El mayor reto en estos tiempos es reinventarse en medio de la multiplicidad de propuestas que ponen a disposición de las audiencias las plataformas virtuales

Una vez más el evento teórico del Concurso Caracol tiene por escenario la sala Rubén Martínez Villena de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), pero ahora en un contexto diferente, marcado por la pandemia de la covid-19. Desde allí se transmitió por Cubavisión y el canal de YouTube de la Asociación de Cine, Radio y Televisión “Moviendo los caracoles”, de la Uneac, el panel titulado “70 años de la televisión cubana. Homenaje y desafíos”, en el cual intervinieron la periodista cultural Paquita Armas Fonseca, el ensayista y crítico Víctor Fowler Calzada y el realizador Rudy Mora.

Mucho se puede decir de este medio de comunicación, con un carácter público, cultural y educativo, que tantos debates genera en el seno de la sociedad cubana actual. Lo que sí nadie pone en duda es que constituye –al decir de Fowler Calzada– un archivo de inventiva, esfuerzo y creatividad, por la cantidad enorme de programas realizados, muchas veces, con poquísimos recursos.

Se encuentra en vías de publicación una historia de la TV cubana que en medio siglo ha transitado desde la realización en vivo –alternada con la grabación en cintas cinematográficas (16 mm)–, luego por varios formatos de video tape hasta llegar el universo digital. En opinión del ensayista se debe reconstruir ese legado de manera global, desde el punto de vista tecnológico e institucional, y recoger la épica relacionada con la extensión de su señal a todo el territorio nacional. No se puede olvidar que a través de sus producciones podemos rememorar lo que hemos sido y lo que hemos soñado en estos 14 lustros.

En el caso cubano existe una relación estrecha, de amor y de odio, entre los espectadores y los emisores –señaló Rudy Mora, realizador de series tan emblemáticas como Diana, Doble juego, La otra cara o Conciencia. “Ha sido el lugar de sentencia, afirmativa o negativa, de cualquier hecho social, político, cultural”, dijo. Es que ante sus cámaras han desfilado los mejores exponentes de la cultura, la ciencia y la sociedad cubana en todas sus manifestaciones y géneros posibles.

Por otra parte, la televisión contribuye a la formación del gusto estético de las audiencias. En el panel se recordó una joya extraordinaria mundial de la programación cinematográfica: 24 x segundo, por más de 30 años conducida y realizada por el director y crítico Enrique Colina. Además, se resaltó el valor de espacios como De nuestra América, La séptima puerta o Historia del Cine.

Perduran en la memoria colectiva frases pronunciadas por personajes e hitos televisivos como la aventura Hermanos, esa maquinaria de significación que es la telenovela (un ejemplo fue el melodrama Tierra Brava), el teatro en televisión, humorísticos como Detrás de la fachada o Sabadazo, musicales como Todo el mundo canta o Para bailar, series de la altura de En silencio ha tenido que ser, Los comandos del silencio, Algo más que soñar, Julito el pescador que han dejado huellas imborrables en la vida del pueblo cubano.

Inolvidables son muchos de los grandes actores y actrices, directores, camarógrafos, sonidistas, luminotécnicos, guionistas, productores que han hecho posible la magia de la televisión en estas siete décadas.

El futuro diseñado

Hoy los nuevos escenarios demandan una transformación integral y profunda desde el punto de vista tecnológico, conceptual, creativo, visual, estilístico y estético. Como apuntó Rudy Mora, es necesaria la inclusión en el medio de los creadores con más talento y preparación –entre ellos, los noveles realizadores independientes, youtubers, diseñadores, periodistas, comunicadores sociales y audiovisuales–, así como renovar la mentalidad de quienes trabajan en la institución que los dirige.

El mayor reto en estos tiempos es –sin renunciar al entretenimiento, el arte, la experimentación y la factura competitiva– reinventarse en medio de la multiplicidad de propuestas que ponen a disposición de las audiencias las plataformas virtuales. Ante el aumento del ancho de banda y la transmisión de mayores flujos de datos a través de internet debe pensarse en términos como audiovisualidad y productos para el mundo digital, con un nuevo lenguaje que beba del cine, el teatro y fusione varios géneros, advirtió el crítico Víctor Fowler.

Tal como acotó el ensayista, el futuro de la transmisión y consumo de señales televisuales tiene que diseñarse, planificarse y construirse a partir de una mirada institucional, dialéctica y filosófica, sobre la base de una articulación previa con las redes sociales que incluya la creación de clubes de fans, la lectura y descarga online de guiones, de las sinopsis de los espacios, los datos de los protagonistas y el staff, la posibilidad de rodar en plataformas digitales programas pilotos o capítulos que no se verán en televisión, los spin-off (series derivadas, películas, programas de radio, videojuegos sobre obras ya existentes). No debe pasarse por alto tampoco la realización de encuestas para poder modificar un producto de acuerdo con la dinámica de lo que va sucediendo y cambiar sus finales.

“Y hay que empezar a pensar de esa manera. Pero esa no es una responsabilidad del director de una serie o un programa. Esa es una responsabilidad institucional. Son los diseños y políticas del futuro en términos no solo económicos sino también de captación, estimulación y capacitación del talento, así como de la cultura y los nuevos ciudadanos que aspiramos a formar”, destacó el crítico.

Un llamado de los panelistas, de cara al porvenir, es visibilizar de manera continua en los canales nacionales las mejores producciones de los telecentros provinciales, municipales y comunitarios.

En aras de hacer el panel más interactivo y participativo Armas Fonseca convidó a los espectadores a responder tres preguntas: ¿Qué televisión tenemos?, ¿Qué televisión queremos tener? ¿Qué televisión podríamos tener?

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