años que no hago teatro y me muero de los deseos de hacerlo”.

Luis Ángel es bastante conocido en la televisión. Recientemente pudo vérsele como delincuente en la serie Tras la huella. Es graduado de la Escuela Nacional de Arte y el Instituto Superior de Arte, de donde egresó siendo Licenciado en actuación. Ha incursionado también en el teatro:

“Yo conocí a Alberto en una obra que él tenía en el Bertolt Brecht, “La Mandrágora” y después salimos en grupo a una fiesta. ¡Quién iba a decir que íbamos a trabajar juntos después!”.

¿Cómo surgió la idea de interpretar los personajes en Latidos compartidos? ¿Tuvieron que hacer castings?

Luis A.: Inicialmente mi personaje lo iba a hacer Yaser Vilar. Yo había hecho casting y por ahí pasó mucha gente, pero nunca me propuse hacer Fabián. Para finales de año, estaba trabajando de Jefe de Recursos Humanos en una oficina, porque en la vida lo importante es trabajar; entonces la asistente de dirección me llamó dijo que pasara a ver a los directores, pues ellos tenían un papel para mí.

Me plantearon que haría el personaje de Fabián, un chef homosexual. Yo enseguida me puse a estudiar el personaje a través del guion, para descubrir quién era en realidad ese ser humano.

Felo Ruíz, el co-director, me preguntó si tenía algún problema con hacer de homosexual y respondí que el actor no debe tener ningún problema para realizar cualquier tipo de personaje.

Albertico me llamó ese mismo día, me preguntó si me acordaba de él y nos pusimos de acuerdo en los ensayos para trabajar los personajes juntos. Aprovechábamos al máximo los ensayos. Empezamos a desintoxicar el guion de recursos que nos parecía innecesarios como los amaneramientos, los clichés visuales y gestos o acciones que estaban de más cuando ya estaba claro el mensaje.

Quisimos resaltar que existen dos seres humanos que se aman, que la gente les creyeran a nivel de sentimiento. La mirada es importante, así que los trabajamos a nivel visual. Creímos en lo que estábamos haciendo.

Alberto: Yo nunca hice casting para Rogelio, sino para Maikel Junior, Darío (que en un principio se llamaba Daniel), Miguelito y otros. Fue uno de los castings más intensos de mi vida. Estuve yendo ahí alrededor de tres semanas.

El primer día fui a recoger las cosas y me dieron ocho escenas. Cogí la escena de los gays y pensé en si quería entrar en la televisión cubana con un papel de homosexual. Entonces decidí que ese no me lo iba a estudiar para nada. Una semana estuve estudiándome los guiones.

Ese día llegué a las diez de la mañana y ya todo el mundo estaba ahí. Yo llegué tarde. Todos los actores jóvenes que estaban querían hacer la escena de los gays.

Enseguida pensé en dejar que ellos se fajaran por esos papeles y así me quedaba el camino libre para los otros. Leo Benítez, que tenía el número cuatro de la lista, me pide que lo ayude con una escena. Cuando le pregunto cuál era la escena, me respondió: “Asere, la de los gays”. Le dije que no me había estudiado esa escena, pero así mismo lo ayudé.

Desde ese momento solo me llamaron para Rogelio. Yo quería que me llamaran para los otros y solo me pedían que hiciera Rogelio. ¡Tenía tanto miedo de empezar en la TV con un personaje de homosexual!

¿Tuvieron apoyo para hacerlo?

Luis A. y Alberto: Felo nos ayudó mucho. Él nos planteó el camino por donde deberían ir los personajes.

¿Cuál fue el momento más difícil del trabajo?

Alberto: Para mí fue una suerte trabajar con Luis Ángel. Como era mi primera vez en televisión, me ponía muy nervioso. Teníamos que hacer una escena complicada y yo estaba tenso. Antes de decir acción, Luis Ángel hace como que me va a dar un beso y aquello me causó tanta risa que no podía parar de reír. Eso me hizo relajarme. Somos dos actores interpretando a dos personajes que son homosexuales, pero en ese momento éramos Rogelio y Fabián jugando. Así lo asumí yo.

Nuestro arte es muy bonito. Incluso nosotros, que somos heterosexuales, respetamos a los homosexuales y bisexuales que están lejos de nuestra personalidad real y de nuestros gustos, pero nos metemos en la piel de esos personajes para construir otro ser humano.

Luis A.: Originalmente había escenas escritas donde había un intercambio físico y nosotros decidimos eliminar eso por la razón que antes explicábamos de que no era necesario.

¿Qué criterios tienen acerca de la homosexualidad y la transexualidad?

Alberto: Ningún ser humano debe pensar en cómo debe ser otro ser humano, simplemente aceptarlos como sean. El homosexual que nosotros interpretamos lo hicimos así porque lo concebimos así y el escritor y los directores lo concibieron así. Lo importante es que sean buenas personas y que la sociedad se abra un poco a ellos. Se debe valorar a las personas por su alma y su calidad humana. Rogelio es una buena persona.

Luis A.: Me resultan muy interesantes los personajes tipo y uno de los grandes personajes es el homosexual extrovertido, ocurrente, de quien uno puede caracterizar incluso la voz o un gesto. Hay muchos que dicen que eso es muy fácil. Quizás es un poco más difícil hacer los que estamos haciendo nosotros.

Manuel Porto defiende el personaje del padre de Rogelio. ¿Qué creen de la homofobia y la transfobia?

Luis A.: Yo no soy homofóbico para nada. Tengo grandes amigos homosexuales de toda la vida y transexuales también. Tengo un amigo transexual con quien trabajé en la película Viva. Sí he podido ver, a través de mis experiencias, que la gente todavía tiene fobia a los amaneramientos.

Alberto: Rogelio me cambió la mente. Ahora miro las cosas desde otro punto de vista. Pienso que sería más difícil interpretar a un asesino o un violador, es mucho más fuerte. Sin embargo, hacer de un homosexual repercute más, llama más la atención en esta sociedad. Todo el mundo sabe que Rogelio es gay, menos su papá.

¿Estuvo condicionada la profesión que ejercen los personajes por la preferencia sexual de ellos?

Luis A: Me di cuenta de esa particularidad en un momento del guion, pero homosexuales hay donde quiera.

¿Qué creen de los estereotipos? ¿Cómo perciben que enfrenta la TVC este tema y cómo piensan que debería hacerlo?

Luis A: Desde el punto de vista de los estereotipos, la profesión de estos dos hombres fue una propuesta interesante. Originalmente el guion tenía un momento cómico, donde Rogelio le da a Fabián una nalgada, pero nosotros creímos que eso sobraba.

Rogelio viene del campo y su papá también, donde hay un machismo evidente. Rogelio no es vulgar, no es amanerado. Fabián y Rogelio son hombres de cualquier parte del mundo, incluso tienen machismos. Hay escenas donde Mauricio intenta pasarse con Fabián y la respuesta de él es de hacerse respetar como cualquier hombre cubano haría. Ese Fabián a mí me resulta más agradable, él hace que el resto respete su mundo interior, su intimidad.

Alberto: No creo que el uso de los personajes homosexuales esté sobreexplotado en la TVC. La recreación de los personajes homosexuales en la televisión es algo normal. Los homosexuales existen en nuestra sociedad y hay que ponerlos.

Pero los escritores y el equipo de realización en general deben ser inteligentes para que no se sienta un rechazo. Como mismo puede pasar con el médico, el gerente o el carpintero, así mismo pasa con el homosexual.

Como nuestra sociedad está en un proceso de transformación aún, no se debe poner a dos homosexuales en una escena de amor íntima. La telenovela es uno de los espacios que más se ve en nuestro país y no podemos agredir al público, aunque tampoco creo que debamos hacer concesiones. Es un término medio entre ambos.

¿Quién es Rogelio y quién es Fabián?

Alberto: A diferencia de Fabián, Rogelio es súper fiel. Es fiel a todo, a su padre, a su pareja y a su profesión. Es un hombre sufrido porque las dos cosas que más ama en la vida las tiene por separado. Él siente felicidad por su profesión, porque le gusta cocinar, pero a la vez es sufrido. Ojalá que terminemos juntos los tres. Si pasa así va a ser un tipo con suerte. Si no, seguirá siendo sufrido. Rogelio es el amor puro.

Luis A.: Fabián es un hombre bisexual. Él tiene la capacidad de estar con una mujer. Ya ha vivido más, ha probado más. Sabe lo que realmente quiere, para él no es una necesidad estar con una mujer. Puede estar con una mujer que se le mete en la cabeza en una noche de locura, pero al otro día sabe que no es lo que quiere.

Cae en la historia de fly, porque no se cuenta mucho del pasado de él. Pero Fabián de cierta manera pasó por lo mismo que Rogelio. Quizás por eso está luchando por guiarlo todo el tiempo. Hay una escena en que se cuenta que su padre era un pelotero machista y cuando se entera de que su hijo es homosexual, también lo rechaza. Él es ese ser humano que ha vivido y lucha por las cosas que quiere.

¿Qué les pusieron de ustedes mismos a los personajes?

Luis A.: Le puse la verdad de la vida que tiene Fabián. Él plantea las cosas como son, como las ve. Su objetivo no es engañar, él siempre toma una decisión y va directo.

Alberto: Yo le puse mi alma. Trabajar con Porto fue uno de los mayores temores que enfrenté y aun así lo hice. Hubo una escena en la que yo tengo que ir al campo porque se muere mi madre, yo entro en la funeraria y abrazo a mi padre. Cuando yo lo abracé fue una mezcla de conexión y de imágenes que a uno le vienen a la cabeza como actor. Rogelio tiene un poco de mi alma.

¿Qué les ha transmitido el público?

Luis A.: Yo he descubierto que al público cubano le molesta más el amaneramiento, la visualidad de un personaje, que los homosexuales sean tan extrovertidos o planteen constantemente su interés sexual con personas ajenas a ellos. No es necesario plantear todo el tiempo tu deseo íntimo sexual. Molesta tanto como el heterosexual que manifiesta constantemente su inquietud sexual.

Sin embargo, el público ha tenido una excelente recepción. Los criterios más acertados nos los han dado las personas en la calle; son capaces de señalarte un error o algo que les ha gustado mucho. Nos han felicitado y resaltado que Rogelio y Fabián tienen un amor muy bonito. No me canso de salir a la calle y que la gente me diga cosas preciosas, tanto del personaje como de la novela, porque me han hablado maravillas de la novela.

Alberto: Para nuestra felicidad, el público no ve al “pájaro”. Ellos ven al ser humano, al hombre que está entre la espada y la pared, que no quiere hacer sufrir a su padre, pero ama muchísimo y no quiere perder a su pareja.

Ayer cogí una botella en un tractor con un hombre que me felicitaba por el logro del personaje. Para uno el resultado es importantísimo.

Últimas palabras

Luis A.: El actor debe tener en cuenta las circunstancias en las que vive. Uno tiene que coger una guagua, entrar a una tienda, pedir el último o hacer una cola. Interactúa directamente con la gente.

Algunas personas aún no tienen la capacidad de entender que uno es un actor que está haciendo un personaje. Las actrices son las que lo sufren más cuando hacen personajes muy revolucionarios; después en la calle ocurren situaciones de faltas de respeto.

Esos son temores que uno tiene al principio: la recepción del trabajo nuestro por el público, lo cual me interesa y donde estoy viviendo. Ojalá que esta telenovela nos traiga nuevos proyectos como actores.

Alberto: Agradecemos a Consuelo y a Felo, los directores, por haber creado esta obra y darnos la oportunidad de interpretar estos personajes. Tenemos una escena bastante complicada al final. Fue muy discutida hasta para intentar lograr un cierre más atrevido. Al final están en el estado en que deben estar ellos dos y no hay nada más bonito que eso.

 

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