La Televisión Cubana tiene el reto de satisfacer las crecientes demandas de un público que ya tiene otras fuentes de consumo audiovisual. No es una tarea menor.

Los públicos han cambiado, cambian constantemente. Y la Televisión Cubana también, pero no con la velocidad y la profundidad deseables. Y no ha sido por falta de debate (ojalá que todos los ámbitos de la sociedad cubana contemporánea concretaran el mismo debate público que origina la televisión), sino más bien por la inercia con que se asimilan los resultados de esas discusiones en la práctica cotidiana.

No es un asunto menor. La televisión sigue siendo el medio de comunicación y entretenimiento con más impacto en la población… pero hace rato que ya tiene muchos émulos. El primero de todos: el creciente mundo de las nuevas tecnologías, que diversifica la manera de acceder a las propuestas.

En el contexto cubano esa vertiente tiene características muy peculiares. Ante la insuficiente conexión a internet, afloraron alternativas más informales: el celebérrimo paquete entre ellas. No vamos a dedicarle mucho espacio a ese tema, ya lo hemos hecho muchas veces en este sitio. Insistamos solo en algo: para que la Televisión Cubana mantenga un rol preponderante en los esquemas de consumo audiovisual (y es necesario, teniendo en cuenta su declarada vocación cultural), tiene que acabar de consolidar un salto cualitativo considerable.

Afortunadamente hay buenas experiencias puntuales, pero no son suficientes. Téngase en cuenta que a estas alturas se sigue haciendo mucha televisión con concepciones técnicas y artísticas anticuadas.

El principal problema no es de diversidad de contenidos. Se ha dicho muchas veces, aunque muchos se asombran cada vez que se dice: pocas televisiones públicas del mundo cuentan con una programación de tan amplio espectro y con tan marcada intención integradora.

El principal problema es la manera en que se presentan esos contenidos.

Por cuestiones de disponibilidad de recursos, pero también de estrategias de realización, nuestras producciones salen al aire con una desventaja en cuanto a factura y despliegue. Pero tienen a su favor el marcado interés del público por lo local, por lo nacional.

Ejemplos sobran. La mayor cantidad de películas que se proyectan son extranjeras, pero los filmes cubanos siempre han gozado de la preferencia popular. Se transmiten muchos policiacos estadounidenses, pero cuando se estrenan los cubanos (por más de que suelen ser menos contundentes en lo formal), suben los índices de gusto y audiencia.
Hay que potenciar ese interés.

Por eso caló tanto una propuesta como Sonando en Cuba. El programa tomó de aquí y de allá resortes de la televisión más comercial (que son resortes que funcionan, eso no se puede perder de vista), pero los presentó integrando una propuesta con pretensiones culturales que trascendían la más chata espectacularidad.

He ahí un término conflictivo, al menos para algunos: espectacularidad.

A la Televisión Cubana le hace falta mucho más sentido del espectáculo… y eso no tiene que ir en contra de la contundencia estética, ética o conceptual de la programación.

Vivimos en un mundo permanentemente recreado e influido por la imagen construida, en el que la imagen misma suele impactar más que el discurso puramente verbal. Eso no se puede ignorar, hay que asumirlo creativamente para que la palabra no pierda fuerza e incidencia, para que la tontería no gane más espacios de la cuenta.

La misma frivolidad pirotécnica nos ofrece las armas: la Televisión Cubana puede ser más pirotécnica, sin dejar de ser culturalmente responsable.

Hace falta dinero, está claro. Pero urgen también mejores esquemas de organización. Y más talento, que talento en Cuba hay.

Sonando en Cuba (sin ser una propuesta perfecta, aquí mismo hemos señalado pros y contras) ha demostrado que se puede. Y la reacción del público no se hizo esperar. Según todas las encuestas, los índices de audiencia y gusto rompieron marcas para este tipo de espectáculos en los últimos años.

Haría falta extender este empeño. Necesitamos mejores musicales. Pero también mejores dramatizados, programas informativos y culturales. Ese es el reto ahora mismo. Es el reto hace un buen rato. 

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