Leila Leyva, una talentosa poeta, además de  crítica y periodista tiene como esposo, amante, amigo al novelista y crítico Rolando Pérez Betancourt. Según él ella es la persona con más talento en su casa y lo que si me consta es que lo cuida como solo logra el amor. Ese sentimiento, la exigencia y cuidado que puso ella, más el trabajo de los médicos, hicieron posible que Rolando volviera a La séptima puerta.

Porque sí,  mi amigo industrialista (su gran defecto) despidió el año 2017 en un túnel que lo halaba al lado de allá de la vida, pero salió y  al poco tiempo (cerca de un mes) ya estaba grabando su primer programa después de esos días que vivieron él, su familia y todos sus amigos.

Regresó con más bríos. Revisa sus novelas (“antes de  pasar otro susto” me dice y ríe, buen síntoma de salud),  escribe notas para Granma donde trabaja desde que era un jovencito y ve películas,  tiene que dejar hecho todo el verano porque, ¡es lógico! tendrá sus vacaciones.

Confeso seguidor–como  la mayor parte del universo cine- del canadiense Xavier Dolan, que en el 2008, a la edad de 19 años, dirigió y escribió su primera película,  (Yo maté a mi madre),  con la que ganó  tres premios en Cannes,  Rolando ha exhibido casi toda la obra de esa suerte de “l´enfant  terrible” . Ese es sólo un ejemplo. Así ha sido siempre desde que quince años atrás naciera La séptima puerta, un espacio de cine en el que Usted siempre encontrará buenas películas de estreno en Cuba y… polémicas, como debe ser el ARTE:

 -    “Por el programa ha pasado lo mejor del cine iraní, escandinavo, turco, de diferentes nacionalidades…. que se sustentan a partir de la calidad de la obra. Igualmente lo mejor del  cine norteamericano, o filmes que  se prestan al análisis. También hemos puesto verdaderos venenos para analizarlo, como 300, o, en este mismo año, El mayordomo” me dijiste en la nota que estrenó mi columna en el Portal de la Tv Cubana  ¿Qué ha cambiado cinco años después?

 -Los principios   de La séptima puerta se mantienen inalterables. Exhibir películas de calidad de todas partes del mundo y que mantengan al espectador informado y presto al análisis. El programa tiene un tipo de espectador garantizado, pero complace saber de la incorporación  de otros que siempre apostaron por el cine comercial, más ramplón y que poco a poco han ido descubriendo que el cine puede ser un aporte más estimulante a los sentidos y al intelecto. Y lo digo no por las cuatro razones que pueda aportar el crítico en cada programa, sino porque el nuevo espectador que se mantenga viendo y comparando verá conformarse en él un sedimento  cultural-cinematográfico  que le permitirá definir por sí  mismo  lo que vale  más sobre lo que vale menos, confusión que hoy día se está tragando a medio mundo debido  a las campañas  de marketing de las grandes casas productoras para las que el cine es, sencillamente, un negocio y no una vía de expansión y disfrute cultural

 -Apuntaste además  que “durante años se ha luchado con el horario y mucha gente escribe, o me para en la calle para decir que ven el comentario pero no pueden quedarse con la película, que si se exhibe pasada las diez y media de la noche, porque termina al otro día.” ¿ha mejorado en algún momento?

-El horario está peor que nunca y realmente uno se cansa de que así sea. ¿Cuántos son los que están dispuesto a empezar a ver un programa de cine que comienza muchas veces al filo de las once de la noche?  El ochenta por ciento de los espectadores sabe que no terminará de ver la película y, entonces, ¿para que verla? ¿Cine para dormir? ¿Cine de arte y pensamiento para estar cerrando los ojos delante de las pantallas?   Y de contra tener que aguantar al comentarista cuando los gallos empiezan a hacer gárgaras para cantar un ratos después. ¡No hombre! Y sin embargo, mucho ven La séptima puerta porque son amantes del buen cine y saben que no está perdiendo el tiempo. Tenemos un programa en el que se puede apreciar lo mejor y más reciente del mundo cinematográfico, películas de estreno, y lo tratamos como si fuera cine de relleno. Algunos amigos de otros países, o cubanos residentes allende los mares me dicen: “increíble, lo que ustedes exhiben”. Duele entonces ver cómo el agua dulce se va al mar esos viernes en que la programación  se recarga y La séptima   puerta es empujada y empujada hasta el borde mismo de la somnolencia, en no pocas ocasiones con películas tremendas que en cualquier lugar del mundo se matan por verlas. Además, se olvida algo muy importante: Hoy día la televisión juega un papel primordial en la formación del gusto, en “la alfabetización del gusto”,  como me  gusta llamar  a esa ardua empresa,  una alfabetización   que existe, y no se trata de decir mira esto y aquello,  sino de entregar  las herramientas indispensables para el discernimiento propio que permita salir del marasmo de la publicidad y la propaganda, y ello, por supuesto,    sin atentar  contra la libertad de que cada quien vea lo que quiera.

- En el momento  de aquellos comentarios  se estrenaba la presentación digital ¿no crees que es hora de cambiarla?

-Se cambió hace poco y por supuesto que mejoró.

- Háblame de la relación entre El paquete y La séptima puerta

-Cómo se sabe, el Paquete trae de todo y algunas de las películas que se ven en La séptima puerta vienen en ese Paquete, aunque cuando se exhiben en nuestro programa tienen una mejor calidad visual. Lo que no trae el Paquete es información sobre ellas, la interpretación que pudiera hacerse, quién es el director, qué pretende, cuál es su estética, si repite lo que otros hicieron; consideraciones artísticas,  políticas, sociales,  ideológicas… que ayudan a disfrutar un filme y además nos aporten conocimientos. Me encantan esos espectadores que buscan algo más que el tradicional “pasar el rato” y te aseguro que lo hay que saben mucho y han visto mucho y no se dejan pasar gato por liebre. Son de los que toman café a las doce de la noche para no perderse  La séptima puerta. Un aplauso para ellos

 - Dime ¿Cuánto te ayuda tu equipo?

-La séptima  puerta es un equipo muy bien llevado y ya se sabe que sin equipo a cualquier pretendido hombre orquesta le fallan los instrumentos. En ese equipo quiero destacar la participación de la asesora Mayra Lilia Rodríguez, batalladora sin par y siempre dispuesta a dar la lucha por lo mejor y lo más polémico, que es una de la razones de La séptima puerta, programa en la que tiene cabida todo lo que vale, aunque sean temas conflictivos y en otros tiempos imposibles de pasar en la televisión, que eso hay que destacarlo: un mayor comprensión por parte de los que dirigen para que el programa le de cabida a los antes impensable.

- ¿Logras poner todas las películas que tú crees deben ser televisadas?

-¡Todas! A veces con algún que   otro tira y encoge, pero ¡todas!, que para eso está el programa, para hablar y analizar de  todo lo que se presta a confusión, dudas o miradas extraviadas en relación con  algún tema, que hay buenas películas que piden a gritos el análisis y la polémica. No para decirlo todo, sino para provocar al espectador y así  participe en el debate.

-¿Y  grande éxitos de La séptima puerta, por qué ya no sale?

-Estuvo saliendo varios años a un buen horario por Multivisión, los domingos,  y cumplía  un cometido, porque a una horas más temprana la veían espectadores que por el horario se habían  quedado con las ganas en La séptima  puerta  habitual de los viernes, o habían dejado la película por la mitad. Lo último que me dijeron, antes de dejar de salir, es que estaban preocupados por  “cosas fuertes” que se veían   a las nueve de noche.

-  ¿Cuándo cumples los 15 años… de La séptima puerta, por supuesto?

-Con la primera película que se presente en la programación de este verano La séptima  puerta cumplirá 15 años, aunque me parezca que fue ayer el primer programa. Quince años durante los cuales hemos tratado de ir siempre más allá. En este momento, excepto en lo concerniente el asunto del horario, estamos en un buen momento y seguimos buscando lo mejor, incluyendo los premios provenientes de los festivales más prestigiosos, no porque los premios sean un SI absoluto, sino para que el espectador vea, comparece, aplauda o proteste. Ese es el objetivo. Hacer del programa una fiesta no solo cinematográfica. También del cacumen, del intelecto.

 

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