Hoy, cuando Corazón Feliz ya ha recorrido dos años desde su primera salida al aire, el programa suma nueve temporadas y más de cien programas en trasmisión con la certeza de que la realización audiovisual para niñas y niños en Cuba es tan posible como necesaria; por más obstáculos que se crucen en el camino. 

En el año 2020 muchos proyectos se troncharon a razón de la COVID-19 y otros, a fuerza de voluntad, prevalecieron. Tal es el caso del Primer Encuentro Internacional de la Canción Para Niños y Niñas Corazón Feliz que, dadas las circunstancias, se realizó de forma no presencial. Sin embargo, la iniciativa no quedó ahí sino que pasó a ser habitual en la pequeña pantalla a través de la señal del canal Cubavisión. 

Con la confluencia de muchos empeños, este engranaje comenzó a funcionar de forma indetenible: las actuaciones de Teatro Las Estaciones; la dirección general de la cantautora Rochy Ameneiro; el arte y sensibilidad de los Premios Nacionales de Teatro Rubén Darío Salazar y Zenén Calero, el primero a cargo del guion y del mando artístico, y el segundo al frente de la jefatura del arte. 

Aun cuando en los inicios del programa televisivo eran inevitables los viajes –en pleno–  del equipo de realización hacia Matanzas, el apoyo del Instituto Cubano de la Música, de “El Canal de Todos” y de los Estudios de Animación del ICAIC (Instituto Cubano de Animaciones e Industria Cinematográfica) permitió que el proyecto fuera posible a pesar de la tensa situación sanitaria. 

“Actualmente estamos filmando en los Estudios de Animación del ICAIC, tenemos una escenografía nueva  y, además,  hemos incorporado la lengua de señas en nuestros programas”, comenta Ameneiro, siempre dispuesta a asumir de manera receptiva las críticas y sugerencias.

 Asimismo, la artista afirma que aunque ya no estamos asediados por la pandemia de coronavirus, los retos todavía son muchos. Ella subraya que el impulso primigenio todavía prevalece: las ansias de realizar un producto para la infancia con mensajes de cultura de paz y canciones hechas para sus edades, así como soñar nuevas metas que pongan el corazón feliz. 

Un ejemplo para (re)producir en el patio de nuestra casa

Canciones, videoclips e historias se conjugan para, junto a Pelusín del Monte (el Títere Nacional), hablarle a los niños y niñas cubanos que los elementos tradicionales de la cultura del nuestro país forman parte de esa raíz que nos hace únicos... 

Un propósito sin dudas plausible cuando los infantes de la Isla también están expuestos en la actualidad a materiales audiovisuales de procedencia foránea que nada tienen que ver con nuestra identidad. 

En ese sentido, el dramaturgo Rubén Darío Salazar que el equipo se propuso objetivos “sencillos”: promocionar buena música, desarrollar historias interesantes para el aprendizaje de los niños y las niñas, cultivar una estética visual que no sea descuidada y apostar por los auténtico. 

Un horizonte creativo al cual es necesario sumarle que “todo se ha hecho con un presupuesto económico exiguo, o sea, sin muchas pretensiones sin ninguna ínfula”, explica el director del Teatro Nacional de Guiñol y del grupo Las Estaciones. 

Corazón Feliz se va adentrando en el espíritu de series infantiles como La sombrilla amarilla, que marcaron la niñez de varias generaciones – incluso de aquellas que la vieron por retrasmisión– y son la muestra fehaciente de lo poco que tienen que envidiarle las propuestas cubanas a otras extranjeras de corte similar y destinadas al mismo público. 

A la vez, el programa (como algunos de sus predecesores) resalta que un buen material es atemporal. Esos son resultados de personas inteligentes, arriesgadas, con imaginación y talento, como afirma el profesor Salazar. 

El apasionado titiritero considera que “para la infancia nunca haremos lo suficiente, mucho menos desde un medio tan intenso y con productos consumidos de manera cotidiana. Es como una boca hambrienta e insaciable; pero a realizar programas dignos sí podemos aspirar, aunque no sean suficientes”. 

 En tanto, la directora de Corazón Feliz comenta que se hacen esfuerzos por renovar las propuestas televisivas para la infancia a las cuales debe sumárseles la responsabilidad que conlleva educar a las nuevas generaciones, con asesorías, actualizaciones e intercambios.

 Sin embargo, incentivar la producción nacional no es sobrevalorar lo que seamos capaces de hacer ni repeler los audiovisuales internacionales, el ejemplo del presente programa así lo demuestra, pues a través de la sección Corazón Volador visita el devenir de otros proyectos hermanos alrededor del mundo. 

“Traer a nuestro programa el quehacer de otras personas que trabajan para la infancia en otros países nos ayuda a actualizar nuestros lenguajes, estéticas y las maneras que tienen las artes de educar en una cultura de paz”, explica Rochy. 

Con los ojos en el alma de los pequeños 

Aunque no es menos cierto que en ocasiones los recursos escasean y producir –para cualquier público– desde la visualidad se complejiza, vale la pena pensarse hasta el cansancio cuán importante es la estética en los productos culturales consumidos por la niñez. 

“La etapa infantil es una zona de descubrimientos, asombro y encuentros necesarios para luego entender devenires en el crecimiento que nos lleva a la adultez”, así lo explica Salazar, quien se consagra al trabajo con esta audiencia desde hace ya varias décadas. 

Quizás, es por ello que el equipo de Corazón Feliz apostó en la realización plástica de Zenén Calero, diseñador escénico, gráfico e ilustrador con más de 40 años de experiencia, y Premio Nacional de Teatro 2020. Él siempre ha elegido la luz, el esplendor cromático de nuestra naturaleza, el espíritu del carácter de nuestra idiosincrasia, lejana de lo lúgubre. 

Sobre el tema, Rubén Darío Salazar opina que así como en algunos momentos de la historia televisiva nacional tuvimos diseñadores de la talla de Pepe Camejo, Gastón Joya o Teresita Jiménez, por mencionar solo algunos nombres vinculados a lo mejor de nuestra programación para niños y niñas, hoy podemos retomar buenas prácticas si cumplimos algunas reglas. 

Cartel 1: “Tenemos que volver a establecer ese rango estético donde se deseche el intrusismo profesional, el mal gusto, la copia rala de estéticas foráneas, sin ni siquiera contar con los recursos para ello, el desconocimiento de las técnicas de animación titeril, y su efectividad o no para un tipo de personaje específico. 

“Ni siquiera tiene que ver con empeñarse: hay empeños ciegos, carentes de investigación y conocimientos que arrojan resultados ineficientes a la vista, visualidades que rayan con lo ridículo, fíjate que no digo con lo feo que es una categoría estética que puede ser utilizada a veces con un fin”, acentúa Salazar. 

Y es que, como explica este Máster en Dirección Escénica por la Universidad de las Artes (ISA), al trabajar para los niños y las niñas es necesario querer hacerlo bien siempre, con la altura que ellos merecen: “Yo he visto buenos resultados en varios productos audiovisuales de la actualidad y en otros no tanto, pero si unos pueden, entonces quiere decir que los buenos caminos no están cerrados”. 

Amiguitos y amiguitas vamos todos a cantar… 

Es curioso. Hablamos de un programa que entre otras múltiples esferas del arte también se dedica a la canción, especialmente la infantil, en un momento en el cual eso significa nadar a contracorriente. Y no porque no existan personas capaces de hacerlo. 

Existen artistas, instituciones y proyectos que desde hace algún tiempo realizan un esfuerzo en este sentido; tenemos el caso, en Argentina, de Canticuénticos, Pim Pau, Mariana Baggio, Vuelta Canela...; Colombia exhibe propuestas hermosas como Cantoalegre; en Brasil, entre otros muchos ejemplos tenemos a Palabra Cantada; y Perú no se queda detrás con iniciativas como Juanito Pedalea... 

Sin embargo, en no pocas ocasiones quienes se dedican a componer e interpretan para niñas y niños, en busca de una mayor popularidad, abandonan la labor principal: además de divertir, hacer música destinada a esas edades. 

Entonces, según diagnostica Rubén Darío, “crean músicas más parecidas a las de los adultos; seudo música para niños y niñas debería llamarse”. 

Cartel 2: En contraposición, destaca que la obra de Teresita Fernández y de otros compositores de su valía, nacionales e internacionales, ha resistido la prueba del tiempo pues esos autores nunca coquetearon con la música para adultos, defendiendo la frescura, la transparencia y ternura de las composiciones para niños y niñas. 

Y como no puede ser de otra forma, Cuba se suma a un rescate de esta tradición artística con el deseo de que los infantes de la nación reciban todo ese trabajo. Corazón Feliz es una muestra de ello, con la contribución de la directora coral Maylan Ávila y el joven músico Rodrigo García, quienes velan porque las melodías y letras reproducidas en el espacio sean solo aquellas que aporte a la correcta formación en edades tempranas. 

Cuando los sonidos se hacen una fiesta…

 

No podríamos hablar hoy de un programa como este sin la osadía que significó – y todavía significa- el Encuentro de la Canción para Niños y Niñas Corazón Feliz que en 2022 celebró su tercera realización, pero la primera de forma presencial. 

Para entonces, los teatros, las comunidades, las casas de cultura y los parques se llenaron de muchas personas interesadas en lo que se hacía desde la pequeña pantalla; de igual modo, esta fiesta infantil propició conciertos que fueron grabados para ser televisados luego. 

Una de las principales gestoras del encuentro, Rochy Ameneiro, declara que las actividades del festival canalizaron los esfuerzos para “educar a niños y niñas y a sus familias en temas como la inclusión, la no violencia contra mujeres y niñas, los derechos de la infancia, el cuidado del medio ambiente, la no homofobia, contra el racismo, por la equidad, por las nuevas masculinidades; y así construir una sociedad mejor”. 

“Lo único fuerte, lo que crecerá en próximos encuentros, pues nunca ha tambaleado, es nuestro empeño en aprender de los errores y de los logros; nuestro renovado compromiso y responsabilidad con la infancia, secundado por muchos amigos y amigas. No siempre con los recursos necesarios, pero sí con una voluntad gigante, esa que a pesar de los pesares nos pone a todos y todas el corazón feliz”, confirma el profesor Rubén Darío. 

Ese continúa siendo el compromiso de quienes desde el 6 de septiembre de 2020 hacen historia en la memoria de los más pequeños y pequeñas de cada hogar cubano.

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