El hombre de Maisinicú, El Brigadista y Guardafronteras, entre 1973 y 1980, habían abordado el tema en la filmografía cubana, y luego Polo viejo bajo mi piel (2008). Pero nunca me pareció suficiente el tratamiento a un tema relegado: Lucha contra Bandidos. Hasta que hace siete capítulos nos viene llegando la serie LCB: la otra guerra, de la televisión cubana, inspirada en el enfrentamiento a bandidos en la Sierra del Escambray, entre 1960 y 1965 (ese fenómeno empezó desde 1959 y ocurrió en muchas partes del país).

Es justo el tratamiento a ese pasaje histórico, del que se sabe pero no se conoce a profundidad, pues en los programas de estudio de Historia de Cuba solo se les relaciona a los asesinatos de Conrado Benítez y Manuel Ascunce. Por LCB: la otra guerra muchos, los que no vivimos esa época, conocimos de la ley revolucionaria 988, la cual disponía la “confiscación de las fincas rústicas y demás bienes de los que faciliten abastecimientos, albergue o que de cualquier otra forma colaboren o encubran a los saboteadores, terroristas, asesinos, grupos armados o elementos contrarrevolucionarios de cualquier índole”, entre otras medidas que consolidaban el rigor de la justicia penal.

En nuestro pueblo está la representación – muy real, por cierto – de lo cobardes que eran los bandidos, especialistas en matar maestros, brigadistas y niños, incendiar bohíos, ahorcar indefensos, violar mujeres y quemar cañaverales. Fueron hombres sin principios, que llegaban a eliminarse entre sí, por ambiciones individuales o pretensiones de liderazgo – algunos se hacían llamar comandante, como se aprecia en el serial estrenado.

Eran exmiembros del ejército batistiano u otros de los cuerpos represivos, antiguos confidentes del régimen o propietarios de tierras antes de 1959, y tenían la colaboración de agentes norteamericanos, quienes los asesoraban en tácticas de hostilidad e infiltración. La enciclopedia Ecured registra que, en total, existieron cerca de 290 bandas, con unos 4 mil 190 bandidos y 9 mil 250 colaboradores.

Nunca los agresores atacaban objetivos militares de importancia, es decir, se ensañaban con la debilidad, aprovechando lo recóndito de sus bases de operaciones. La serie hace mención también al apoyo aéreo, con pertrechos, que corrió a cargo de la CIA, apoyada gubernamentalmente en EE.UU., y a la red de colaboradores, muchas veces conformada por campesinos sin instrucción, que en ningún momento fueron mayoría, porque ese grupo social siempre fue de los agradecidos de la Revolución.

La Limpia del Escambray quedó en el imaginario popular: resultó el golpe más certero al bandidaje, desde diciembre de 1960 hasta abril de 1961. Aunque es un hecho que los agresores nunca ocuparon una guarnición o derrotaron a un batallón, algunas bibliografías recogen que, por ejemplo, la banda de Osvaldo Ramírez llegó a reunir de 250 a 300 hombres, por lo que el enemigo fue numeroso en determinadas etapas y regiones. Las FAR, el MININT y el pueblo de Cuba, integrado a las Milicias Nacionales Revolucionarias, pagaron un alto costo tanto en vidas – alrededor de 590 hombres, con centenares de heridos y unos 250 incapacitados – como en recursos materiales, en el enfrentamiento a los alzados contrarrevolucionarios.

El “Programa de acción encubierta contra el régimen de Castro” presentaba desde 1960 la promoción y apoyo directo a grupos contrarrevolucionarios dentro de Cuba. Según consideraciones incluidas en el libro Bandidismo: Derrota de la CIA En Cuba, se tiene evidencia de 214 personas asesinadas por bandas contrarrevolucionarias. Por ello es tan necesario que se elaboren materiales como LCB: la otra guerra, cuyo guión corrió a cargo de Eduardo Vázquez, Yaíma Sotolongo de las Cuevas y Alberto Luberta Martínez (director general).

Todo cubano también, en algún momento, debería visitar el Museo Nacional de Lucha Contra Bandidos, de la ciudad de Trinidad, en Sancti Spíritus. Entre nosotros hay muchas familias como la de Mongo Castillo, cuyos miembros se incorporaron al proceso, construyeron escuelitas y se resistieron al rencor de quienes habían perdido el poder.

LCB: la otra guerra, cuando se vaya a impartir en las aulas la Lucha contra Bandidos, tiene que estar de ahora en adelante entre los productos audiovisuales a analizar, pues motivará a la juventud a interesarse por una temática noble. Qué es crudo en sus escenas, es cierto, pero así de atroz fue el odio reaccionario.

Todavía hay abuelos en la Isla que llevan cicatrices por haber perseguido a Carretero o al Cabo Lara, que lucharon para hacer del bandidismo una “historia pasada” (no olvidada). Yo solo espero las 8:30 pm del sábado, la hora en que se refresca la memoria.

TOMADO DE AHORA DIGITAL

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