Vi a Yosley Carrero enseñando en la televisión  una cúpula de iglesia desbaratada por el tornado. Luego cazó notas de color en los días siguientes. Buen periodista,  negro,  joven, inteligente, telegénico, tiene todas las cualidades para que haya cazado una entrevista con él.

Meses hace que se la pedí y recibo las respuestas una jornada antes del Día de la prensa cubana y a pocas horas de haber compartido con él,  Victor Fowler y Yisel Martínez,  un programa En buen cubano sobre el entorno audiovisual cubano en la actualidad.

Espero que los lectores disfruten  de sus respuestas, como lo hice yo:

¿Cuándo Yosley quiso ser periodista?

-El Periodismo llegó a mi vida probablemente mucho antes de que tuviera conciencia de que sería la profesión de mi vida. Crecí en Castaño, una pequeña comunidad rural a pocos kilómetros del kilómetro 248 de la Autopista Nacional en el municipio Ranchuelo, en la provincia de Villa Clara. Además de los juegos tradicionales de cualquier niño de campo la televisión siempre ocupó una parte considerable del tiempo libre. No puedo decir que siempre quise ser periodista. Mi vocación profesional inicialmente fue por las CienciasExactas y luego por el derecho o la propia sicología. De hecho, en el IPVCE Ernesto Che Guevara en Villa Clara fui tradicionalmente concursante de Física , representando al centro en certámenes y encuentros nacionales .Creo que fue una sorpresa para muchos la elección por el periodismo .Lo que tenía claro era que me importaban las historias de gente con diferentes perfiles y el periodismo me otorgaba esa oportunidad .
¿Tienes familia en el gremio? ¿Algún conocido que influyera?

-Mis padres son de origen campesino, personas curtidas en las labores del campo cuya única referencia del periodismo les llegaba como consumidores de los productos de los medios de comunicación aunque con una notable preocupación siempre por acercarme al mundo de la lectura .La seducción por el periodismo comenzó en una etapa difícil para la prensa nacional a causa de las restricciones del periodo especial .Sin embargo, que antes de irse a trabajar al campo mis padres dejaban el radio encendido con el Haciendo Radio en la etapa conducida por Arleen Rodríguez y Álvaro de Álvarez .También están frescos en mi mente un programa de opinión conducido en horario nocturno por Julio García Luis y Renato Recio , así como las mañanas de domingo con Rebelde en Rebelde, un espacio donde los reporteros del Juventud Rebelde se iban a la radio a comentar las noticias y artículos del entonces semanario.  A eso pudiera agregársele los noticieros del Mediodía, el Noticiero Dominical o la salida del aire de la Revista Buenos Días, heredera de la Revista de la Mañana dirigida por Freddy Moros. Son  las buenas prácticas periodísticas realmente la mayor motivación que puede encontrar un joven en su formación.

¿Por qué la televisión?

-Tenía claro que sería la televisión o la prensa escrita, aunque también me apasionaba la   radio pero desde formatos que están tal vez menos vinculados con el reporterismo diario. He encontrado siempre en la televisión la posibilidad mayor para ofrecer un retrato más amplio de las noticias o relatos que cuento, aunque como estrategias discursivas me interesa hacer uso de herramientas ofrecidas por la literatura o el propio discurso de la publicidad en el sentido del poder de síntesis para expresar determinadas ideas.

El periodismo televisivo contemporáneo está mediado por la narrativa de otros formatos televisivos y de lenguajes que provienen de otras instancias, incluido el entorno digital, por supuesto. Me interesa no solo las entregas de reportes para una emisión diaria sino la producción de otras piezas de carácter investigativo, testimonial o documental que no necesariamente requieren del reportero frente a la cámara desde la estética de las notas pregrabadas o las transmisiones en vivo.

Quizá la previa inserción en los espacios Ponte al Día o el Noticiero Juvenil determinó, en alguna medida, el acercamiento a la pequeña pantalla. Esa fue la etapa de aprendizaje y aproximación a los primeros rudimentos del medio cuando un grupo de estudiantes universitarios asumíamos como sacerdocio el ejercicio de aprender a hacer televisión. Fue una etapa de confrontación entre la realidad y lo que planteaban los manuales peor sobre todo de crecimiento.

Te iniciaste en la difusión cultural ¿Por qué te inclinaste en los asuntos sociales?

-Me gradué en el año 2004 de la Facultad de Comunicación Universidad de La Habana. Ciertamente pasé inicialmente cuatro meses en la Redacción Internacional y a solicitud de Rosalía Arnáez pasé a apoyar la Redacción Cultural donde encontré un espacio de desarrollo profesional notable para mí. Luego pasé a la Redacción de Temas Nacionales, y aunque en un principio no fue una movida agradable para mi tengo que admitir que me permitió ampliar el espectro temático de los productos comunicativos que producía. Desde la cobertura de temas nacionales pude acercarme a la cobertura de huracanes en la isla, asumir la corresponsalía de la TV cubana desde Venezuela o contar historias de gente común de este país que no siempre aparecen en los medios. Creo que el periodismo que hago está muy lejos todavía del periodismo que potencialmente puedo hacer a partir de que la realidad cubana, más allá de las mediaciones de todo tipo, puede ser noticiable. El periodismo televisivo, como el periodismo nacional, debe ir más a los hechos y argumentos que a las emociones, más a la confrontación de fuentes que al discurso de los reporteros suplantando las voces de los funcionarios o servidores públicos.  Creo que el periodismo de interpretación ofrece un arsenal de potencialidades que son poco utilizadas en el contexto nacional. 

-¿Cómo vas a dar a En buen cubano? ¿Has sufrido por alguna roncha que se levante en ese espacio?

-En Buen Cubano llega como un llamado de la directora de televisión María del Carmen Vasallo, una persona con una notable experiencia y conocimiento del medio, quien ya antes me había convocado para otros proyectos. En Buen Cubano es un programa de opinión y debate donde se abordan temas que van desde el empleo juvenil hasta la migración, desde el consumo audiovisual hasta los problemas de género o los prejuicios raciales. Es un espacio que disfruto mucho y que tengo el privilegio de compartir en estudio con José Alejandro Rodríguez, una voz central en el ejercicio del periodismo de opinión en Cuba. Es una obra notablemente perfectible. hay muchas cosas que se pudieran aún hacer. Me ha permitido dialogar con número extenso de investigadores, líderes de opinión, activistas sociales y profesores universitarios. Cada emisión me revela cuánto hemos ganado en materia de cultura del debate, pero sobre todo cuando camino falta por recorrer.

-¿Desde cuándo sale Palco indiscreto?

-Palco Indiscreto tiene la edad del Canal Habana. Es un espacio de comentario en vivo sobre temas socioculturales. No está pensado como una plataforma de crítica artística ni una sección de facilitación social o relacionado con la figura del ombudsman. Se ha ido moldeando como una plataforma para analizar en poco más de cinco minutos, sin apoyo de teleprompter, temas que van desde la producción de símbolos nacionales o el consumo musical entre los jóvenes hasta el modo en que se construyen los patrones de belleza. El Palco Indiscreto sale dos veces a la semana por la Revista Hola Habana, que se ha convertido ya en una suerte de amigos que se divierten o la pasan bien haciendo televisión.

-¿Has pasado algún curso de tu locución o esa voz es innata?

-Yo no he pasado formalmente cursos de locución. Cuento con los rudimientos de la carrera de Comunicación Social, lo aprendido en algún curso brevísimo impartido por el Centro de Estudios del ICRT y lo aprendido de colegas del medio. No soy locutor, una profesión que respeto. Soy un periodista que cuenta sus historias y las noticias con los recursos que su voz le da. Los noticieros deben contar con balance de voces, con profesionales que cada vez comuniquen mejor desde los estudios y la calle, y sobre todo con gente que puedan dar solución elegantemente a los contratiempos y retos que impone el medio.
-Acabado de pasar el décimo congreso de la UPEC ¿Qué perspectiva le ves a nuestro sector?

-El periodismo en Cuba tiene los retos particulares y los globales. Creo que las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, así como el escenario digital suponen un nuevo contexto. Quizá haya que hablar del periodismo antes de Internet y después de Internet.

Para el periodismo televisivo la migración de las redacciones de los flujos analógicos a los digitales es también una tarea mayor. Muchas veces se piensa en el apagón digital solo desde lo técnico y se deja por fuera la generación de contenidos. Además, creo que hay un vacío que llenar además en materia de noticias de interés local. Más allá de que la radio cuenta con cierto nivel de capilaridad (alrededor de un centenar de emisoras en todo el país), la televisión dispone de telecentros provinciales y a nivel municipal en algunos casos, existe un déficit de noticias concernientes a los entornos más próximos de los ciudadanos. El empoderamiento digital pudiera dar respuesta a un tema como este.

El asunto de las modelos de gestión de contenidos y financiamiento es también medular en el futuro próximo. No solo se trata de encontrar maneras más eficientes de relatar historias o acceder a temas novedosos sino de contar con medios de comunicación que puedan contar con un modelo de gestión económica más a tono con los tiempos actuales. Finalmente creo que el periodismo en este país debe erigirse cada vez desde la autorregulación y la pluralidad, como una plataforma de servicio público donde quepan las voces de más jóvenes, más negros, más mujeres, más campesinos, más Cuba.

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