Destacado actor cubano del cine, la radio, la televisión y el teatro, consagrado por entero al género, aún a sus 80 años de vida, admirado por varias generaciones de cubanos. Nació el 24 de noviembre de 1928, en Santiago de Cuba, donde mismo nació su compañera de la vida, Yolanda. Sus padres eran santiagueros y por la estirpe paterna de los Wood, fue el único que tuvo el coraje de ser actor de teatro, de radio, de televisión y de cine.

Llegó a La Habana en 1946, en busca de un espacio que tuviera una mayor resonancia nacional, aunque estaba convencido de que el municipio es el universo, pero a veces es bueno salir del municipio.

 

Cuando parte rumbo a La Habana en busca de otros aires en el oeste, ya era actor de teatro y de radio en Santiago de Cuba, en realidad vino para la capital porque en Santiago entonces eran más limitadas las posibilidades de desarrollo.

Frustración

Salvador Wood se lamenta de no haber aprendido música y de no tocar ningún instrumento musical, porque ese arte, llamado por Martí, la más bella forma de lo bello, ayuda mucho a los actores de cualquier género.

Nace un autor

Sus primeros retos como actor fueron en la radio, en 1943, en un programa especial sobre el fusilamiento de los ocho estudiantes de Medicina, el 27 de noviembre. Hizo el papel de uno de los estudiantes fusilados.

Después llegó al teatro y su primer reto fue con solo 17 años, en el año 1945, organizado por el Cuadro de Comedia y Arte Dramático creado en Santiago de Cuba por el actor matancero José María Béjar, en la obra Don Juan Tenorio, de Zorrilla. Béjar hacía el Tenorio y él su contrafigura, Don Luis Mejías; obra en verso, un clásico del teatro romántico español. Lo más simpático es que aún hoy sé sabe de memoria la larga relación que le hace Don Luis Mejías a Don Juan Tenorio en la Hostería El Laurel.

Le siguió, en 1952, el primer reto en la televisión, en un programa de Paco Alfonso, en el Canal 2, dirigido por Jesús Cabrera, donde hizo por primera vez un personaje campesino. Después de eso a hecho 18 campesinos distintos.

Más tarde, en 1960, debutó en el cine, en un documental bajo el título de Chinchín, donde hizo el papel de otro campesino. El director fue Humberto Arenal y el fotógrafo, el canadiense Harry Tanner; se filmó en Jovellanos, Matanzas. Donde salvador fue más feliz como actor, y sintió un mayor impacto emocional, fue en la película El Brigadista, en 1976, porque allí debutó su hijo Patricio Wood, juntos los dos en el mejor ejemplo de fraternidad que existe, padre e hijo.

Como actor también lo marcó sobremanera el haber hecho el papel de José Martí en un programa que dirigía Pedro Álvarez, en 1968, a propósito del centenario del estallido de la Guerra de 1868, en el que mi esposa novia encarnó la figura de Carmen Zayas Bazán.

Confesión

El formidable actor, es un profesional empírico, sin escuela, y que aprendió observando y preguntando a los actores académicos como Juan Carlos Romero, uno de los directores más queridos; de Alejandro Lugo y de otros que harían penosa la lista por un olvido involuntario. Y como no tenía academia, se veía ante una enorme desventaja. Por eso tuvo que estudiar solo, leer mucho, y beber de las técnicas de Stanislavski después de 1959. Siempre se ha mantenido actuando constantemente, y en el año 2006 participó en otra película, Listos para la Isla.

A sus 80 años, se declara esperanzado en seguir actuando, enamorado de una actriz que tuvo el valor de casarse con él hace 59 años declarando públicamente que tiene un apellido de madera (Wood, en inglés significa madera), pero una voluntad de hierro.

Actor y poeta

Entre todas las condecoraciones, diplomas, distinciones y medallas que posee se queda con la admiración de su pueblo y el cariño de su esposa, el de sus dos hijos y de sus cuatro nietos. He aquí una pequeña muestra de su talento, en una décima que le realizó a Yolanda su esposa, cuando cumplieron nueve años de casados:
Nueve brillantes luceros/ te están besando la frente,/ y en tus labios un ardiente/ llamear de besos primeros./ En tus ojos carceleros/ he visto un sueño de armiño/ arrugándote el corpiño/ para contigo jugar./ Mejor será confesar:/ ¡Estoy soñándote un niño!/.
Y he aquí una de varias espinelas que escribió antes de 1959, desde su exilio revolucionario en Venezuela, a Cojímar, donde reside hace 54 años: Algún día he de volver/ a mirarme en el cristal/ de tu azul rada de sal/ con mi niña y mi mujer./ Será volver a nacer/ el alba de mi regreso/ y en el castillo do preso/ tu pueblo estuvo humillado,/ sobre sus piedras, callado,/ a la Patria daré un beso.

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