Lucas cumple veinte años en el 2017. No se cómo lo van  a  celebrar, pero viendo la promoción del próximo espectáculo en el teatro  Carlos Marx, yo misma me pregunté ¿Crucificamos  o clonamos a Orlando Cruzata?.

¿Por qué llevarlo a la cruz? Por la cantidad de letras de malas a regulares que hechas ritmos, han sido facturadas en videos clip, algunos buenos.

Recordé esta entrevista que le hice un tiempo atrás y me permito  reproducir algunas partes:

Al poco tiempo de surgir Lucas el videoclip comienza a autofinanciarse. Quienes tuvieron más posibilidades de hacerlo en una etapa fueron los salseros, la música popular. Creo que ahora son los reguetoneros. ¿Acaso eso no lleva que tu programa privilegie un tipo de música por encima de otra?

Pudiera ser. En aquel momento quien más posibilidades económicas tenía de hacer videoclips eran los salseros. Después eso se estabilizó porque todo el mundo cobró conciencia de lo importante que era tener un videoclip, tanto la televisión nacional como las disqueras, los músicos, y por supuesto los realizadores. Empezaron a aparecer videoclips de otros géneros musicales. El pop, el rock, el rap, la canción, la balada… cogieron mucha fuerza; es decir, que más o menos, al estar el programa al aire, mucha gente se interesó por hacer videoclips. Después vino el boom del reguetón, que le sucede igual, pero no es el mismo momento. Ya se realizan videoclips de pop, de rock, de música bailable… Ahora se hacen muchos de reguetón, aunque algunos no se ponen porque son muy primitivos, o son muy malas las letras, o son muy malos los videos; pero sí están llegando muchos, por ejemplo, de rock, en la medida en que la gente tenga más posibilidades, como ahora, de hacerlo  independientemente, porque consiguen una cámara digital o lo editan en su casa, en una computadora, y lo traen a la televisión sin muchas necesidades técnicas.

El objetivo del videoclip en el resto del mundo es claro: se hace para situar comercialmente a un autor. Si en Cuba no tiene un objetivo comercial, ¿cuál es entonces?

En Cuba sí tiene un objetivo comercial. Lo que no se puede ver lo comercial como algo negativo, porque lo comercial tiene muchas aristas positivas. Hay cosas que son comerciales y tienen una calidad tremenda porque están destinadas a llegar a millones de personas. Casi siempre las cosas, cuando tienen cierto vuelo artístico, enganchan a más personas que las cosas que están hechas con mal gusto. Ahí están todos los grandes ejemplos de la publicidad de la Coca-Cola, de la Sony, que son puramente comerciales; pero detrás de eso te das cuenta de que hay cerebros funcionando y creativos de primera línea para atrapar a cuanto televidente se le ponga delante.

Lo que ocurre es que en Cuba, al principio, quienes se acercan al videoclip y les dan ese empujón en los años ochenta son los propios realizadores que querían llegar a la televisión y exponer su visión audiovisual, al no tener posibilidades de hacer un teleplay, una serie, un teatro, ni cine. Es mediante un videoclip que llegaban a la televisión: cogían la canción de alguien que les llamaba la atención y con ella ponían su imaginería, desembocaban sus necesidades espirituales. Son videoclips puramente de autor, con canciones de Silvio Rodríguez, de Carlos Varela, de Moncada. A veces no tenía que ver el videoclip con la canción, pero reflejaba un vuelo poético.

Esa marca del videoclip cubano ha continuado. Ocurre que al cambiar la mentalidad económica del país, al darse cuenta de que el videoclip también sirve para hacer llegar a millones de personas la obra de un músico, de una agrupación, pues para tal fin tienen que cambiar esos códigos. Ya no puede ser tan cerrado un código de autor-autor, aunque todavía tienen marca de autor. Tú ves un videoclip y te percatas de que está en la poética de Fulano, de Mengano, aunque ya se están abriendo a un público mayoritario, porque les interesa que su obra llegue a millones de personas, tanto la del músico como la del realizador.

En Cuba desde un principio se le ha dado importancia al realizador en la promoción del videoclip. Creo que en los festivales de videoclips que hay en el mundo, Lucas es uno de los pocos en los que se premia no solo a la figura musical, sino al director, aparte de los premios de dirección. En Cuba los directores de hoy son casi estrellas. La gente los conoce tanto como a los músicos, al dárseles siempre un protagonismo en los medios, desde los más comerciales hasta los más de autores, y en el proyecto están todos.

Pero yo te hablaba de comercial y del objetivo por una razón: las condiciones económicas de este país. Yo quiero ir a comprar ahora el Tríptico de Silvio, y no puedo. El videoclip se hace en otros lugares para que la gente vaya y compre el disco. Aquí no, porque la gran mayoría no tiene posibilidades.

 A veces me he preguntado si esa es una diferencia del videoclip cubano con el resto, que es más promocional que comercial en ese sentido, no en la forma, sino en su poder adquisitivo.

Sí, podría ser una marca del videoclip cubano. La gente no va a comprar el disco por un problema económico, pero sí lo «queman», y van y lo buscan y lo compran por un peso, por dos pesos; es decir, que a la larga, a través de un videoclip sí se está promocionando la obra de un artista, de un músico, de una agrupación, pero también la obra de un realizador. Eso significa más trabajo para ese realizador.

En la medida en que tú eres más conocido en los medios, pues te buscas más opciones de trabajo; igual que el músico, que cuando sus temas son más populares a través del videoclip, del disco, pues tendrá más posibilidades. Te estoy hablando desde centros nocturnos hasta trabajos en provincias, es decir, que el videoclip en Cuba también sirve para promover al artista y su obra… Tal vez no se venda la cantidad de discos por el precio que tienen, pero de que ayuda, ayuda.

 

Bien, el fundador y permanente director de Lucas, tiene claro que no todos los creadores se pueden hacer un video clip,  y que quienes ganan más (que no siempre son los mejores) tienen más canciones hechas historias. Las condiciones actuales de producción permiten que cualquiera con una cámara  y una computadora con el programa adecuado de edición  haga un video clip que veinticuatro horas después  está en  el ciberespacio, en  centros nocturnos o en el famoso paquete.  Y, que conste, a la televisión van los que aprueba una comisión creada para tales fines.

Tengo un buen amigo, un  realizador de vanguardia en la TV, que un día  más que decirle le pregunté  por qué no  se hacen tantos buenos videos clip como diez o quince años atrás. Me respondió  con dos preguntas ¿existe actualmente una abundante producción musical de calidad en todos los géneros que se pueden pagar el clip?,  Le dije, creo que no. Y me respondió “creo no, es NO y piensa bien, ¿estás segura  que se hacían tan buenos videos o los pocos que se hacían te hace soñar en una bonanza en el género?”.

Entonces, no crucificamos a Cruzata. Pero ¿lo clonamos por mantener durante veinte años un espacio, con un sistema de promoción original, transgresor y de vanguardia?.

 

Vuelvo a la entrevista que le hice:

 

En el momento en que Lucas surge no se parece a ningún programa musical cubano. Tú rompes varias estructuras, como el color de la ropa de los animadores. ¿Cómo escoges a los conductores –que ha tenido varios– y llegas a concebir esa ruptura? ¿Fue intencional desde el principio, un proceso que te llevó a diferenciarte de lo hecho, o tienes alguna influencia?

 

Al principio el programa era un poco más atrevido, pero con menos conceptos. Lo del conductor fue Tony Arroyo, que realmente no es un conductor, sino actor. Como yo lo conocía del pre, cuando lo vi le propuse la idea, y como era muy entusiasta empezó conmigo en un pequeño estudio que nos daban. Había que inventar con los bombillos, las luces… Nos divertíamos con eso porque era para ese verano. Cuando termina, la televisión decide que podía seguir. Nos dimos cuenta de que era atractivo para algunos jóvenes. Entonces comenzamos a darle forma de manera conceptual a toda aquella locura. A partir de la creación del concepto Lucas, dijimos: vamos ahora a visualizar

este concepto, y empezamos a vestirnos de negro. Yo había visto un programa en España en el que todos los hombres estaban vestidos de negro, y quise traer eso a Cuba, por ser tan atípico, ¡con el calor que hace!. Los conductores tienen un problema en su cabeza porque toda la vida han querido trabajar en espionaje, y la vida pronto

los lleva a ser presentadores de videoclips. Tienen un problema serio, sicológico. Al irse Tony Arroyo todos los demás han entrado con un matiz humorístico como Hirán, Edith Massola, Rigoberto, Silva. Hacen humor, pero inteligente: de ironía, de lo absurdo…

Ahí está la influencia de todo el trabajo con Nos y Otros.

Dices en un trabajo que el videoclip pertenece a una estética de la superficialidad. Si eso es así, ¿por qué hay muchos que no son superficiales?

La estética de la superficialidad no quiere decir que sea superficial: quiere decir que eres ligero, fácil. La estética de la superficialidad juega con que esos productos sean consumidos rápidamente. Estás obligado a que el espectador capte en tres o cuatro minutos la mayoría de las cosas que le estás dando. Para eso tiene que haber una espontaneidad, una comunicación muy rápida con el espectador a través de códigos

que te lo permitan. Una estética de la superficialidad puede lograr reacciones profundas en los seres humanos. Todo eso depende de la realización, tanto del poder poético que tenga el tema musical como de la capacidad del realizador.

Tiene la posibilidad de que, como es un género que está hecho para ser repetido una y otra vez, quienes lo ven van descubriendo poco a poco lo que no pudieron en una primera, una segunda, una tercera vez. Eso te permite utilizar códigos

en un segundo y tercer planos como producto publicitario para que no se agote. A veces la gente te dice que ya lo vieron, pero en un buen videoclip se descubren siempre cosas.

¿Cómo lograste hacer de los premios Lucas el espectáculo del año?

Yo no creo eso. Lo que sí es el espectáculo de premiación que más llama la atención. En primer lugar porque es un programa de televisión. Si ese mismo espectáculo fuera llevado a los premios de teatro, no pasaba nada, porque no se ponen en televisión. Indiscutiblemente, estar dentro de la televisión te da un poder del que tienes que ser responsable porque te enfrentas a siete millones de personas mirando lo que haces.

No hay cosa más aburrida que una premiación. Hay quienes no les interesan los premios ni nada de eso. Entonces, lo único que uno hace es que se logre lo más potable posible.

¿Qué sucede? Que como nosotros entregamos premios a los videoclips, lo que hacemos es asociarlos con las imágenes que ya los realizadores utilizaron en sus materiales y tratar de llevar algunos elementos: que este artista con esto otro funciona, que estos son populares…

Pasas un año haciendo un programa al aire y más o menos sabes lo que está funcionando. Eso te lo da el oficio. Yo por lo menos no lo estudié. Te lo da estar mirando mucha televisión norteamericana.  Cuando empiezas a ver eso, ¿a quién le vas a pedir que te enseñe ese tipo de espectáculo? Son ellos quienes lo hacen desde hace muchos años. Ahora capto la esencia de ese tipo de espectáculo, cómo se ponen las cámaras, las luces, cómo entra Fulano, Mengano, y los llevo a mi realidad, a mi música, a mi gente, a las condiciones económicas, a las de escenografía que tengo.

Esa es una fórmula que si funciona allá tiene que funcionar aquí, porque somos los mismos seres humanos, con la diferencia de que ellos viven allá y nosotros aquí. Tenemos los mismos resortes, y la vida te ha demostrado que sí. Tú le pones tus valores: la cubanía, lo que es importante rescatar en los cubanos, darles el protagonismo a tus músicos, a toda la música cubana, desde la tradicional hasta el reguetón, mientras sea buena. Eso es lo que funciona, más todo el talento que hay en este país en los músicos, que si no funciona estamos muy mal.

 

Al ver la promoción de este año que tiene como slogan que la fuerza está en la historia, que es evidentemente polisémica, como todo lo que crea este hombre irreverente, tozudo, que muchas veces ni come, y se las pasa caminando por  La Habana, me pregunté cómo es que no se aburre.

Con Lucas, su  creador demostró lo que lleva una buena campaña publicitaria, para conseguir atraer a los músicos, los realizadores y también al público. Si al principio la entrega de los premios iba precedida, incluso, por una semana de debates teóricos, cada año ha subido la ansiedad por asistir al teatro con mayor capacidad de La Habana y en el que se agotan las entradas el mismo primer día de la venta.

Realmente, si yo tuviera el poder clonaba a Cruzata a ver si se puede promover con  más eficiencia todo producto cultural nuestro que salvaguarde nuestra nación.

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