¿Qué lugar ocupa el consumo audiovisual en las preferencias de los adolescentes y jóvenes cubanos? ¿Cómo influye en sus vidas? ¿Qué debe caracterizar a una serie o película para que resulte interesante a este público? Sobre éstas y otras interrogantes, dialoga JR Podcast en la céntrica calle 23 del Vedado habanero con jóvenes de diversas edades

«Veo de todo un poco y en mí influye todo porque tengo 16 años y me gustan hasta los muñequitos. Antes que estar en un parque, prefiero disfrutar una película en casa, con mis amigos», así lo admite Dayana cuando JR Podcast indaga en sus preferencias y las de otros jóvenes, quienes esperan en la cola de Coppelia.

Landy lo confirma: «Cuando estamos juntos en grupo, preferimos escuchar música o copiarnos series, nos recomendamos películas todo el tiempo.  Lo que más hacemos es eso: salir a fiestas, discotecas, y después, ver series y películas».

Pero, ¿cómo influye el consumo audiovisual en la vida cotidiana, en nuestros valores, formas de pensar y actuar? Sobre esos efectos del consumo cultural, que no se perciben a simple vista, pero están ahí, siempre palpitantes, dialogamos también con el doctor Pedro Emilio Moras, psicólogo del Centro de Investigaciones Culturales Juan Marinello.

El profesor aclara que el consumo cultural es la apropiación de bienes y servicios culturales en las que prevalece el valor simbólico, o sea, lo que las personas hacen cotidianamente, y que tiene una significación particular para ellas. En este sentido, sobresale que las prácticas de consumo cultural de la población cubana son muy diversas.

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«Las prácticas más recurrentes en Cuba, incluyendo a la población joven, son el consumo de audiovisuales —lo cual no remite a que vayan al cine— pues este consumo está más enfocado a un ámbito informal y hacia la música. La música cada vez más se parece al audiovisual, por los códigos del videoclips y otras propuestas actuales, que son muy atractivas para adolescentes y jóvenes» -explica Moras.

Según sus estudios junto a la investigadora Yisel Rivero Baxter, el espacio privado cobra cada vez más importancia porque «realmente las personas consumen más cultura en el ámbito propio del hogar, incluso, el ámbito privado y público es más utilizado que el institucional de la cultura».

¿Desplazan las series a las telenovelas?

«Me gusta ver las películas y series dramáticas que contengan un buen argumento, que sirvan para aprender algo, con alguna lección. Entre las series, veo Vikingos, Marco Polo. Entre las películas, persigo los filmes ganadores de los Premios Oscar, porque visualmente cumplen determinados requisitos estéticos y visuales», nos comenta Yunior, de 17 años.

Algunos, como Evelyn, de 20 años, no tienen un interés específico, y consumen todo aquello que presente una historia interesante y un buen contenido.

«Busco mucho las comedias románticas, algo para entretenerme y pasarla bien. También me gustan los audiovisuales basados en hechos reales», resalta.

Otros, prefieren los seriales sobre medicina, las películas de terror  o los programas en torno a los conflictos de la adolescencia y la juventud.

Dayana, de 20 años, afirma: «En mi casa prefiero ver películas, series, sobre todo, contenido internacional. Me gustan algunos programas cubanos como La Neurona intranquila, Vivir del cuento, Zoológico, esta última me encantó. La vi por el paquete.»

La gustada serie juvenil cubana Zoológico. Foto: JR

Las series humorísticas como Papá Canguro (Baby Daddy) o La teoría del Big Bang, junto a otras de fantasía medieval, drama y aventuras, como Juego de Tronos (Game of Thrones), son muy mencionadas.

Cuando le preguntamos a Esther, cómo encuentra estos productos, alega: «Depende, hay veces que sí encuentro buenos programas en la televisión cubana, sobre todo en el canal Multivisión, pero si no, copio en mi USB otras cosas».

Vikingos, una de las series extranjeras transmitidas por la televisión cubana. Foto: Internet

Ante la preferencia por series relacionadas con el mundo de las drogas, el tráfico de personas, y otros argumentos en los que aflora la violencia, inquirimos sobre si consideran que el consumo de este tipo de series y películas puede afectar positiva o negativamente la vida de un joven.

«Yo pienso que influirá en dependencia de cada cual: si tú lo ves como un ejemplo negativo, influirá positivamente, ahora, si quien está viendo la serie, piensa que es algo positivo, ocurrirá todo lo contrario. Cada cual toma de las series, lo que le parezca interesante, pero siempre depende de la persona»- explicó Lieni, estudiante de Biología.

[Lea: Tecnologías: No seamos siervos de ellas, trabajemos con ellas]

Esther, quien cursa Psicología, está de acuerdo: «Pienso que eso depende de a qué público está destinado, porque lógicamente, si es un niño, todavía no tiene su configuración personológica suficientemente desarrollada y le cuesta más trabajo discernir entre lo que es correcto y lo que no, pero si se trata de un público juvenil, ya  con cierta madurez, me parece que es capaz de saber que es pura ficción, y que nuestra realidad es diferente».

«Esas series son muy buscadas por los jóvenes, -manifiesta Lianet- porque tienen mucha acción, y es lo que más gusta en esta etapa. Para cada quien tienen una enseñanza diferente. Para mí, es obvio que la droga no lleva a nada bueno».

Para el doctor Pedro Emilio Moras, los consumos culturales son dinámicos, y cada vez se adicionan nuevas problemáticas, componentes, y objetos de consumo.

«Mucho se ha discutido en torno a la propuesta del paquete –expone- que ofrece indiscutiblemente un conjunto de posibilidades, que resultan muy atractivas para esta tendencia, de interactuar con determinados productos que no son fácilmente accesibles para todos. El investigador comenta que el paquete ya cuenta con varios estudios, que analizan, entre otras aristas, las fortalezas del consumidor:

«Estos jóvenes estudiantes universitarios, son capaces de extraer las propuestas de mejor calidad, de mayor valor artístico, y hay un segmento también de la población que le gusta interactuar con productos más cercanos a su cotidianidad, a la cultura popular que representan».

[Artículo de Graziella Pogolotti: ¿Buen vivir o consumo cultural?]

«Eso sí -aclara-. Todo depende de la fortaleza y la preparación que tenga el joven para interactuar con esos productos. Las series han desplazado un poco a las telenovelas tradicionales, sobre todo a las teleseries latinas. Están apelando a mecanismos muy próximos a este tipo de población para poder atraerla, a veces hasta elementales, pero que dan una dinámica en la que se progresa más en el argumento, son más cortas, atractivas».

Cualquier proceso de visualización tiene que tener el acompañamiento de los adultos en el caso de los más jóvenes, asevera Moras.

«Hay que ayudarlos a discernir entre productos de alto valor artístico y otros que no lo son, pero el camino, con la multiplicidad de propuestas que puede tener un sujeto común en la cotidianidad, no puede ser en ningún momento el de censurar, prohibir, sino en pensar cómo podemos formar espectadores más críticos, más preparados para enfrentar propuestas de distinto nivel de complejidad y calidad artística».

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