Destaca el escritor Jaime Fort, Premio al Mejor Guion en la Convención de Radio y Televisión 2018

Recrear la cotidianidad cubana a través del humor, pero con tintes realistas y de crítica social, constituye el mayor desafío de Vivir del cuento, un espacio que se ha ganado la atención de la teleaudiencia cada noche de lunes por Cubavisión, y debe sus peripecias, en gran parte, al ingenio creativo del guionista Jaime Fort, Premio al Mejor Guion en la Convención de Radio y Televisión 2018.

En entrevista exclusiva para esta publicación, el escritor del espacio refirió sentirse muy estimulado por el reconocimiento, y aún más si se tiene en cuenta que fue otorgado específicamente por el programa 17 de Mayo, referido a la homofobia, un tema que considera bastante polémico y delicado.

“Eso demuestra que siempre que se escriba con cuidado y responsabilidad se puede abordar cualquier asunto. Pero es importante añadir que Vivir del Cuento recibió otros dos premios, al mejor actor masculino y como mejor programa seriado unitario”, señaló.

Fort explicó que su primer acercamiento al programa fue en el año 2011, cuando Maricel Pestana, una amiga asesora de televisión, lo invitó a escribir algún guion para el espacio y proponérselo al director.

“Hice la prueba y parece que al colectivo le gustó, porque me pidieron que siguiera escribiendo”, indicó.

Según Fort, la preferencia del público cubano por Vivir del Cuento resulta muy meritoria, sobre todo en los tiempos actuales, en que gran parte de la población tiene acceso a muchas opciones alternativas para disfrutar. Por otro parte, reconoce la simpatía y aceptación que han logrado los actores con sus personajes.   

“A la hora de elaborar el guion me aseguro de que la historia gire alrededor de un tema de actualidad. Después trato de que todas las referencias sobre ese tema sean verídicas; porque no se pueden inventar cosas irreales.

“Por ejemplo, si Pánfilo va a solicitar un subsidio para arreglar la casa, todos los trámites que tiene que hacer en el programa, deben ser los mismos que tendría que hacer una persona en sus mismas condiciones en la vida real.

“Luego, la comedia viene dada por cómo se le complica la vida a Pánfilo en esta gestión: por culpa de sus vecinos o confusiones que pueden surgir, pero partiendo siempre de una base real.

“Muchas veces, la misma realidad tiene bastantes elementos de comedia, o de tragicomedia. Mi propósito es que los televidentes puedan disfrutar una historia con la cual se sientan identificados, y que les haga reír y pensar al mismo tiempo”, subrayó Fort.

Para el escritor de Vivir del cuento, los temas más difíciles a la hora de concebir un guión para el programa son aquellos relacionados con puntos de vista político-sociales, aunque “cualquier tema, por insignificante que parezca, es social y político a la vez, pues involucra a las personas y al sistema político.

“No obstante, algunos son más sensibles que otros. Por ejemplo, el programa Mal de Fondo, que salió recientemente, hablaba de la escasez de medicamentos, y de cómo estos mismos medicamentos se encuentran en el mercado negro.

“El resultado del programa es mejor mientras los personajes se compliquen y se enreden. Cuando parece que ya no puede pasar nada más surge un punto de giro con una nueva complicación. Es importante que el espectador se sienta atrapado y, al mismo tiempo, sorprendido”, apuntó Fort.

Para una buena parte de los televidentes, Vivir del cuento constituye un reflejo del costumbrismo cubano, criterio que comparte el guionista, pues asegura que este espacio es un espejo de la Cuba actual, con sus bondades y defectos.

“Posiblemente dentro de 50 o 60 años, cuando nuestros bisnietos vean algún capítulo del programa, si existieran todavía en algún formato en el que ellos puedan verlos, podrán hacerse una idea, más o menos, de cómo era la Cuba de principios del siglo XXI.

“Los actores han hecho de los personajes fijos verdaderas creaciones, pero a veces tenemos problemas con los invitados. Por cuestiones de tiempo, algunos actores invitados no llegan a entender cabalmente el personaje que van a representar, ni la situación en que estos se involucran. Y el director casi nunca cuenta con el tiempo necesario para hacer este trabajo como él quisiera. Por eso noto, a veces, diferentes niveles de actuación”, señaló el escritor.

Según Fort, el mejoramiento del programa tiene mucho que ver con los aspectos técnicos y el tiempo de trabajo.

“Las grabaciones tienen que hacerse prácticamente contra reloj y así es muy difícil trabajar, sobre todo con los actores invitados, que no están adaptados a la dinámica del programa.

“Sin embargo, creo que Vivir del cuento mantiene un alto nivel de audiencia porque ofrece un producto televisivo con el cual el público puede sentirse identificado, y aborda la realidad cubana con bastante sinceridad”, concluyó Fort.

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