Entrevista a la guionista, conductora y directora de espacios televisivos Araiz Torres de Llano

“Soy profesora porque lo adoro. La televisión me ha hecho ser otra Araíz y, a la vez, la misma”. Así se define Araiz Torres, maestra por convicción, valiosa profesional de la palabra, graduada en el Instituto Pedagógico de Español y Literatura, devenida en directora de televisión.

Con una trayectoria reconocida en el gremio televisivo, llega hoy al Portal de la Televisión Cubana con una síntesis de sus más sobresalientes experiencias, las cuales se traducen en la realización de una serie de proyectos de los cuales bien vale la pena conversar.

De la docencia a la TV, ¿cómo fue ese tránsito y cuánto complementa la profesora a la conductora?

-Soy profesora porque lo adoro, es verdad que en un principio quise ser sicóloga, venían poquísimas plazas, de hecho, me hubiera encantado estudiar Sicopedagogía; pero en ese entonces la facultad estaba cerrada y me decidí por ser profesora de Español Literatura. No faltó en la familia quién me dijera: ¿Profesora? Pero, ¿al menos de Inglés, no? Y yo que español y español, jajaja.

“Mi papá me llegó a decir: ´Con tus notas eres la única persona que se va a meter cinco años para aprender a hablar bien´, jajajaj. Creo que es lo mejor que se me pudo ocurrir, porque siempre digo que el Español no es una asignatura sino una herramienta de vida. Cuando hablas, escribes y te comunicas bien eres más dichosa, se te abren más puertas, te entienden más, tienes un perfil profesional mayor y hasta te ven linda, jajaja.

“Cuando me gradué fui jefa de departamento de Humanidades dos años en una escuela Primaria y Secundaria “Rafael Carini”, de Arroyo Naranjo. Otros dos cursos me desempeñé como directora de la secundaria “28 de septiembre”, en 10 de octubre, y cuando me promovieron a metodóloga, al mes, de pronto, ¡pum!, caí en el Canal Educativo sin saber ni cómo. Me fueron a buscar compañeros de la Dirección Provincial de Educación ante la inminente apertura del canal. Yo, jovencita de Español, muy buena en la asignatura, era la candidata perfecta de 10 de octubre.

“La TV educativa fue una bendición y un parteaguas en mi vida, que nunca volvió a ser la misma. Me volví noctámbula, perfeccionista arriesgada y trataba por todos los medios de hacer las cosas como mi corazón me decía. Eso me trajo mil rollos porque todo era casi siempre diferente a lo que esperaba, y a la larga funcionaba; pero me desangraba en el camino, jajaja.

“De un lado había quienes veían la televisión educativa como un subgénero, algo para ganarse la vida, pero no era “obra”, así que no me querían haciéndome la profunda y la creativa. Otros consideraban que un profesor debía ser lo más ortodoxo del mundo y yo, entre las dos aguas, quería ser diferente, atrevida, emocional, profunda y muy maestra. Era una química explosiva. Tuve quien me amara y me odiara con la misma intensidad, por suerte, ya no.

“Siempre fui así. Me decían que a los 30 se me quitaba y ya voy para 46 y estoy peor, jajaja. Cuando quise por primera vez enseñar Cecilia Valdés en la escuela Carini, no lo hice con los libros del almacén, hice una versión para teatro, se la llevé al actorazo Miguel Navarro, que era vecino de la escuela. Me dio su visto bueno y fue a mis ensayos y todo. Hice un casting en la escuela. Le llevé un ramo de príncipes negros a la Santa Bárbara de Leonor, la esposa del maravilloso Barbarito Diez, y ella me prestó vestidos de quinceañeras, uno de boda y ropa para los varones. Hice una única puesta en escena, de 1 hora y 10 minutos. Toda la escuela se aprendió la obra. ¿Sabes quién era la narradora? Dayli Sánchez, la periodista de Deportes, que ahora veo en la televisión y era maravillosa alumna mía entonces.

“En una ocasión, cuando tuve que hacer las primeras 200 videoclases para 7mo grado, me dio un ataque de pánico en la número 100. ¡Eran demasiadas! Ediciones de madrugada, hacía casi nueve grabaciones a la semana, con niños que tenían que aprender en el estudio, yo los evaluaba con registro y todo. Entonces, una persona me dijo: ´aguanta, que cuando esto termine vas a hacer lo que quieras en TV´, y fue cierto. Esa fue mi escuela y creo que un poco cogí algo de comunicadora y, por consiguiente, me hice después una especie de conductora por el mismo fogueo ante las cámaras, el nivel de improvisación e interacción que tuve que desarrollar y la preparación que adquirí.

Has logrado fomentar el estudio del español de manera singular, ¿cómo lo logras y cómo surgió la idea?

-Siempre me gustó que mis alumnos vieran mis clases y las disfrutaran, que no fuera una imposición, sino un disfrute. Yo digo que hay tres reglas de oro para dar clases en TV: si motivas, te atienden, y si te atienden, te entienden, así de sencillo, y me ha funcionado más o menos como 500 veces, jajaja.

“Me propongo que estudiar el idioma sea como un aprendizaje para la vida, no un listado de objetivos y contenidos a dominar, algo así como lo que sugería Martí, aprender como jugando. Siempre he intentado activar la mayor cantidad de sentidos en función del aprendizaje, para eso estudio, busco mucho y trato de armonizar las imágenes y los textos escritos, que las clases sean enriquecedoras, reflexivas, polémicas, un todo y un bálsamo para el alma de las personas, porque no solo trabajo para mis alumnos, sino para la familia en general. ¿Sabes? Las ideas se me ocurren casi siempre cocinando y voy guardando y guardando en mi baúl mágico.

¿Cómo valoras tus experiencias en TV y cómo te defines luego de vivirlas?

-Mis experiencias en TV han sido variadas y maravillosas. Recuerdo que cuando terminé ese proyecto de las 200 clases, me quedé medio lela, no sabía qué hacer con mi tiempo, ni se sabía si nos quedábamos en el Canal Educativo porque hacíamos una prestación de servicios. Logré, por mediación de alguien, un contrato de verano en Hurón Azul, el informativo de Arte y Literatura, y ahí empecé cubriendo a la recepcionista, después me volví asesora del director, luego fui asistente de dirección y, posteriormente, su guionista. Obtuve con un programa sobre Lorca el Premio de Mejor Guion en el Festival de Televisión.

Colaboré en proyectos vinculados al Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, a la Feria del libro, documentales, videos clip y así llegué a De tarde en casa, como asistente de dirección, y finalmente me hice directora de TV; pero nunca me desvinculé de mi TV educativa que adoro. Por ese tiempo creé La cartelera escolar, Hoy para mañana y, luego, Letra con Arte.

“Después de estas experiencias soy otra Araiz y la misma a la vez, otra porque mi percepción del mundo y del audiovisual es diferente con una óptica nueva. Soy una espectadora distinta, más exigente, me demoro mucho viendo los créditos, memorizo nombres, hago búsquedas, profundizo porque aprendí que nada está por gusto en la pantalla, y por supuesto, soy una espectadora selectiva, disfruto de decodificar cada plano, sonido, efecto, cada texto, o al menos lo intento más. Eso se lo he pegado a mis hijos y a mi esposo. Soy la misma, con los mismos deseos de hacer, lo que con más herramientas”.

¿Significa que es la TV tu otra pasión?

-Dar clases es mi pasión. Si doy clases olvido los problemas, soy más divertida y hasta se me baja la fiebre si estoy enferma, te lo juro. Siempre digo: “Soy la profe Araiz”, en cualquier cosa que haga porque esa es mi esencia. Trato de enseñar lo mucho o poco que sepa y de transformarle la mente y el corazón a las personas que me escuchan, con la promesa absoluta de que un mundo mejor es posible. De todo lo demás soy una buena aprendiz, por eso me hice directora de TV hace años, para evitar: “Eso no se puede hacer, profe”, que me encendía, jajaja

“También me hace mover el corazón la televisión ¡Claro! Como directora he podido realizar muchas de esas ideas que me rondan la cabeza, locas por salir. He creado un buen grupo de trabajo con personas que me entiende con solo mirarlas. Ya tengo tres documentales que disfruté mucho: Caminando con Pablo, que habla de Pablo Ramos, el creador del universo audiovisual del niño latinoamericano; Vivir en jazz, sobre El día mundial del jazz celebrado en Cuba, con la participación de 17 importantísimos músicos cubanos y un norteamericano; y Korimacao antes ¿y ahora?, que me encantó disfrutar la vida de la Ciénaga de Porto y sus muchachos.

“De la serie histórica Entonces y Ahora, que ojalá se logren transmitir todos los capítulos, se han puesto solo 9 de 30 que produje para Cinesoft. Este es un acercamiento diferente a la historia, con Rubencito Araujo y Joel Cordoví, esa que no aparece en libros y hasta constituye un tabú. Entre otras cosas más también está el programa Aprender a Mirar, que recién anuncié (en Al mediodía)”.

¿Cómo imaginas que sea recepcionado este próximo proyecto televisivo?

-Eso nunca se sabe; pero este proyecto es una retransmisión del espacio que se estrenó un verano por Cubavisión. Aunque no tuvo mucha promoción, sí alcanzó muy buena aceptación. Espero que se haga otra temporada y ahora haya más personas que opinen, no me gusta sentenciar yo. Es una revista variada que propone enseñar a las personas a decodificar el audiovisual. La hicimos un grupo de amigos, fue muy trabajoso y simpático todo, eso sí, realmente lo disfrutamos mucho.

Hice el guion, la dirección y la conducción, generalmente escribo lo que hago porque me es más fácil y soy muy majadera, aunque después me quejo porque soy vaga también para escribir. Iván Barreto, director de Cinesoft, tiene momentos como presentador y como invitado, creo que eso no lo ha hecho mucho en televisión. Los temas son diversos: mitos y realidades de los animados y el peligro del autismo inducido en los niños por hiperexposición, si los transexuales son propios de este siglo o no y sus conflictos internos, ¿cambios de orientación sexual en los cuarenta?, el divorcio, la anorexia, la moda, la publicidad en Cuba, la frialdad en las relaciones sexuales. Hay invitados de todo tipo, desde intensivistas, siquiatras, diseñadores de moda, profesores, modelos hasta cirujanos plásticos. El programa muy dinámico y siempre se muestra algo formal dentro del lenguaje audiovisual para comprender su funcionalidad, posibilita otra manera de comentar lo que vemos en pantalla”.

Mientras terminaba esta entrevista y aún sin hablar de ello, de seguro Araiz va pensando en otro proyecto. Y es que esta versátil mujer, comunicadora por excelencia, como profe o discípula, como tutora o tutorada, o –como siempre– colega y amiga, se las ingenia como pocos para crecer y hacer crecer a quienes por una razón u otra han /hemos estado cerca de su inquieto talento.

 

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