Escuchar la frase contra el olvido, amén de los distintos contextos, para los que formamos parte del entramado televisivo, significa pensar en Dulce María Hernández, la excelente conversadora y batalladora por causas nobles. La rememoramos moviéndose de un extremo a otro de los pasillos de 23 y M para encontrar ese material audiovisual que pueda aunar generaciones, despertar curiosidad, o mejor, memorar historias atesoradas en los archivos de la televisión de casa.

Luego de un tiempo queriendo conversar con ella sobre el programa Contra el olvido por todo lo que representa para el imaginario nacional, en medio de las muchas otras responsabilidades que tiene esta madre-abuela, siempre compañera, nos regaló estas valoraciones.

¿Cómo se llegó a la idea de crear Contra el olvido?

«En honor a la verdad, debo comenzar aclarando que la idea original de crear este espacio no fue mía. Corría el año 1999, y yo estaba al frente de la redacción de Programas Culturales del Grupo de la Programación Variada y Freddy Suárez, quien era el Jefe de Programación del canal Cubavisión, solicita creáramos un espacio que hiciera una selección de lo mejor transmitido en la semana.

«Yo convoco entonces para ello a la directora Elizabeth Griñán Medina y cuando le explico el encargo de Freddy, es ella quien plantea que por qué en lugar de eso no proponemos un programa que saque partido a lo atesorado por nuestros archivos, materiales valiosos que, la mayor parte de las veces, eran estrenados y yacían en la videoteca sin volverse a transmitir. En el esquema de programación de nuestra televisión, no era habitual retransmitir los espacios; perdiéndose, entonces, la oportunidad de que nuevas generaciones de televidentes pudieran conocer programas de calidad que quedaron registrados gracias a las bondades de las tecnologías de almacenamiento o también que los públicos de más edad fidelizados con determinados espacios o artistas pudieran volver a disfrutarlos.

«La propuesta concreta era desempolvar el Patrimonio, darle un uso activo porque, realmente, es muy valioso lo que resguarda una televisión como la nuestra, surgida en 1950, entre las pioneras del continente.

«Tengo que decir que desde que la escuché, esta idea me enamoró, pues soy una adicta irremediable a la televisión y es cierto que, como yo, seguro serían muchos los que sentirían  gran nostalgia de los tantos espacios que recordábamos  desde nuestra  infancia, juventud e incluso ya de adultos, que agradeceríamos poder volver a disfrutar y también, ya pensando  más pragmáticamente, ¿estaba en condiciones una televisión como la  nuestra, con tantas carencias materiales para producir; de desaprovechar esa oportunidad de cubrir horas en pantalla con materiales de calidad y al mismo tiempo satisfacer a un público exigente y conocedor como el cubano? Con todo el convencimiento de que iba a ser una propuesta bien recibida, la fui a defender frente a   los “decisores”. Y no estuve equivocada.

«Dada la luz verde, por decirlo en buen cubano, con Elizabeth Griñán al frente, comenzó a “armarse el muñeco” y es así que, a finales de Enero del año 2000, sale al aire la primera emisión. Desde el comienzo se unió Tony Caballero como codirector, quien fue el responsable del diseño de imagen que identificó al programa, siempre privilegiando elementos visuales relacionados con el mundo de la televisión desde sus inicios: cámaras, cassettes, fragmentos de programas antiguos, lo que hoy se diría una imagen “vintage”.

«La música que la ha complementado—desde entonces y hasta la actualidad en la presentación y spot de transición— es de la autoría del talentoso pianista Omar Sosa. Como asistentes de dirección estuvieron Coralia Medina y Katia Bulíes, esta última adquisición muy valiosa, teniendo en cuenta su conocimiento de los fondos existentes en la videoteca, donde trabajaba como Especialista principal desde su llegada a la televisión, dada su formación como Licenciada en Información Científico-Técnica y Bibliotecología.

«En el guion comenzaron compartiendo crédito la propia Elizabeth y Migdalia Calvo, asesora de televisión de gran experiencia quien, desafortunadamente, ya no está entre nosotros, como tampoco Elda Andux, la primera asesora del espacio, luego sucedida por Magda Martínez, hasta el presente. A la salida de Migdalia por otros compromisos laborales, comenzamos a alternar con Elizabeth en la escritura la propia Magda y yo, pues desde mi responsabilidad en la redacción, siempre estuve muy vinculada a este proyecto, hasta el punto que fui quien propuso el nombre, inspirada en un programa que escuchaba en Radio Ciudad de La Habana llamado “Palabras contra el olvido, que escribía y realizaba la excelente poetisa, también ya desaparecida, Albis Torres.  

«En cuanto a la conducción, luego de unos tanteos iniciales con algunas personas entre las que recuerdo a la actriz Carmen Martínez, se estabilizó en esa labor la también actriz Valia Valdés Rivero, hasta que, por razones de su maternidad, fue relevada en ese desempeño por Raquelita Mayedo, con quien todas estuvimos en acuerdo unánime.

«En el 2001, la Griñán deja de realizar el programa y se me propone continuarlo en la dirección, para la cual me había habilitado desde el 2006 en un Diplomado del Centro de Estudios de Radio y Televisión».

¿Qué retos impone un espacio de este tipo?

«¿Retos? Creo que los mismos desde los comienzos: ser agradecidos con quienes nos antecedieron entregando sus energías creadoras a  esta televisión, volcadas  en tantos programas u otros materiales de diversos géneros que permanecen en los  archivos como muestra de lo que fuimos, y lograron en ellos plasmar con menor o mayor acierto, de acuerdo con las posibilidades de cada etapa, que no siempre les permitieron concretar sus sueños tal y como los concibieron; pero sin que faltara dedicación y empeño, sobre todo, en virtud de la fidelidad a la frase de nuestro Premio Nacional de Literatura Félix Pita Rodríguez que, desde que la  propuse, ha sido una suerte  de slogan del programa: “Olvidar el pasado es correr el riesgo de dejar indefenso el futuro”».

¿Cómo logra un espacio como este retroalimentarse del público y cuánta responsabilidad entraña?

«Las vías son diversas: todavía, a pesar de los avances tecnológicos, seguimos recibiendo muchas cartas escritas en la humilde letra de muchos de nuestros seguidores, también correos electrónicos y mensajes que dejan en las redes de nuestro canal, sugerencias de amigos o personas que  conocen a miembros del colectivo y nos abordan en espacios públicos, sobre todo, a Raquelita, la cara más visible y popular, y nos  solicitan  este o aquel material, así como los propios realizadores que nos facilitan sus materiales y nos ofrecen información sobre los mismos, todo esto, sin desconocer las solicitudes de los propios directivos de la televisión de poner tal o más cual material, a propósito de alguna efeméride o celebración.

«Es una gran responsabilidad tratar de complacer las múltiples peticiones que nos llegan, esencialmente,  porque las personas creen que—como debiera ser— en los archivos está todo lo humano y lo divino que, en su imaginario,  recuerdan haber visto en la pequeña pantalla, ante lo cual se levanta el valladar de la cada vez más vertiginosa sucesión de tecnologías , que ha hecho imposible que todo lo conservado  en el  tipo específico de soporte vigente en cada etapa , pueda ser transferido al nuevo en uso en las siguientes; en primer lugar, por la no sobrevivencia de las máquinas necesarias para asegurarlo.

«Se ha hecho y se hace un gran esfuerzo, pero todavía no resulta el suficiente para poder acceder al inmenso caudal atesorado en las videotecas. Es lo que más incide en una mayor posibilidad de materiales de los años 80 del pasado siglo, que estaban en el técnicamente denominado Formato C o en los cassettes UMATIC, por citar solo un par de ejemplos.

«Igualmente, nos llegan materiales o direcciones de sitios de las redes sociales donde las personas los ubican, con la petición de que sean incluidos en el espacio, lo cual no siempre es posible por no cumplir con determinados parámetros de resolución y calidad imprescindibles para la transmisión televisiva, muchos de ellos “misteriosamente” desaparecidos de los archivos y reaparecidos en otros contextos por obra y gracia de la negligencia y el espíritu de lucro».

¿Qué distingue este espacio de otros de similar corte?

«Como comenté al inicio,  en el momento que surgió,  en ningún canal  eran  común  los espacios que sacaran provecho de los archivos, pero, en primer lugar, las dificultades productivas y quizás también una mayor conciencia de la “cultura del reciclaje” a nivel de la sociedad, hizo que afloraran en los diversos canales espacios  que se nutrieran de este tipo de materiales, lo cual ha motivado que jocosamente hayan quienes afirmen que ahora la televisión es “un gran Contra el Olvido”. Sin contar que, como ocurre en el diseño de las parrillas de programación de otras televisoras del mundo, se han potenciado las retransmisiones de muchos espacios en otros días y horarios distintos a su estreno.

«La distinción nuestra quizás sea que en una misma emisión conjugamos materiales de distintos géneros, donde siempre tratamos de garantizar no falten el humor y la música, tan solicitados, apreciados y agradecidos por la teleaudiencia. Ah, y también que ¡lo realiza un colectivo totalmente integrado por mujeres, con el amor y la sensibilidad por lo que hacemos multiplicado!»

 

¿Cómo está conformado el equipo y cuánto representa que Raquel Mayedo sea su presentadora?

«A favor del espacio cuenta la relativa estabilidad del equipo. Cuando asumí la dirección en el 2011, por cierto, 13 años han pasado ya, heredé a Katia Bulies, la asistente de dirección y a la asesora Magda Martínez, ambas, personas a las que me unen vínculos entrañables pues venimos juntas desde los años 80, en que las tres éramos estudiantes de distintas carreras en la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana.

«Junto a ellas también estaba, desde antes Maritza Muñoz, editora que transitó en nuestro espacio de la edición analógica a la digital, y se ha mantenido durante todos estos años compartiendo con nosotras alegrías y sinsabores que no han faltado. Posterior a mi llegada han pasado varios productores hasta estabilizarnos con Magalys Herrera en esa función.

«Intencionalmente dejo para el final a Raquelita, cuya ininterrumpida presencia en la conducción, ya casi por más de 20 de los 24 años que acabamos de cumplir, considero una de las mayores fortalezas del espacio. No hace falta explicar mucho sobre las competencias de esta graduada de Licenciatura en Teatrología y Dramaturgia del ISA, devenida comunicadora locuaz y amable con dominio de detalles de muchos de los materiales que escogemos por los largos años de trabajo que ya acumula en la conducción y animación de programas de nuestra televisión.

«Como botón de muestra de su compromiso y sentido de pertenencia con nuestro programa,  baste decir que durante toda la difícil etapa de la pandemia, pudimos permanecer en pantalla, gracias a que  ella no vaciló  en ofrecer  grabar  con los  recursos  propios imprescindibles en su  casa, asumiendo las  complicaciones que entrañaba crear las condiciones casi sola, a penas con la ayuda  de su esposo Roberto, nuestro eterno colaborador, en evitación de riesgo de contagio, sobre todo, para su  anciano padre que convivía con ellos.

«En ese complejo período tengo que agradecer a Daniela Bashardost, para mi orgullo de madre, joven editora del ICRT, por quien mantuve el programa en el aire, al poderlo editar con ella en mi propia casa. Terminada la pandemia Raque siguió grabando en su casa hasta que, muy recientemente, en noviembre del pasado año, se reanudaron las grabaciones en la Sala de Postproducción del canal Cubavisión».

¿Qué le exiges al programa en lo adelante y cuánto la TV cubana necesitaría de espacios de este corte?

«Nuestra mayor inconformidad es con la visualidad del programa. Pasado algún tiempo de haber asumido la dirección, se decidió que pasáramos de grabar en estudio a hacerlo en la Sala de Postproducción. Quedó entonces sin efecto el nuevo diseño escenográfico que había encargado para el estudio y solo se implementó el nuevo diseño gráfico, el mismo que todavía hoy nos acompaña, realizado por el joven amigo editor Lenner Santana.

«Ante la premura del tránsito a grabar desde la Sala de Postproducción, cuando todavía los diseñadores no tenían todo el dominio de la tecnología con la que fue equipada la Sala luego de su renovación, hubo que improvisar el fondo que cubre el recortador sobre el que se graba a Raquelita, apelando a la conjugación de elementos de diversos programas preexistentes. Lo que entonces asumimos para resolver la urgencia del momento ya no nos satisface por no resultarnos ni atractivo ni operativo cuanto quisiéramos, necesitamos y aspiramos.  Así que, con la anuencia de los “decisores” de nuestro canal, ya trabajamos con los diseñadores en la renovación visual total del espacio. Esa es la meta inmediata junto a la siempre priorizada de seguir perseverando en la búsqueda en nuestros archivos de materiales que nuestros televidentes disfruten volver a ver.

«Y otra insatisfacción es poder ampliar aún más el espectro de lo que retransmitimos, incluyendo materiales de valía generados en otros canales, telecentros y productoras audiovisuales de cualquier institución y lugar del país, lo cual hoy ocurre cuando llegan a nosotros de manera fortuita o por gestiones personales, a partir del vínculo amistoso con personas que nos los facilitan.

«Creo que siempre sería bueno y oportuno que en nuestra televisión existieran programas que revisitaran el patrimonio existente no sólo para cubrir el espacio que queda cuando no ha sido posible producir nuevos; sino de  una manera más intencionada,  profundizando en la investigación que jerarquice los valores del material, las circunstancias que rodean su creación y los aportes de los realizadores responsables de estos , con la conciencia de que esta será la forma de legitimar  para la posteridad  el legado que   hemos recibido y disfrutado a lo largo de los 74 años de existencia que este año ya cumple nuestra televisión».

Y aquí, como colofón de este recuento al que me ha convocado la colega Ivón Peñalver, vuelvo a la frase de nuestro querido Premio Nacional de Literatura Félix Pita Rodríguez que está en el espíritu de nuestro programa de eterno agradecimiento a nuestros predecesores: “Olvidar el pasado es correr el riesgo de dejar indefenso el futuro”.

 

 

 

    

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