Reflexiones sobre la tv como institución cultural

En una época dominada por la cultura del audiovisual, la televisión continúa atrayendo a generaciones. En Cuba existe una evidente dialéctica entre lo asentado como clásico y las transformaciones que las nuevas condiciones productivas propician en la creación de relatos ficcionales, informativos y documentales.

La prima ballerina assoluta Alicia Alonso es un referente para generaciones.

Cada vez más se borran las fronteras entre los géneros dramáticos en un mundo interconectado. Realizadores y públicos –activos sujetos participativos–, requieren de saberes para interpretar textos lingüísticos e icónicos. Por doquier, la comunicación mediática contribuye a una evolución acelerada en el modo de contar historias, las cuales adiestran al espectador en la comprensión de estructuras narrativas. Para aprovechar dicha perspectiva, guionistas y directores buscan en archivos documentos que revelan el sustrato antropológico de miradas bien entrenadas que reconstruyen la realidad con sus actores naturales.

Asumen dicho empeño programas televisuales como La otra mirada (CE, lunes, 10:00 p.m.) sobre figuras del arte universal, Pantalla documental (miércoles, 10: 00 p.m.) y Ciclos especiales de documentales (Multivisión, sábado, 9:40 p.m.). Los materiales transmitidos en dichos espacios patentizan que lo educativo, lejos de limitarse al diseño curricular de contenidos con perspectiva escolar, exige un sentido social desde los nuevos conocimientos y lenguajes. Asimismo, filmes, series, revistas informativas aportan disímiles visiones sobre lo invisible de las relaciones humanas, la riqueza del arte y la realidad diaria.

  • La obra poética de Pablo Armando Fernández, Premio Nacional de Literatura, ha sido promocionada por Escriba y Lea y otros programas.

Apremia que la tv tradicional continúe generando formas atractivas de cada espectáculo para cautivar a las mayorías. Lo consiguen Un palco en la ópera (CE, viernes, 9:00 p.m.) y Escriba y Lea (miércoles, 8:30 p.m.), pues motivan el disfrute de manifestaciones artísticas, lecturas de temáticas diversas y profundizar en la estética de ensayistas y poetas renombrados. En especial, La danza eterna propicia conocer el legado de la prima ballerina assoluta Alicia Alonso y a figuras jóvenes que se inspiran en esta magistral artista.

Figuras jóvenes descuellan en el Ballet Nacional de Cuba.

Los realizadores de unos y otros espacios son conscientes de un concepto expresado por el filósofo polaco Roman Ingarden: “cada obra requiere un agente fuera de ella, es decir, un observador que la haga concreta. A través de esa actividad de apreciación, el observador interpreta, la reconstruye en sus características efectivas, y al hacerlo de algún modo bajo la influencia de sugerencias de la propia obra, rellena su estructura completan al menos en parte las zonas de indeterminación y actualizando distintos elementos que hasta allí se encuentran solo en estado potencial”.

El destacado intelectual Abel Prieto alerta sobre la crisis cultural global y llama a defender los paradigmas de la tradicional cultural humanista.

En la sociedad contemporánea crece el interés hacia la representación de experiencias humanas y culturales. Sin duda, el riesgoso juego con las emociones requiere apostar por el gusto estético, la reflexión mesurada. Sinsabores que originan productos mediocres y apetitos por disfrutar de valores legítimos coexisten en las audiencias. Según reconoce el intelectual Abel Prieto: “El entretenimiento ha sido colocado en un trono incuestionable. Es el rey supremo, el valor principal. Solo él le otorga significado a la producción cultural hegemónica. Se trata, además, de un entretenimiento amoral, insulso, asociado a la trivialidad más absoluta, al rechazo del más mínimo ejercicio intelectual”.

En tanto institución cultural, el medio televisual tiene que propulsar ideas, pensamientos actualizados, riqueza sensorial como fuerza capaz de romper esquemas mentales que atentan contra lo novedoso e impiden el ejercicio de pensar, imprescindible en esta época de tendencias a la recolonización cultural, al bocado de fácil deglución que se cuela por doquier, va directo a la computadoras, teléfonos y tabletas. Defender una cultura auténtica e inclusiva desde los medios de comunicación es una prioridad impostergable para la sociedad cubana.

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