En pantalla

Acerca de la telenovela cubana que transmite Cubavisión actualmente

Está demostrada la necesidad de la sal dentro de cualquier aderezo, pero cuidado con su excesivo uso, pues “mata” el más exquisito sabor. En ese sentido, habría que valorar excesos y aciertos de la propuesta que martes, jueves y sábado trae la telenovela La Sal del Paraíso.

Con un diseño y tema de presentación que nos pone en sobre aviso de cuánto habrá por ver, esta novela hasta hoy deja pocas posibilidades de respiro aliviado. Cierto es que se trata de una mirada descarnada de la realidad, pero me pregunto: ¿queda algo más allá?

Sé que puede ser aún demasiado pronto para esta interrogante, sin embargo, como suscita toda telenovela, conozco que el receptor espera, dentro de lo terrible, una puerta abierta, que hasta el momento, durante los capítulos mostrados, queda totalmente cerrada.

Hasta hoy aprecio a un Jorge Ferdercaz que desde el punto de vista actoral solo deja motivos para admirarlo; por su parte, Edenis Sánchez ya no sorprende con su natural mesura al llevar sobre sus hombros un conflicto particularmente desgarrador, máxime cuando encuentra la justa antagonista en el personaje que encarna la excelente Nieves Río Valles.

Por otro lado, conflictos como la violencia de género, la corrupción, la siempre llevada y traída separación de la familia, la inseguridad existencial, el arribismo profesional, el autismo y su implicación en el orden familiar, son otras miradas que se suceden en la telenovela.

Y vuelvo a lo que me preocupó un tanto antes, ¿cuál es la línea temática principal a partir de la cual se desgajan los sub conflictos? ¿Quiénes son los personajes que los asumen? ¿Ellos mismos están conscientes de esa responsabilidad?

Esto que pareciera una verdad a voces, puede ser una de las primeras inquietudes que despierte la telenovela; no porque no pueda tratarse de antihéroes colectivos, sino porque sucede que en ese dolor genérico se puedan perder los mensajes de esperanza, de vencimiento del bien sobre el mal, de lo bello sobre lo feo, que son códigos distintivos del género, por más que se necesiten subvertir mensajes.

Si bien la esperanza es lo último que se pierde, resulta necesaria, a estas alturas, al menos dejarla asomar en esta telenovela. Sobre ella seguirán tejiéndose nuevas reflexiones, en tanto en materia de dirección de actores, estos, en sentido general, logran ser creíbles desde sus posturas de vida, solo que con eso no es suficiente.

Como arma de denuncia social el arte fue reconocido desde antiquísimos tiempos y la telenovela no tiene que exonerar ese encargo, solo que ante todo requiere ser medio de entretenimiento, el resto es complemento; por tanto, qué bueno poder decir en algún momento que lleva justo la sal necesaria para aderezar este, nuestro “paraíso” televisivo.