Que Pedro Suarez Boza es detallista y un investigador infatigable  lo sabe una sólo mediante una conversación. En mi caso lo he comprobado con  creces a partir de esta entrevista. Tuvo calma para explicar y redondear cada idea. Es per se una lección sobre el audiovisual.

Pedro Suárez, Editor y Supervisor de Postfilmación.Mi entrevistado ha participado en el montaje de más de 800 materiales audiovisuales, de los  más  relevantes  pudieran ser: los corto metrajes rrring, de Pavel Giroud;(Seleccionado como el mejor producido en Cuba en el año 1998);  ¿... me extrañaste mi amor?, de  Leandro Martínez Cubela, (Gran Premio. Festival El Almacén de la Imagen Año: 2000, Cuba) y Dos Hermanos de Tamara Morales (Mención en el 24 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano); los teledramas ¿La Vida en Rosa?, de Ernesto Daranas (Premio del Festival Nacional de Televisión 2005 a mejor obra unitaria de ficción. Cuba) y  El otro, de Charlie Medina; los largometrajes de ficción  Páginas del Diario de Mauricio, de Manuel Pérez Paredes, (Premio Especial del Jurado .Festival Internacional de Huelva, 2006.Mención Especial del Jurado. 28 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano. La Habana, 2006); Kangamba, de Rogelio París; Los Dioses Rotos, de Daranas, (Premio del Público en el 30 Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. 2008, Premios de la Crítica Cinematográfica y de la Crítica Cultural cubanas en el 30 Festival de Nuevo Cine Latinoamericano de La Habana. 2008, Premio de Cine en Construcción en el Festival de Cine de Gibara. 2008, Seleccionada por la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica como la mejor película cubana del 2008, Pre-seleccionada para el Premio Goya, Seleccionada por Cuba para optar por el Premio Oscar (2009); Verde Verde de Enrique Pineda Barnet; Penumbras, de Charlie Medina (Premio a mejor Película Extranjera en el International Film Fest & Convention de Puerto Rico (2013) y Conducta, también de  Daranas, (con más de 50 Premios en diversos festivales tanto Nacionales como Internacionales, Seleccionada por Cuba para optar por el Premio Oscar, 2014).

Tutor y oponente de numerosas tesis, Pedro ha  impartido Conferencias y Talleres de Montaje y Edición no Lineal entre otros  centros en la

Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños; el Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC);

Centro Memorial Dr. Martin Luther King Jr; Encuentro del Movimiento Nacional de Video de Cuba y  Festival Internacional de Cine de Gibara.

Con él lo dejo, amigo lector:

¿Por qué quisiste estudiar electrónica? ¿Una razón genética o del grupo de amigos que te rodeaban?

En la actualidad realizo el trabajo de Editor y Supervisor de Postfilmación. He logrado laborar en diversas especialidades de la realización audiovisual. Acabo de terminar una producción de la que me siento orgulloso, el largometraje “Sergio y Serguéi”. Pero todo esto no ocurrió de pronto, se debió a la experiencia que fui acumulando durante años.

Para entender cómo ha sido este proceso, volvamos atrás en el tiempo.

Estudié Ingeniería Electrónica en la CUJAE. Era una carrera que me cautivaba y puedo asegurar que todavía hoy me gusta mucho. Agradezco inmensamente la formación que recibí y la decisión personal de adentrarme en el mundo de las investigaciones. Recuerdo cuando llegaron al Instituto las primeras computadoras personales. Sentí gran fascinación por esa tecnología y me quedaba hasta altas horas de la noche elaborando programas que yo mismo me inventaba.

En aquel momento, si alguien (vislumbrando el futuro) me decía que yo iba a desempeñarme en el mundo del arte, sencillamente le respondía que era mentira. Nada más alejado de mis ideas en aquellos tiempos.

Al graduarme tuve la fortuna de ser ubicado en un Instituto dedicado a las investigaciones marinas. Mi labor consistía en idear equipos electrónicos para explorar las profundidades del mar y conjugaba el trabajo de mesa con las pruebas de aquellos aparatos en plena navegación. Interactuaba con ingenieros mecánicos, otros colegas de la electrónica, especialistas en Hidrografía y Oceanología. Nuevamente utilicé las herramientas que me brindaba el mundo de la computación y las aprovechaba con mucha frecuencia. Un día descubrí (a través de una revista), que le estaba haciendo innovaciones electrónicas al mismo sonar de barrido bilateral con que los americanos estaban buscando el Titanic. Era un mundo fascinante.

Pero al cabo de algunos años llegó el llamado Período Especial y tuve que tomar una importante decisión: o seguía aquella “luminosa carrera” de ingeniero innovador o hacia algo “más terrenal”  que ayudara a sobrevivir a mi familia en esos tiempos difíciles. Por supuesto que mi determinación fue la segunda opción.

¿Por qué fuiste a dar al Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC), en 1993 cuando era más fácil ganarse la vida arreglando televisores y computadoras?

Entre varias opciones, decidí ir a laborar al ICAIC. Era una institución que conocía bien, pues mi mamá trabajaba allí desde que yo era pequeño. Además el horario laboral resultaba cómodo y quedaba cerca de la casa. No fui al ICAIC porque “había decidido trabajar en el mundo del cine”. No, en realidad estaba aprovechando la oportunidad de no desvincularme laboralmente y de tener un trabajo sencillo que me permitiera un tiempo libre para dedicarlo a otras labores “más productivas”.

En paralelo hice muchas cosas (de esas “productivas”): fui taxista, pesqué en el muro del malecón, iba al campo a comprar alimentos a buen precio, instalaba sistemas electrónicos en los autos que permitían ahorrar combustible y me hice de una clientela a la que le reparaba los equipos electrónicos de la casa.

Aunque la idea que tenían conmigo en el ICAIC era la de formarme como un “tecnólogo integral”, la primera ubicación que me dieron no fue mucho más allá que la de un obrero calificado. Me situaron en el Laboratorio Cinematográfico (en remodelación por aquel entonces) instalando el sistema de audio e intercomunicadores. Trabajaba durante ocho horas cargando una escalera, bocinas, cables y herramientas. Aunque no era mi función, traté aprovechar el tiempo y aprender todo lo posible sobre los procesos habituales en un laboratorio de ese tipo. No imaginaba lo útil que me sería ese conocimiento algunos años después.

Un día me quedé sin trabajo. Había hecho la instalación de todos los locales posibles y el resto estaba en plena remodelación. Podía haberme quedado durante meses recibiendo un salario y esperando tranquilamente a que los constructores avanzaran, SIN HACER NADA. Pero yo no tenía sangre para eso.

Me presenté ante el jefe que me dio la ubicación y le dije que me colocara en otro departamento. Él, después de pensarlo un poco, me situó en el Departamento de Video. Era un área donde se iba a hacer una inversión tecnológica y necesitaban de personal técnico que la asimilara.

Esa fue una decisión trascendental para mi desarrollo futuro. Apenas una semana después, ese jefe dio un viaje al exterior… y nunca más volvió. Si no llego a hablar con él en ese momento, me hubiera quedado varado en el Laboratorio del ICAIC… SIN HACER NADA.

 Durante el Montaje y la Postfilmacióndel largometraje “Conducta”.¿Y que te llevó a la Postfilmación?

Comencé a trabajar en ese departamento. Ahora asumía un puesto como técnico y todo un universo nuevo que aprender. En la CUJAE había recibido algunas nociones del mundo del video, pero en ese momento tenía que aplicarlas a profundidad. Necesitaba seguir estudiando.

Aprendí el funcionamiento de las cámaras de video, de las grabadoras y reproductoras profesionales, de los equipos de edición lineal, hice trabajos de telecine, operé equipos de duplicado de materiales y de recepción de señal por satélite. Me involucré a fondo en esta especialidad que ahora estaba a mi alcance.

Todo lo hice con un sentido práctico. Además de adquirir conocimientos, podía ofrecer nuevos servicios e incrementar la lista de los clientes a los que reparaba diversos equipos.

Era un mundo nuevo, pero los dispositivos con que trabajábamos no. Pasaban los meses y la prometida inversión tecnológica parecía una ilusión perdida. Cuando ya casi no teníamos esperanzas… llegó el equipamiento.

Era el 24 de Julio de 1995. Nos entregaron infinidad de equipos nuevos. Pero uno de ellos llamó particularmente mi atención, el primer Sistema de Edición no Lineal que llegaba a Cuba: EL AVID.

En este equipo se conjugaban muchas de las cosas con las que me había relacionado hasta el momento. Era una tecnología de punta, se basaba en la utilización intensiva de los procesos de cómputo e integraba el mundo de la edición, el cine y el video. Confieso que en ese momento no pensé en ser editor, sino, de acuerdo a lo que había hecho hasta el momento, asimilarlo desde el punto de vista tecnológico. Esto me llevó nuevamente, a ponerme a estudiar.

Enseguida aparecieron numerosas dudas y preguntas difíciles de responder. En aquel momento no había Internet, tampoco correo electrónico y en Cuba no existía un equipo similar ni experiencia en la utilización de esta tecnología. No había a quien llamar o consultar. La única posibilidad de ayuda estaba a miles de kilómetros de distancia, en Canadá; y para ello había que hacer una llamada internacional, venciendo las barreras del costo y el idioma. Es decir, había una sola opción: estudiar, investigar y aprender.

Supervisando el rodaje de Planos para VFX en Barcelona.De día, cuando terminaba mi jornada de trabajo en el Departamento, me sentaba a darme cabezazos en el AVID. En las noches escudriñaba extensos y laberínticos manuales. Pero el esfuerzo no fue en vano, el equipo se mantuvo funcionando y aprendí sus principios de trabajo y a manejarlo.

Poco a poco, con muchas dificultades, se comenzó a utilizar el AVID en la edición de unos pocos trabajos. Yo no editaba aquellos materiales, simplemente mantenía trabajando el equipo y ayudaba cuando se trababa algo.

Un día me propusieron editar un documental. Yo no era editor, eso lo tenía claro, solamente un “operador de AVID”. Pero con mucha osadía dije que sí, era un reto y a mí me gustan los desafíos.

Pasé mucho trabajo durante la edición, tenía que utilizar la intuición para lograr un montaje coherente y además generar métodos y principios que me permitieran organizarlo todo.  Al final el documental gustó y yo salí bastante bien parado. Pero para mí algo resultaba claro: tenía que aprender a editar. Nuevamente me dediqué a estudiar, y todo tuve que hacerlo de forma autodidacta. En ese momento había muchos prejuicios y nadie estaba interesado en que “el técnico” (lo decían refiriéndose a mí), conociera los principios del montaje. Ni siquiera se me dio la oportunidad de ver editar a alguien y aprender aunque fuera mirando.

Cuando apenas había editado tres trabajos me propusieron otro proyecto. Con la misma osadía de siempre dije que sí e inmediatamente me invitaron a ver al Director del documental en su oficina. Enseguida me asaltaron las interrogantes: ¿Un Director de Cine con oficina en el ICAIC? ¿Quién podría ser? Era nada más y nada menos que… ¡Santiago Álvarez! Alguien a quien yo admiraba tanto y de quien había visto casi todos sus documentales y noticieros: ¡Santiago Álvarez!

Se podrán imaginar la presión que sentí durante todo el proceso de edición. Santiago fue muy comprensivo con mi inexperiencia, tampoco él era conocedor de los métodos de edición en video y al final nos compenetramos muy bien. El pequeño documental que hicimos, quedó tal y como lo habíamos planificado desde un principio. Él estuvo satisfecho con mi trabajo y yo, por supuesto, maravillado con la experiencia.

Poco tiempo después, el 14 de Marzo de 1996, Santiago me invitó a su casa. Se conmemoraba el Día del Periodista y él quería que yo participara de la celebración. La casa estaba llena de personalidades y yo era el ser más insignificante que se podía encontrar allí. Sin embargo, Santiago me presentó como: su editor. Aquel hecho me marcó para siempre, si Santiago Álvarez lo decía… ¡yo tenía que convertirme en editor!

Llegué a la casa y lo comenté con mi familia. Tomé el teléfono y llamé a la larga lista de clientes que me había hecho como técnico en electrónica. A todos les dije que no iba a reparar más equipos y que buscaran a otra persona. Nada, quemé las naves y me quedé con una sola opción: ser editor.

Comencé una desenfrenada carrera de trabajo y estudio autodidacta. Asumía todos los proyectos que me pasaban por delante. Recuerdo que en el año 1998 llegué a hacer: ¡82 trabajos! En ellos realizaba no solo el montaje, sino también el diseño y mezcla de la Banda Sonora, la musicalización y edición musical, el diseño de créditos, las foto animaciones, la colorización, las masterizaciones, etc. Es decir, hacía íntegramente todo el proceso de Postproducción de cada uno de aquellos materiales. Me dediqué a adquirir experiencia sobre la base de mucha práctica.

A partir de 1998 emprendí la dirección de algunos trabajos que me llegaban por encargo y un año más tarde inicié la escritura de proyectos propios.

Durante el rodaje del largometraje Sergio y SergueiEn ese momento, la experiencia acumulada durante años me permitía no solo trabajar como editor, sino además mantener en funcionamiento los nuevos AVIDs que habían sido instalados en el Departamento de Postproducción.

Para el año 2001 sentí la necesidad de asumir nuevos retos. El trabajo en el ICAIC se había vuelto rutinario y no me dejaba lugar a nuevas perspectivas. Fue entonces que decidí saltar al vacío e ir a trabajar a la calle, por mi cuenta. Me asocié con un amigo que contaba con una cámara y un cubículo de edición, pero que no tenía mucha idea de cómo echar a andar todo aquello.

Comenzaba una nueva etapa profesional. Debía editar trabajos, mantener en funcionamiento un equipo de rodaje y un set de edición, programar las actualizaciones tecnológicas de todo el equipamiento y establecer una estrategia de publicidad y marketing para que no nos faltaran trabajos. Simultáneamente me mantuve atendiendo desde el punto de vista tecnológico, al equipamiento del Departamento de Postproducción del ICAIC.

Estar actualizado constituyó una tarea prioritaria. Seguí de cerca el surgimiento de la Alta Definición y los nuevos formatos. Mi amigo compró la primera cámara HD que hubo en Cuba y con ella trabajamos durante algunos años.

En ese momento ocurrió un hecho interesante. Mientras me mantuve como plantilla del ICAIC, nunca pude editar una película. Después me enteré que en más de una oportunidad fui propuesto para hacerlo, pero siempre aparecía alguien que deshacía aquella idea.

En el año 2005, el Director Manuel Pérez, me propuso editar su largometraje Páginas del diario de Mauricio. Para mí aquella propuesta tenía un significado muy especial. El hijo de Manolo había sido compañero mío durante los estudios de secundaria, pre y la universidad. Siempre había admirado al padre de mi amigo y ahora la vida me daba la oportunidad de trabajar con él.

Fue una tremenda experiencia. La película se filmó en 35mm, se editó en digital y después se hizo el corte de negativo y la finalización nuevamente en 35mm. Tuve que acopiar las experiencias de mi labor en el Laboratorio y en el AVID, para generar el método de realizar aquel procedimiento. En Cuba nunca se había hecho ese trabajo y tuve que “inventar” el modo de hacerlo.

Después de aquella primera experiencia, como por arte de magia, continuaron apareciendo propuestas para editar nuevas películas.

 Revisando imágenes en el Set de rodaje del largometraje Sergio y Serguei.Con el tiempo, además de asumir el Montaje de largometrajes, comencé a organizar el flujo de trabajo de toda la Postfilmación. Acompañaba a los Directores durante la Post y guiaba las interacciones entre las Especialidades. Este es un proceso en que confluyen arte y tecnología y que contribuye mucho al resultado final de un largometraje. Frecuentemente los Directores saben qué quieren, pero desconocen cómo lograrlo. Por otro lado los Especialistas trabajan en su esfera específica, pero se necesita de alguien que vea la Postfilmación y a la película como un todo y que, simultáneamente, conozca los procesos a fondo: el Supervisor de Postfilmación. Esta fue una labor que asumí con el paso de los años.

Pero ha habido algo que ha resultado el motor impulsor de mis esfuerzos y resultados durante todos este tiempo: mi familia. A ella es en realidad a quien debo todo lo que he alcanzado. Siempre han estado ahí, en la retaguardia, permitiéndome avanzar en cada meta que me he propuesto. Por eso, desde hace un buen tiempo están en todos los créditos de mis trabajos. Todo lo que soy y seré lo debo a ellos.

-Háblame de lo que verá el público en los próximos meses y tiene tu sello.

Finalmente he regresado al punto donde comencé esta historia. Acabo de terminar la Supervisión de Postfilmación de Sergio y Serguéi, largometraje de Ernesto Daranas.

Esta película requirió de una intensa y extensa utilización de la tecnología, desde la Pre hasta la Postfilmación.

Apenas conocí los primeros detalles del guion, sabía que resultaría un trabajo bien complejo. El 40% de los planos de la película, más de 35 minutos en pantalla, requerían de algún tipo de Efecto Digital. Dentro de ellos se incluyen todas aquellas secuencias que se desarrollan en el espacio.

Comencé a trabajar desde bien temprano. Con el conocimiento de cómo se trabaja en Post y qué hace falta obtener durante el rodaje para llegar a esa etapa, inicié la preparación de la filmación. Llegué incluso a diseñar los bocetos de equipos mecánicos para lograr la ingravidez del actor, proyectos que después perfeccionaba con la participación de ingenieros de esa especialidad. Recordaba en ese momento mis primeros años de graduado, cuando tenía que relacionarme con especialistas de diversas materias.

Después de un rodaje bien intenso, llegó el momento de la Postfilmación. Cada una de las etapas fue compleja.  Montaje, Diseño y Mezcla de la Banda Sonora, l Edición Musical,  Etalonaje… requirieron de gran atención.

Pero hubo una especialidad que demandó un esfuerzo muy particular: la realización de Efectos Digitales. Normalmente en un largometraje se emplea, si es necesario, a un equipo de trabajo que realice esta labor. En nuestro caso utilizamos a tres de ellos. Dos trabajaron en La Habana y uno en Barcelona. Coordinar todo el proceso y garantizar la unidad estética, laborando a 7000 Km de distancia, fue una tarea compleja e intensa. Los intercambios, la mayoría de ellos a través de Internet, resultaron casi diarios.

Al final cada una de las especialidades de la Post, aportó su trabajo en el resultado final de la película. Poder supervisar la totalidad de esta compleja labor lo debo a la experiencia acumulada durante años de trabajo y estudio.

-Te dejo libre: háblame de las nuevas tecnologías (que ya no eran tan nuevas)

-Como puede verse, en el transcurso de mi vida siempre he estado muy vinculado al desarrollo de la tecnología. Por eso, todos estos cambios tecnológicos no me toman de sorpresa, los veo como algo natural y lógico. Resulta muy necesario adaptarse a ellos, asumirlos y utilizarlos.

Desde mi punto de vista, en el mundo del audiovisual contemporáneo la tecnología no se debe utilizar como un fin, sino como un medio.

Lo más importante resulta contar una historia, transmitir una idea y mantener la atención de un espectador. Cuando proyectas una película, nadie te pregunta con qué la filmaste, qué programa utilizaste para el montaje o cómo hiciste los efectos visuales o sonoros. Todo el mundo se deja llevar por la historia y, si acaso, mucho tiempo después, es que indagan sobre los detalles técnicos. Toda esa tecnología hay que usarla de un modo “invisible”.

Durante la realización ocurre de forma similar, puedes estar utilizando para el montaje un equipo súper sofisticado o filmando con la última cámara, pero mientras trabajas con el director solo te fijas en las actuaciones, los planos adecuados y el desarrollo dramático de la historia. Todo ese aparataje tecnológico resulta completamente transparente. Se piensa en el diseño tecnológico antes de comenzar la producción, se ajustan todos los detalles, se traza el flujo de trabajo y después, durante la realización, nos concentramos en el arte y olvidamos esos elementos que ya fueron fijados de antemano.

Por otro lado, parte de la adaptación al mundo contemporáneo es comprender cómo han evolucionado las formas de consumir el audiovisual.

Años atrás la televisión era analógica y el cine se proyectaba en bobinas de 35mm. Pero poco a poco “los unos y ceros” fueron invadiéndolo todo. Hoy gran parte de la televisión es completamente digital y lo mismo ocurre con el cine. Y eso no ha parado ahí, el desarrollo de la Internet y las plataformas audiovisuales, hacen de ellas una forma importante de difusión. Esos medios de consumo se multiplican en computadoras, tablets y teléfonos móviles.

Pero pudiéramos preguntarnos, ¿de todos esos medios, cual es el que resulta completamente válido? Sin temor a equivocarme puedo responder que TODOS. Esa es la realidad del mundo de hoy y debemos adaptarnos y aprovecharnos de ellos.

Pongamos un ejemplo, imaginemos que terminamos una película en 4K y sonido surround7.1 (estándares altos en el mundo de hoy), y que además contamos con un presupuesto de publicidad inmenso y una distribución de nivel mundial. Aun bajo estas idílicas circunstancias, al terminar todo el ciclo de exhibición en los diferentes medios, por cada un espectador que haya visto nuestro ideal largometraje en las salas de cine, habrá unos 9999 (como mínimo), que lo haya hecho a través de otros medios.

Entonces, ¿cómo lograr que nuestro largometraje se pueda ver en formatos tan diversos? La respuesta es sencilla: teniendo en cuenta, desde el principio, que resulta necesario hacer las MASTERIZACIONES adecuadas para cada uno de ellos.

De algún modo es un proceso que siempre se realizó. A las películas filmadas en 35mm se les hacía un telecine y se obtenía la copia adecuada para la Televisión. Eso era una MASTERIZACION.

Hoy el proceso es completamente digital y se ha complejizado mucho. En determinado largometraje he llegado a realizar hasta doce Masterizaciones diferentes, lo que incluye, en algunos casos, hacer adaptaciones en la imagen y el sonido.

Puede que al momento de producir un determinado audiovisual se tenga en mente la difusión a través de un medio particular, pero debemos tener en cuenta además, la posibilidad de visualizarlo a través de muchos otros.

 - ¿Acaso para  Pedro Suárez la “sala oscura” ya no es el reino del cine?

-Aunque considere que todos los medios para el consumo de los audiovisuales son válidos, la magia de una película vista en una sala de cine continúa siendo innegable.

Casi siempre que se piensa en realizar un largometraje, se hace para la llamada “pantalla grande”. De hecho, cuando se ejecuta la mezcla final del sonido, se realiza en una sala con dimensiones similares a las de un cine. También la llamada “Proyección 0”, al finalizar todo el proceso de la Postfilmación, se hace en un cine comercial.

He visto excelentes proyecciones en salas de monitoreo en diferentes Laboratorios, pero ninguna ha atesorado el hechizo que se siente cuando se ve el mismo largometraje en una sala cinematográfica.

Pedro y Celia, dos generaciones. La continuidad en el trabajo.Y voy a hacer una confesión. Cuando finalizo el trabajo en una película, la he visto tantas veces y quedo tan viciado, que me sé los diálogos y hasta el más mínimo detalle de memoria. Entonces, el día del estreno, nunca me siento en una butaca. Prefiero quedarme de pie al final del cine apreciando las reacciones del público. Es entonces que comprendo hasta qué punto he logrado transmitir las emociones que tenía en mente durante la realización. Esa experiencia solo se puede tener en una sala cinematográfica.

Comprendo las diferentes maneras de consumir el cine en el mundo de hoy. Incluso, soy capaz de hacer masterizaciones para muchos medios. Pero para mí, la magia y el encanto que conservan la “pantalla grande” y la “sala oscura”, resultan insustituibles.

-¿Dónde van a dar todos esos conocimientos?

Podría pensarse que solo basta con los éxitos personales, pero para mí eso no es así. Garantizar la continuidad del conocimiento y formar a un gremio con una extensa comprensión del audiovisual, es parte de mi modo de pensar.

Mi primera satisfacción en este sentido es mi hija, Celia. Ella también es editora y mantenemos una fructífera relación de colegas del audiovisual. Muchas noches las pasamos intercambiando ideas, apreciando audiovisuales o inventando historias. Compartimos conocimientos en el arte y la tecnología. Y digo compartimos, porque en esa relación de intercambio yo también aprendo mucho.

Pero no restringimos el conocimiento al ámbito familiar. En más de una oportunidad hemos organizado cursos, que impartimos en nuestra propia casa.

También apoyamos sistemáticamente a la Muestra de Nuevos Realizadores, otorgando premios consistentes en apoyos para la Postfilmación de trabajos que seleccionamos.

Otra de mis satisfacciones es ser profesor de la Cátedra Santiago Álvarez. Desde la fundación de la misma me propusieron impartir conferencias. Por supuesto que enseguida dije que sí. Es un regalo que hago no solo a los jóvenes interesados en aprender, sino también a la memoria de Santiago.

Más recientemente, he comenzado a impartir conferencias en los Talleres Internacionales de Documental de la EICTV.

Compartir el conocimiento es algo que con mucha frecuencia hago. Quienes me conocen saben que he estado dispuesto a esclarecer dudas, sin que haya mediado interés alguno.

Considero muy importante la colaboración entre todos los colegas del audiovisual. Y cuando digo a TODOS, estoy incluyendo tanto a los realizadores independientes como a las Instituciones. Esto lo puedo afirmar porque tengo una máxima en la vida: debemos trabajar… “con todos y para el bien de todos”.

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