Cuando un televidente o lector queda con deseos de seguir viendo o leyendo una obra, el artista que la realizó debe quedar satisfecho. Muy malo es cuando abres el libro o ves un capítulo por obligación. Yo quiero más Promesas, esa serie que ha conmovido a una buena parte del público cubano.

Amílcar Salatti presentó la idea general: todo ocurre en un pasaje, un apagón es el delgado hilo que entrelaza las historias, además de personajes que aparecen fortuitamente en más de un capítulo.

El guionista que casi todo lo que toca lo convierte en oro, afirmó: “Asumí como guionista cuatro capítulos y un quinto en coautoría con Albertico Luberta. Hablan de la ira, la fidelidad a la familia, la adicción a las tecnologías, la paternidad y el amor de pareja. A grandes rasgos esos son los temas”.

Y subrayó: “Creo que Promesas es una serie novedosa en su concepto, forma de producción y escritura. Creo que fue un intento de trabajar un poco más parecido a cómo se hace en otras partes del mundo”.

Serie de doce capítulos con historias independientes. Serguei Svoboda, Eurídice Charadán, Lil Romero y Alberto Luberta, también escribieron historias, y Yoel Infante, Ricardo Miguel González, Jorge Campaneria y José Víctor Herrera las dirigieron.

La directora general fue Mirta González Perera, quien logró dar coherencia a distintos géneros y formas de presentar un audiovisual, en este caso a doce tele dramas porque cada uno tiene 55 minutos y es por sí mismo una historia.

Fotografía, escenografía, edición, dirección de arte, actuación son renglones que clasifican con una calidad superior a la media de las propuestas cubanas similares.

“Mirta y yo solas, en tan larga y maravillosa convivencia haciendo Promesas, hablamos con estas mismas palabras deseando que así fuera la acogida y lo que con ella significa en la vida de la gente. Una obra no puede quedar vacía”, escribió Giselle Crespo Alonso, la editora, en un comentario en Facebook, por un post del colega Félix Alexis Correa que pondera las virtudes de la serie.

En una entrevista la directora me confesó: “Editamos en lugares diversos, pero llegábamos a terminar en la casa de Giselle Crespo, quien es la editora y estuvo ocupándose de la postproducción, y terminamos sentadas en la cama de la mamá y la abuela por horas diariamente, solucionando problemas de la edición base, de los colores, de la música de la unión; fue un trabajo de tejido y de abnegación junto con la familia, fue una experiencia muy grata”.

Yailene Sierra, Rolando Rodríguez, Luis J. Mujía, Carlos Gonzalvo, Yeny Soria, Aramís Delgado, Alejandro Cuervo, Maikel Amelia Reyes y Yohandis Aballe, entre otros actores y actrices, desempeñan roles estelares. Como estelar es la narración en off del actor Luis Alberto García, quien conversa con el televidente de lo esencial de cada capítulo.

Al preguntarle sobre el uso de diferentes estéticas, Mirta me comentó: “Queríamos que no fueran vistas de igual forma, para dar un enfoque diferente de las desiguales personalidades que tiene nuestra población, además es algo muy en uso que en un proyecto existan varios directores y varios escritores,  y en cuanto a las estéticas te puedo decir que sí y que no a la vez: a partir de la lectura de todos los capítulos se traza  un criterio estético general para la serie y también particular por cada capítulo.

“El sueño hubiera sido que todo el movimiento de diseño de fondo hubiese sido muy coherente, y también que se viera más vida de la gente que vive en los lugares donde grabamos, pero esto resultaba muy difícil. Trabajé con un equipo muy nuevo que hizo dentro de sus posibilidades, pero realmente estoy contenta con el trabajo. Mis propuestas eran demasiado engorrosas y entraban muchos elementos, pero logramos algo de lo propuesto.

“Coordinar el trabajo de muchas personas es difícil, pero se hizo fácil, más aún cuando todas las historias me encantaban. Si queríamos hacer un muestreo de la vida del cubano, debíamos hacerlo con puntos de vista diferentes. Me parece que se logra ver la vida y cómo vive cada uno de los personajes de la serie. En eso influyó el diseño de vestuario, maquillaje, peluquería y diseño para cada uno de los actores.

“Tuve además diseñadores de arte, totalmente nuevos, pero fue en sí muy trabajoso, más aún por donde filmamos: en lugares donde viven muchas familias, tuvimos que coordinar horarios, silencios y muchos otros temas de producción que influyeron en el desarrollo final. En el lugar donde más grabamos contamos con la colaboración de unos vecinos de dos familias, que se entregaron al proyecto totalmente y fue tanto que terminamos siendo parte de ellos y viceversa.”

Mirta apuntó, además: “En la fotografía dimos tumbos. No fue algo coherente. Desde el primer momento pensábamos tener una directora de fotografía, pero por cosas y tiempos no pudo estar, y tuvimos que pensar en qué solución dar. En eso uno de los camarógrafos asumió la dirección de fotografía y era una de sus primeras cosas como tal, la otra fotógrafa muy joven también daba sus criterios. Se debatió todo, hasta los conceptos de iluminación, pero ahí dejo de contar muchos de los problemas que tuvimos, de braveza, de no estar de acuerdo en filtros en cámaras (…), pero avanzamos a pesar de los obstáculos. Luego en posproducción pasamos por inundación y, por supuesto, llegó la pandemia. PROMESAS prometía problemas y lo logró.”

La experimentada directora (de Cuando el agua regresa a la tierra, Salir de noche, La hoja de la caleta) habla de los debates entre y con los guionistas, y subraya: “Se trabajó con dos directores de arte para buscar diferencias estéticas en cada capítulo y que no rompieran la línea general, se vigilaron todos los detalles.

“¡La presencia constante de lugares y calles de la ciudad no es casual, persigue un objetivo, devolvernos nuestra ciudad…! ¡Vernos! Descubrir a estos personajes entre nosotros, con sus sueños y fracasos, con sus virtudes y defectos…”

Mirta acota: “Me parece importante tocar el trabajo de post producción. Tuvo tantos altos como no puedas imaginar, en buscar la persona que hiciera las correcciones de color porque estábamos grabando con dos equipos diferentes, aunque eran similares, eso fue algo también muy trabajoso.”

Y confiesa: “Para la Casa productora fue muy angustioso el proceso, la música de Kelvis (Ochoa) se demoró casi un año, y tuvimos que volver a editar y musicalizar desde el principio. Todo fue como grabar una película, no como cuentos porque cada capítulo tiene alrededor de más 50 minutos y a mi juicio se hicieron en tiempo record y lo logramos nosotros, lo logró la Televisión cubana, lo logró la Casa productora de telenovelas, que es un centro que lucha por hacer cosas de calidad.”

Sí Mirta, al final ustedes lo lograron y …yo quiero más promesas.

 

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