El dominio de las técnicas dramatúrgicas es una condición primordial para lograr la eficiencia comunicativa en la TV

La dramaturgia ha sido entendida tradicionalmente como el estudio de las leyes del drama. Aunque tiene sus orígenes en el teatro griego, que impulsó notablemente su desarrollo, se ha adaptado a las diferentes etapas del desarrollo de la humanidad y adquirido nuevas dimensiones a partir del surgimiento del cine, la radio, la televisión y la Internet.

 

Aunque de modo tradicional las técnicas dramatúrgicas son asociadas estrictamente a los dramatizados, musicales y espectáculos de variedades, sus leyes y principios son aplicables también a otro tipo de programas. De esta manera, su conocimiento profundo posibilita lograr la efectividad comunicativa del producto audiovisual.

En el caso de los programas noticiosos, por ejemplo, estas estructuras permiten organizar mejor los contenidos, manejar las intensidades dramáticas, los niveles de expectativas y mantener los niveles de interés del espectador en la pantalla.

Contar con un buen guion no es garantía de excelencia en un producto televisivo, en tanto en él intervienen una serie de factores y aspectos que inciden notablemente en el resultado que vemos en pantalla.

La programación noticiosa va destinada a un público heterogéneo desde el punto de vista de la edad, el sexo y el nivel cultural.

Partiendo de ello, a juicio de Reinerio Flores: “es preferible emplear un lenguaje sencillo y claro al que tengan acceso tanto los más instruidos como los menos pues el objetivo es llegar a la mayor cantidad de público posible”. 1

El también especialista en medios masivos de difusión enfatiza que si es necesario repetir una idea en un programa noticioso de la TV, resulta imprescindible mostrar otro ángulo o arista del tema, en tanto ver lo mismo repetidamente provoca el rechazo de los televidentes.

Tanto los espacios informativos como los espectáculos de variedades, musicales y programas de bien público, deben lograr un concepto dramatúrgico de todos sus elementos: escenografía, luces, ambientación, tiros de cámara, fotografía y otros.

En este sentido, el dominio escénico del comunicador, así como su vestuario, dicción, entonación, cultura general, fluidez, seguridad, gestos y hasta su tipo de voz constituyen elementos que pueden potenciar o hacer decaer la eficiencia comunicativa de cualquier programa.

El estudio y aplicación coherente de las técnicas dramatúrgicas garantiza, en gran medida, que el producto audiovisual terminado se ajuste a las características psicológicas y socioculturales de los receptores a los que va dirigido.

Familiarizarse y dominar estas leyes representa el primer paso para poder subvertirlas y dialogar con ellas. Resulta muy difícil intentar revolucionar contenidos y categorías televisivas, si antes no se conocen en profundidad.

 

Referencia:

1 Reinerio Flores Corbelle: Dramaturgia de la información, La Habana, Servimpres, 2005.

 

 

 

 

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