Las tarde-noches de mi infancia no fueron siempre las más alegres, por una extraña tendencia a la soledad que me ha acompañado hasta la adultez. Pero un día, movido por el aburrimiento, prendí el destartalado radio Selena que celosamente guardaba mi abuela en su cuarto para oír radionovelas. Entonces la escuché, espantando una grandiosa carcajada y exclamando su frase más icónica: “¡Qué vida más sana, qué aire más puro!”

Los pintorescos personajes que confluían con ella en aquel mítico programa humorístico, la llamaban Estervina.

Desde esa tarde, Estervina y los otros habitantes de aquel edificio multifamiliar se convirtieron en mis amigos radiales; los más leales, los más sinceros, los que en clave de comedia me transmitían incontables valores que a día de hoy siguen intactos en mí. Pero muy pronto aprendí que esa despampanante mulata de labios carnosos y cuerpo de guitarra—así la imaginaba yo—llevaba por nombre Aurora Basnuevo, y que era uno de los mitos vivientes de nuestros medios de difusión.

La cubanía y el frescor juvenil que siempre ha conservado Aurorita en su voz permitieron que más de cinco generaciones de cubanos la siguieran y prefirieran en sus vidas. Cuando en Alegrías de sobremesa no estaba Estervina algo faltaba. Sus dicharachos, su bis cómica y la impresionante capacidad de improvisación que la actriz posee, llevaban al programa a otro nivel.

Pero el público cubano siempre ha tenido claro que Aurora Basnuevo es más que Estervina. Es también la joven maestra normalista, la apasionada cantante, la actriz dramática, la madre sufrida, pero incansable, y la mujer ardiente y amante de un solo hombre, con quien creó una de las parejas artísticas más queridas de la farándula criolla.

¿Qué niño cubano no ha escuchado “Juan, me tiene sin cuidado” o “La pavita pechugona”, en la voz de la Basnuevo? ¿Cuántos no la hemos querido u odiado en personajes dramáticos de telenovelas como Diana o Bajo el mismo el Sol? De Aurorita siempre se puede esperar excelencia y compromiso en todo lo que hace. Ahí está su Dolores Santa Cruz en Cecilia Valdés y la encomiable labor de conductora y cantante de la revista campesina Fiesta Guajira.

Quienes han tenido la dicha de conocerla hablan de una mujer franca, natural, dispuesta siempre, presente. A fin de cuentas, Aurora Basnuevo no es más que la alegría de todo un pueblo optimista, guerrero, fiel, como ella misma lo ha sido para con nosotros durante más de seis décadas.

La historia de nuestros medios de difusión tiene desde ya un sitio privilegiado para la “mulatísima”, la mujer que con su “¡Hola, estos muchachos!”, levantaba los aplausos y ovaciones de los más difíciles públicos; la que nunca ha dejado de sonreír, ni en los momentos más duros. Para ella, para su impronta, habrá siempre un lugar en los corazones de los cubanos. Mucho amor y mucha luz en su vida es lo que deseamos hoy, porque… ¡Caballero, Estervina lo que tiene es un corazón…de este “tamañongo”!

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