João Emanuel Carneiro y su equipo de escritores reserva­ron las mejores balas para el final de Nuevo sol, la telenove­la brasileña que se despide esta semana en el horario estelar de los martes, jueves y sábados de Cubavisión.

Ya habíamos comentado acerca de la dilación de la his­toria, la introducción de tramas irrelevantes, que no aportaban mucho al planteamiento gene­ral, con tal de mantener entre­tenido al auditorio. Es práctica habitual, pero a veces se riza el rizo.

Y aquí, para colmo, esos regodeos atentaron en buena medida contra la cohesión y la coherencia de la propuesta. De hecho, los autores no dudaron en violentar las concepciones iniciales de algunos persona­jes, con tal de adaptarlos a las necesidades emergentes de la narración.

Pero se ha rectificado en cierta medida el tiro, pues la intriga y la revelación final, los padres perdidos de Carola, son lo suficientemente atractivas como para sostener las últimas peripecias.

No obstante, el espectador ha debido perdonar no pocas incongruencias y soluciones más o menos drásticas o apre­suradas de varios personajes y conflictos.

Y para gratificar a los que aman las regeneraciones mo­rales, muchos de los villanos se han enmendado, y terminan en paz y armonía. Las plácidas escenas en la casa de Severo Athayde, que hasta hace poco era un inmisericorde campo de batalla, son quizás el mejor ejemplo.

Los capítulos finales toda­vía pueden reservar sorpresas, asociadas al destino de la inefa­ble Laureta (qué extraordinaria fuerza expresiva la de Adriana Estevez).

Para las postrimerías, cuando no importan tanto las estadísticas de audiencia, los escritores suelen sentirse más a gusto… y eso repercute en la historia. Ojalá la edición inter­nacional no mutile demasiado el desenlace, que también ha pasado.

En resumen, no hemos vis­to la mejor de las telenovelas de Carneiro, hubo aquí bastante lugar común y trampas no muy imaginativas. Pero la suficien­cia de la puesta y la empatía con el elenco han salvado no pocos escollos.

El singular encanto del romance de época

Nathalia Dill y Thiago Lacer­da, dos viejos conocidos del público cubano, protagonizan Orgullo y pasión (Globo, 2018), que sustituirá a Nuevo sol en las pantallas cubanas. Se tra­ta de una historia de Marcos Bernstein inspirada en varias novelas de la célebre escrito­ra inglesa Jane Austen (1775-1817). Se regresa a la tradición de la telenovela de época, con tramas más románticas, mar­cadas por un fino sentido del humor.

Aquí se narra la vida de Elisabeta, una mujer con sue­ños y ambiciones que trascien­den su tiempo. Ella vive con cuatro hermanas, cada una con personalidad diferente. La protagonista tendrá un giro en su vida cuando conozca a Dar­cy, con quien tendrá una arro­lladora relación…

Cambio de aires en el espa­cio de la telenovela brasileña. Estaremos al tanto.

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