Hablar y sentir el deporte para los cubanos forma parte de su día a día. Aun cuando los resultados no sean los esperados, la necesidad de opinar, discutir y poner sobre el tintero los aspectos que suscitan desvelos es constante en más de un escenario público o privado.

Y sobre esa premisa tiene que trabajar y proponer sus contenidos el canal Tele Rebelde que, con las últimas apariciones de espacios como Pasión mundial y el programa especial en que se dio a conocer el equipo que representará al país en el Clásico Mundial de Beisbol demostró cuánto y más puede regalársele al televidente en materia de información y entretenimiento.

Pasión mundial, ahora con nuevas características en su diseño de contenidos por razones de contexto obvias, si bien “se separa” un tanto de lo acontecido en el más reciente certamen internacional, ha sabido moverse con la información que proviene de los distintos clubes del orbe. Este tema, siempre atractivo para conocedores y noveles, se mantiene “aderezado” con ingredientes que todo televidente desea probar de alguna manera: curiosidades tanto del universo futbolístico como de la vida de los invitados al estudio, hasta hoy, figuras de probado reconocimiento y gusto popular. Habría que ver y esperamos que así sea —ahora que aún es temprano dentro de la parrilla de programación— que el colectivo del programa se reinvente para no caer en el muchas veces común tedio, cuando de habitualidad se trata.

Lo acogedor de la ambientación, el clima de conocimiento y diversión, entregado en su justa medida, son elementos que bien favorecen al mejor alcance que un espacio de este tipo merece. Todo en pos de entretener, por tanto, en él, cualquier carácter de espacio frío, controlado, con todo planificado, parece modificarse al llegar al canal y encontrarse con la propuesta del espacio.

Y justamente “jugar” con las exigencias del estudio y las que permiten las grabaciones fuera del mismo es lo que mejor le vio al espacio en que conocimos al equipo de beisbol que competirá en el próximo clásico. Lo primero es agradecer la presencia de Marlon Pijuán como conductor. Logró sin estridencias moverse en cada momento situacional, colocó la tensión en el momento indicado y, sobre todo, facilitó la relación empática entre jugadores y público. Amén de conocerse la figura de Despaigne, por ejemplo, mover las emociones hacia los rostros menos conocidos es un acierto que igual agradecieron los seguidores del deporte nacional.

Cómo fue la vida dentro del período de entrenamiento, los rigores del mismo, las expectativas de los jugadores, sus temores, por qué no y la esperanza de que a partir de este clásico la responsabilidad para con el deporte es mucho mayor, fundamentalmente, para los que por primera vez acceden al certamen, fueron algunas de las temáticas que la propuesta abarcó desde la más absoluta sencillez y sinceridad. Pijuán, en ese sentido, se comportó como esa otra cámara omnisciente que detalló lo externo y las búsquedas sicológicas de los grandes protagonistas de la jornada. Tal vez decayó un tanto el ritmo discursivo de la narración justo en las entrevistas en estudio, en tanto la ubicación misma de los invitados, sus expresiones ya un tanto preconcebidas le restó a la visión de entretenimiento que logró la propuesta televisiva.

La no ocurrencia de largas entrevistas que solo da pie, muchas veces, a discursos vacíos; el reinsertar la figura del funcionario o entrenador en la mirada fresca e inteligente del espectador fue otro de los aciertos y en ese sentido otro importantísimo agradecimiento a Jonas Coscuella, director de la propuesta audiovisual con que fue asumido el espectáculo. Predominó un sentir cinematográfico a la hora de trabajar los primeros planos para acentuar tanto los rasgos sicológicos como detalles del accionar de deportistas, de modo de poder resaltar la parte humana de ellos.

Tras una dualidad tempo-espacial, a mi juicio este programa de caras al clásico es en los últimos tiempos una de las más logradas expresiones de entretenimiento visto desde el deporte. Un muy buen intento por parte de la televisión de usar otras maneras para centrar la atención del televidente en detalles que nunca aprecia y necesita saber porque forman parte de su argumentación en esa constante discurrir sobre la realidad deportiva cubana tanto dentro de un espacio público o privado.

Bajo esa máxima iniciamos este breve comentario que no puede terminar sin agradecer al INDER su interés en la producción de este material y por supuesto a Tele Rebelde que, una vez más, confió en Leytel Suros, como director para la televisión.

Fue una buena tarde-noche en que disfrutamos esta propuesta televisiva que demostró las posibilidades de asumir el espectáculo de las más diversas maneras, y que en el caso del deporte siempre hay una sorpresa, un develar detalles, un compartir experiencias que los seguidores agradecen sobre manera. A todos los que intervinieron en la transmisión las gracias compartidas por un público al que despertaron nuevos sueños alrededor de las posibilidades de Cuba en un deporte que amamos, a pesar de que en los últimos tiempos mucho nos desvela.

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