La hija oscura, que exhibirá la televisión en el verano, nos cuenta de una enigmática académica de 48 años de edad que se va de vacaciones a una playa de Grecia
Gustave Flaubert repitió hasta el cansancio que su icónica novela respondía a la ficción y que Madame Bovary era él mismo, pero recientes investigaciones aseguran tener un alto porciento de certeza en cuanto a que el personaje existió y que fue amante del escritor en su juventud, lo cual no le resta grandeza a la obra.
Imbuida por el romanticismo literario, la señora Bovary rompió vínculos matrimoniales para entregarse a un amor tortuoso que la alejó de patrones establecidos en cuanto a lo que debe ser «una buena madre». Tras un proceso legal que la acusaba de inmoral, la novela fue convirtiéndose en referencia para nuevas historias, ya fueran literarias o fílmicas. Algo estaba claro para los que volvían sobre el tema: aunque el clásico de Flaubert tenía en su centro una historia de adulterio, lo que en verdad lo hacía meritorio era el análisis del personaje y el entorno social en que se movía.
Sin quitarse a Flaubert de la cabeza, la debutante Maggie Gyllenhaal dio a conocer en 2021 La hija oscura, disparada a planos estelares no obstante tratarse de un primer largometraje. Coincidiendo con el filme, la realizadora declaraba que «se había propuesto tratar un tema del cual las mujeres han preferido permanecer en silencio de manera colectiva y durante mucho tiempo».
¿Pero qué tema? La hija oscura, que exhibirá la televisión en el verano, nos cuenta de una enigmática académica de 48 años de edad que se va de vacaciones a una playa de Grecia. La mujer está sola y quiere pasarla bien, pero sus recuerdos se avivan luego de conocer a una familia que irrumpe ruidosamente en la costa, y en especial a una muchacha que debe atender a su hija pequeña. Mirándola, la protagonista, interpretada por una fabulosa Olivia Colman, empieza a evocar a la madre joven que ella misma fuera y las contingencias que debió enfrentar, pues aun siendo un talento en su profesión, le correspondía quedarse en casa cuidando de dos hijas. Monotonías, incomprensiones y un excelente estudio de personajes marcados por la sexualidad, la maternidad y el impulso bovaryano de cerrar los ojos y dejarlo todo atrás, se alternarán en este filme de sorpresivos giros.
A la profesora joven la interpreta Jessie Buckley, a la misma altura de la Colman, dos mujeres en una que ponen ante el espectador la contundencia de sus crisis y frustraciones. La historia está basada en una novela de Elena Ferrante, seudónimo de una escritora italiana a quien nadie conoce y con un éxito editorial rotundo, siempre a partir de historias femeninas. Del filme emanan ideas que no han perdido actualidad al paso del tiempo y se hacen más urgentes en un presente en el cual las mujeres siguen luchando por transformar viejos hábitos y subordinaciones, no pocas veces bajo la mirada condescendiente de aquellos que aplauden y dan vivas, mientras, volteando la cabeza, farfullan que sí, pero «hay cosas» que no deben tocarse.
Si la Bovary de Flaubert fue una vez sentenciada por la sociedad, la profesora de La hija oscura no lo será menos. Ahora todo radica en ver cuánto ha cambiado el tiempo, y con él, las sutiles comprensiones de los que juzgan.
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