En el último Festival de la televisión y también en el Caracol, el buen programa Clip.cu ganó los principales premios en la categoría de musicales. Mucho antes de estos lauros escribí sobre el espacio que dirige Frank Lage pero que ¡para bien! es un híbrido: un excelente programa de crítica a asuntos variopintos, no solo musicales, que presenta clips  por lo general muy buenos.

 Que jurados de uno y otro certamen coincidieran en conceder el lauro a Clip.cu no sólo habla de la calidad de esa propuesta –que en buena lid no es un programa musical típico- sino de la ausencia de MUSICALES en la televisión cubana.

 ¿No hay?. Sí, unos cuantos que se parecen entre si y logran en su gran mayoría que el televidente quite la señal y se entregue al famoso “paquete de la semana”. Esto es válido incluso para los telecentros en los que mayoritariamente impera el mimetismo hacia lo que se realiza en los canales nacionales.

En su texto La solución posible, el compositor e investigador Tony Pinelli apunta al referirse a una época no tan lejana : “La televisión era mucho más influyente por varias razones, en primer lugar la contraoferta de información artístico - cultural en el país apenas existía y cada día de la semana había un estelar donde participaban los artistas de mayor poder de convocatoria y prestigio, que no siempre son sinónimos, pero había una dirección y asesoría de los propios artistas, que colaboraban con el organismo, para que se ejerciera una exigencia en cuanto a repertorio de calidad,  independientemente de las canciones propias del repertorio de los cantantes y grupos, para un programa como Música y Estrellas, uno de los estelares, había que montar números antológicos sobre el cual se hacían coreografías, arreglos, etc. y esta exigencia de repertorio permitía la presencia de piezas musicales de gran valía que deben ser conocidos por todos, por ser parte de nuestro acervo cultural.  Por supuesto, era un trabajo y como tal se pagaba; de eso vivían los artistas, hoy en día la TV no paga, por lo que invertir tiempo y esfuerzo en hacer cosas de alto nivel o utilidad estética, se logra por la buena voluntad de los músicos, gesto que está en el espíritu de colaboración del cubano como demuestran destacados y altamente cotizados intérpretes y arreglistas, que cada vez que son llamados para algo realmente noble, más allá de lo comercial, aunque pueda ser rentable, la frase: “no me hables de dinero” sale a relucir, según quién y para qué es la convocatoria, aunque hay excepciones.”

Y  subraya: “En la programación musical se hace necesario un estudio profundo de a quién proyectar como figura de convocatoria, y trazar una campaña para evitar que artistas que no se merezcan la altura de ese nombre, se hagan populares por métodos que no tienen que ver con nuestra ética. Promoviendo valores jóvenes, no sólo ganamos parte de la batalla por un mejor entretenimiento, sino que en cada artista que desarrollemos, que tenga el requisito indispensable del talento, tenemos un medio más para influir al mundo como ha sido tradición en nuestro quehacer musical. Hace falta promover jóvenes bien guiados en cuanto a repertorio y proyección artística, pues en los jóvenes menores de treinta años que vemos, se hace muy difícil encontrar a alguna entidad artística que no tenga algún porcentaje de mimetismo con las “estrellitas” de Televisa y otros engendros similares. Talento hay y es imposible competir o imponer un gusto utilizando como recurso que no haya opción, en primer lugar, porque hoy en día es imposible. Estamos en la era de la información y hay recursos disponibles al alcance de una enorme cantidad de personas que son técnicos, ingenieros, empresarios naturales, que poseen instrucción para obtener esos materiales de diversas formas.”

Un tiempo atrás para escribir un trabajo coral sobre la programación musical televisiva circulé seis preguntas a un número considerable de directores y críticos de  música. Sólo obtuve dos respuestas completas, más una a la primera pregunta y  algún comentario:

Aquí están las preguntas:

1-          Existe cierta nostalgia por programas musicales realizados décadas atrás ¿aquellos eran tan buenos y estos tan malos, o esa imagen la produce una idealización del recuerdo?

2-          ¿Qué cinco programas musicales considera que han sido los mejores según su experiencia vital?

3-          Diga tres defectos y tres aciertos de la programación musical actual.

4-          ¿Cuál sería la solución para mejorar esta oferta,  partiendo de que la competencia en el “famoso paquete de la semana”  es fuerte y que una parte de la población tiene acceso a INTERNET?

5-          ¿Qué papel le concede a la animación (o locución) de esos espacios?

6-          Algún otro aspecto que Usted  desee decir y yo no le haya preguntado

Estas son  las respuestas del compositor, escritor, cantante y conductor Amaury Pérez Vidal, uno de los  dos que contestaron:

  1. Si hablamos de la Cuba pre-revolucionaria hay que decir que eran muy buenos, llenos de imaginación y recursos casi ilimitados. Recodar Jueves de Partagás (dirigido por Amaury Pérez García) y Casino de la alegría (dirigido por Joaquin M. Condall) por solo recordar dos de los más célebres.

          Con la TV revolucionaria nuestros espacios musicales se adaptaron a los nuevos tiempos y Eugenio Pedraza Ginori, Manolo Rifat, Cáseres Manso y Amaury Pérez García y Condall (que continuaron igual de creativos) inundaron la televisión de modernas formas de hacer un musical y atrapar a la audiencia.

  1. Buenas tardes, Juntos a las 9, Joven joven. Música y estrellas El show del mediodía y Mañana es domingo. Hay otros pero me pediste 5  Mi salsa…
  2. ¿Aciertos? Ninguno. ¿Defectos? Todos.
  3. Renovar el parque de realizadores con gente nueva y con ideas igual de novedosas. Hay directores que cuando envejecen crecen artísticamente y se vuelven más creativos. Otros deben, o tienen, que ceder sus puestos cuando el agotamiento de sus formas es una evidencia.
  4. En líneas generales la animación es muy deficiente. Después de Consuelito Vidal , Germán Pinelli , Rosa Fornés y Esther Borja no ha habido sustitutos ¡increíble! para la animación de musicales
  5. Los musicales de TV necesitan una urgente revisión sobre todo porque pertenecen a lo que hemos denominado La Isla de la Música. Hoy en apenas un cayito empobrecido, aburrido y a punto de la desaparición.

Frank Padrón, crítico, escritor y conductor televisivo dijo:              

1             No, aquellos eran buenos: Música y estrellas, De repente en TV, Telefiesta y otros tantos reunían ingenio, frescura y lo mejor de la música nacional, sobre todo la canción, entonces en un momento del que hoy, lamentablemente, no goza  

2             A esos tres que menciono agregaría En el aire y Contacto.

3                    Tres defectos: Falta de gracia y ritmo, ausencia de figuras de pegada, guiones flojos. Virtudes: tratan de reflejar la actualidad musical del patio, promueven lo más reciente y cuidan el patrimonio nacional

4             Buscar buenas ideas y materializarlas, guiones sustanciosos y figuras invitadas de pegada 

5   Notable, pero no es lo principal

El maestro Roberto Valera, muy ocupado, hizo un espacio y respondió la primera pregunta:

 

“El problema es que los programas musicales ahora son más “monotemáticos”.  Por el contrario, antes, cuando uno veía un Cabaret Regalías o un Desfile de la Alegría, por ejemplo, (me fui bien atrás)

en el mismo programa podía ver y escuchar un bolero, una ranchera, un tango, un aria de ópera, y un número bailable.

Además podía ver un pequeño “squech” cómico y un número de circo o de magia. Creo que eso servía para ampliar el gusto del público.  Eran programas de variedades de varias variedades más variadas en su variación variada (todas mis redundancias valen). Amables saludos cordiales de todo corazón, (sigo redundando)”

En tanto un  compositor y cantante que sufrió un infarto hace un tiempo  me escribió “Paquita querida, para cuidar mi salud hace mucho que dejé de ver programas musicales. Suerte y abrazos.”

Como ven este ya no será un trabajo coral total, pero sacando un  poquito de distintos textos me acerco algo a mi intención primigenia. Por ejemplo el Dr Joaquín Borges Triana en un debate en el espacio Moviendo los caracoles, sentenciaba: “en Cuba no se hacen estudios de música popular desde los distintos saberes que proporcionan las ciencias sociales: la comunicación, periodismo, filosofía, sociología, lingüística, se acercan a la música para analizar su relación con la sociedad. El mundo académico cubano se acerca poco a la música, contrario a la tendencia mundial.”.

Joaquín aludió a  una columna fabulosa de Humberto Eco “que salía todos los viernes en una gran cadena de periódicos del mundo, en una de las que habló de que para entender la sociedad contemporánea se debía analizar a través de lo que pasaba en las discotecas como lugar de identificación de los nuevos comportamientos como expresión de la relación que hay entre música e identidad.”

 Añadió que uno de los problemas de la programación musical cubana es la falta de diversidad en la propuesta tanto en la radio como en la televisión, de la cual siempre se ha hablado, el condicionamiento de dichos programas por las modas. Cita además fenómenos como la censura y la autocensura, temas que pasan más allá de las políticas por un funcionamiento de cada programa como un feudo, o la falta de comunicación entre las instituciones que ejercen la política cultural respecto a lo musical, pues en ocasiones, los directivos establecen sus propias políticas. Entonces el problema está en cómo se aplican las políticas culturales.

El padre del proyecto Lucas y autor de excelentes videos clip, Orlando Cruzata coincide con Joaquín en que el entorno social actual se vuelve ideal para que aparezca música de dudosa calidad, no solo en el caso del reggaetón, sino en otros géneros como la trova, el pop house, sin interés de cuestionar de dónde venimos ni hacia dónde vamos, sino con el objetivo del simple divertimento, con una lógica indiferencia social de una generación que no se interesa en cuestionar nada a la sociedad, a diferencia de los jóvenes de los 80.

Rafael Valdés, un investigador e informático que se dedica al estudio del mercado de la música informó “en el 2008 se bajaban de you tube unos 209 mil videos-clip cubanos, y en el 2012 se lograron unas 900 mil descargas, lo que demuestra un crecimiento en la demanda de música cubana.”

Ana María Rabasa,  prestigiosa directora de Cuerda Viva apuntó que sería importante, a su entender, clasificar nuevamente la música cubana actual y sus verdaderas tendencias y cuántos fenómenos de la música existen en las diversas partes del territorio nacional. El problema está en la necesidad de lograr establecer esas estrategias de comunicación que empiezan en las instituciones de la música, pasan por los creadores de los medios, los productores de los discos y quienes los promocionan.

Pienso que si se pretende ofrecer de verdad una opción popular (que no populista) del musical cubano hoy,  lo primero es que la dirección de la tv convoque a realizadores capaces no de contemplar el mundo,  sino de transformarlo. Una vez le escuché a un ejecutivo  que decía con pesar “se les da humo, cámaras…y nada, no sale el programa”. Quizás no han buscado donde deben.

Hace poco me di cuenta incluso que para realizar un buen espectáculo musical no basta la buena conducción e intérpretes de primera línea: en la gala clausura del Caracol estaban de conductor Marino Luzardo, y de intérpretes  Luis Manuel Molina, El grupo diminuto, Vocalité y el ballet de la tv con temas muy cubanos, con lo que cerró el espacio. Pero no funcionó.

El juego de las luces sobre Molina mientras tocaba el Concierto de Aranjuez fue tan arbitrario e intenso que no sé como el intérprete lo aguantó; no hubo un solo plano al público aunque se sentían los aplausos; el supuesto momento climático de la entrega de los caracoles de honor sin la presencia de los homenajeados no se justificaba cuando con edición se incluyeron momentos de la premiación de las especialidades, que a propósito tuvo un efecto digital desafortunado: no se veían los premiados.   Y aquí  hay un problema a mi juicio fatal: para que sirviera de “cortina”  entre lo que sucedió en el estudio diez de la Tv y la Sala Rubén Martínez Villena de la UNEAC, se repetía una y otra vez el spot del Caracol, al que además de una inadecuada imagen para colmo se le quitó la música usada por más de treinta años y escogida por Lizette Vila, una de las mejores musicalizadoras de Cuba. Seguro que a nadie en la organización del Festival de cine se le ocurre cambiar la música que identifica la cita fílmica de diciembre. Tengo que decir que Luis Hidalgo, director de la gala, consiguió que el Caracol terminara por lo menos con un espectáculo transmisible por televisión, lo que no fue posible en los cinco años anteriores por razones que no vienen al caso.

Como es lógico, esa gala -que debió ser de vanguardia- se transmitió un sábado, por Cubavisión en un horario estelar, espacio en el que habitualmente se llenan con galas o conciertos que dejan mucho  que desear. ¿Acaso no sería mejor pasar para ese horario a Clip.cu hasta que aparezca el musical ideal para los noches sabatinas?.

En fin, no puedo explicarme realmente el por qué de esta pobreza en la isla de la música. Crucemos los dedos para que Sonando en Cuba de RTV Comercial, que hasta ahora tiene record de buenos productos, sea ese programa que esperamos. Por lo pronto su dirección está en manos de Rudy Mora, un creador de vanguardia.

 

 

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