Convocamos a Orlando Cruzata y Joseph Ros, destacados realizadores de videos clips en Cuba, para analizar la influencia del audiovisual en la circulación de la música en Cuba.

La producción es creciente, los estándares de calidad se consolidan y la influencia de este género audiovisual en la circulación de la música cubana es más que notable. El acceso cada vez más democrático a las nuevas tecnologías impone nuevos escenarios para la creación y la socialización de la música y su expresión audiovisual. Convocamos a dos reconocidos realizadores para debatir sobre estos temas.


—¿Qué rol desempeña actualmente el vídeo clip en la promoción de la música?


ORLANDO CRUZATA: El vídeo clip se ha convertido en un elemento decisivo en la circulación de la música. No solamente en Cuba, sucede en todo el mundo. Pero en Cuba ha tomado un rol protagónico. Muchos músicos lo dicen: tema que no tenga un vídeo clip, tema que no camina, que no llega a la población.

Esto te de una medida de cómo el vídeo clip se ha convertido en protagonista de la música, y por tanto, cuán delicado, cuán cuidadoso hay que ser en cuanto a la programación de estos materiales.


JOSEPH ROS: Yo estoy seguro de que el vídeo clip es fundamental en la difusión de la música a nivel global. Cuba no se ha quedado atrás en ese fenómeno, y a medida en que el vídeo clip ha tomado fuerza como movimiento (y no solo en el mundo de la música, creo que tiene influencia en la cultura en general), las disqueras han tenido que asumirlo como parte de sus procesos creativos dentro de la industria.

Eso, por supuesto, ha garantizado una mayor visibilidad de nuestros artistas y nuestra música en todo su espectro.


—Pero el acto de hacer un vídeo clip, independientemente de la calidad, ha dejado de ser el privilegio de algunos elegidos.  


OC: La propia democratización de las tecnologías, la propia digitalización han permitido que muchas personas tengan acceso a la producción de audiovisuales. Eso de por sí no hay que verlo de forma negativa, pienso que ha sido una demanda desde los años sesenta. Ahora con todas las posibilidades que tienen las cámaras y hasta los propios teléfonos, muchas personas se sienten en la capacidad de hacer audiovisuales.


A eso súmale que ahora cualquiera pude editar en su casa y puede subir lo que edite a cualquier red internacional, como Youtube o Facebook… y pueden llegar a verlo millones de personas. O sea, ese protagonismo que tenían la televisión y la radio se ha ido diluyendo, ahora son muchas las vías en que te puede llegar un vídeo clip.

Ahora bien, algunos creerán que por tener el celular o la cámara ya son realizadores y eso lo único que prueba es que tienes el equipo para hacer la filmación. Ya el tema de que logres una realización correcta, que tenga al menos cierto vuelo artístico, estético (teniendo en cuenta los objetivos con el que haces ese audiovisual) tiene que ver con el talento que esté detrás de esa tecnología.


—En ese sentido, ¿qué mediaciones puede establecer la televisión?


OC: Yo creo que la televisión en Cuba sigue teniendo un rol protagónico. Hay lugares en que no, pero en Cuba sí. Y aunque se hacen más de 400 vídeos clips al año en Cuba, no todos pasan por la televisión.


Eso hace que la televisión juegue el papel del “purificador”, del curador, teniendo en cuenta que existe una política cultural, una política de programación. Se supone que la persona que esté detrás de cada programa tenga un criterio sólido de por qué se pone una cosa y por qué no se pone otra.


Así que la televisión “acuña” los videos que trasmite: si este video se pone en la televisión es porque al menos cumple con la política cultural del país, cumple con ciertos requerimientos estéticos.

Por eso insisto en que hay que tener la responsabilidad, de manera de que lo que tú programes debe tener una calidad al menos de la media hacia arriba.


No estamos hablando de censurar, creo que la palabra censura a estas alturas sería tonta, hay muchas plataformas donde pueden aparecer estos clips. Yo estoy hablando de poder priorizar, que es una posibilidad que te da la televisión: Esto es bueno, esto está por encima de la media.


JR: La televisión en este minuto está teniendo la responsabilidad de filtrar y jerarquizar (en los contenidos sobre todo) el tipo de vídeo clip y por supuesto de música que se exhibe, que se propone.


Creo que al haber esa “democracia” tecnológica a la hora de poder filmar y editar un audiovisual, y al contarse con ciertas posibilidades para difundirlo en las redes sociales, a nuestra televisión le corresponde establecer ciertas jerarquías.

Hay debe intervenir, por supuesto, la crítica; deben tenerse en cuenta los perfiles editoriales de cada espacio que trasmite vídeos clips. Y está claro que debe haber un sentido de compromiso y responsabilidad por parte de los responsables de esa programación.


Y al mismo tiempo, la televisión tendría que ser de alguna manera cronista y catalizadora de ese movimiento.


—¿Cómo lograr un equilibrio entre la calidad musical y la calidad audiovisual? ¿Cómo hacer “la crónica” y al mismo tiempo establecer sólidas jerarquías?


OC: En los primeros años del proyecto Lucas, trasmitíamos la mayoría de los vídeos que recibíamos, pero la cantidad de vídeos que se hacen ahora mismo te permite ser un poco más selectivo.


Hay muchos vídeos que ahora mismo no se ponen en el programa. Algunos porque son realizaciones muy pobres, no por el presupuesto, sino pobres en ideas, estéticamente, pobres de alma y de corazón. Pero están ahí, y a nosotros nos sirven como archivo, como memoria de una época.


Pero insisto, la televisión (y Lucas) tienen que estar a la altura de la política cultural del país, tienen que cumplir la política de programación del Instituto Cubano de Radio y Televisión. Y sobre todo, tienen que establecer esa diferencia.  


JR: El vídeo clip tiene una manera muy clara de funcionar: el sesenta por ciento del éxito de un vídeo clip radica en la música. Lo que pasa es que en Cuba el vídeo clip ha venido a llenar muchos espacios que estaban vacíos en el mundo del audiovisual. Muchos realizadores encuentran en el vídeo clip una forma de expresión y de realización personal y profesional.

Sucede que a veces los realizadores quieren aprovechar todas las oportunidades que aparezcan para hacer un vídeo, y ahí pueden surgir esos “choques” entre calidad musical y calidad audiovisual.


Por otro lado, muchos realizadores han encontrado en el vídeo clip una forma de mantener su economía. Es algo también válido.


Creo que la cuestión está en los que producen la música, los que tienen la responsabilidad de promoverla.


Yo, en lo particular, lo he resuelto de una manera: sencillamente no me involucro en proyectos que no me convencen. Eso, por supuesto, no limita géneros musicales ni tipos de contenidos. Yo creo que el arte es muy rico. El punto está en cómo se enfoca.

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