En los sitios web (igual que en las calles) el programa  Bailando en Cuba genera múltiples comentarios, unos aplaudiendo el espacio sin realizarse crítica alguna y otros negando cualquier valor que pueda tener.

De la puesta en escena, movimiento de las cámaras, luces, el uso de música cubana, conducción y las historias de vida dirigidas a resaltar valores existentes en la Cuba de hoy, he comentado en varias oportunidades.

Hoy tengo el placer de presentar opiniones especiales, emitidas por dos relevantes estudiosos, a los que agradezco haber  respondido estas preguntas para hacerlas llegar a ustedes, los lectores.

El primero de ellos es el Dr Noel Bonilla,  Teatrólogo de formación pregradual, luego máster en Arte, mención Danza (ISA) y Máster II en Investigación Coreográfica, Universidad Paris 8, Francia, que en el 2013 sustentó la tesis doctoral “Danza del presentar: premisas enunciativas de la danza contemporánea actual”, en opción al grado científico de Doctor en Ciencias sobre Arte (Universidad de las Artes, ISA)

Trabaja como Asesor para la Danza en el Consejo Nacional de las Artes Escénicas; es  Profesor Titular Principal en la Facultad Arte Danzario del ISA y  Consejero Artístico de la compañía DanzAbierta.

Mi otro entrevistado es Ismael Albelo, Profesor de historia de la danza en el ISA (entre otras asignaturas), la Escuela Nacional de Ballet y la Unidad Docente del Ballet Lizt Alfonso; critico de danza en programas como Noticiero Cultural, Bravo (donde es Asesor de danza), Sitio del arte (ahora un poco menos); en radio, A buena hora (Radio Taíno) y Ballet(CMBF); además es manager de la compañía Rosario Cárdenas y, ocasionalmente, manager de proyectos internacionales con el Ministerio de Cultura. Durante 20 años fue el especialista de danza del Consejo Nacional de las Artes Escénicas del MINCULT y es miembro del Consejo Internacional de la Danza de la UNESCO.

Los grados académicos, cargos y haceres acerca de la danza, yo se los pedí, por si alguien que lee estas opiniones no conoce  de quienes se trata. Les hice a Bonilla (N.B) y a Albelo (I.A) cinco preguntas, el primero declinó responder sobre la quinta.  Aquí  está lo que intenté averiguar y lo que dijeron ambos expertos:

 En los comentarios a los textos que he publicado en el portal de la TV Cubana y Cubadebate, no pocos foristas se quejan de que Bailando en Cuba es una competencia de coreografías no de bailadores ¿Qué me puede decir al respecto?

 NB: En principio, pudieran no estar errados los foristas; Bailando en Cuba ha tratado de amplificar la noción espectacular del baile y de la danza escénica. Me explico: hace ya mucho tiempo que la danza ha ampliado sus fronteras, ha dejado de ser una “manifestación teatral” diferenciada para convertirse en acontecimiento, propio de otra sensibilidad discursiva espectacular (y social). Si bien de ella no escapará el dominio y reinvención del paso, del ritmo, del fraseo musical-danzario, del relacionamiento entre sus practicantes, etc.; ahora serán otros los dispositivos puestos en juego. No olvidemos que en Cuba (aunque podemos encontrar analogías en otros cardinales), en lo referido a la práctica social del baile (práctica que, por demás, ha venido en desuso, por razones varias); desde la irrupción de la timba, la noción de “pareja de baile” se fractura, ahora importará estar de cara frontal a la orquesta (a sus cantantes que guían, conminan, “imponen”, el modo de seguir el ritmo musical, lo que dice la letra –de donde emergen gestualidades, códigos corporales, fraseos coreográficos), por lo general la bailadora delante del bailador y ambos, frontales a la tarima donde posa la orquesta. Todos, los unos y los otros, en una suerte de corpografía grupal, ni la combinación de pasos ni la evolución de la danza en un sentido progresivo de sus traslaciones espaciales, interconexiones, son requisitos; basta el disfrute “estilo concierto”. Este hecho ha provocado inclusive, otra manera musical de concebir la interpretación y proyección escénica de los cantantes, las improvisaciones de los instrumentistas, la prolongación del trabajo de vientos, metales y percusión, etc., elemento que ha condicionado una manera de bailar distinta. Ya no estamos en los tiempos de las “parejas de baile” a la vieja y rica usanza de esta práctica social-cultural cubana.

Creo que en la medida que las emisiones de Bailando en Cuba han avanzado, la queja que usted anota de los foristas, pudiera haberse esclarecido (al menos, hacia el interior del programa). Si bien al inicio se hablaba y refería desde la conducción, de las intervenciones del Jurado o de los espacios de promoción donde aparecían miembros de su equipo creativo y los concursantes, que el programa pretendía rescatar el baile en pareja, la música cubana para bailar y el sentido de nuestras raíces dancísticas; hoy por hoy se nos deja ver que Bailando en Cuba se presenta como un espectáculo donde el baile es un dispositivo (en mi visión, el principal) solo que se valida en su complicidad (intervención, dependencia, interconexión…) con esos otros niveles o planos que el televidente identifica más con “lo coreográfico”. Vestuario, calzado, aditamentos, objetos y escenografías, están en función del baile. Ah, es cierto que en no pocas propuestas el sentido del baile (ritmo, pasos básicos, etc.) se ha subsumido al interés de algún coreógrafo para privilegiar esos planos o niveles; esto es evidente y, creo que es ahí donde los foristas pudieran sustentar su queja. Pero, al mismo tiempo, insisto, ya no es tan posible pensar el baile desde lo restricto de su proto-forma originaria, aun cuando grandes saltos, exigentes cargadas o vestuarios ampulosos, pudieran estar más cerca de un escenario “teatral” que desborda los límites (¿los habrá en verdad?) de los escasos espacios que aún existen en La Habana, en Cuba, para la práctica y disfrute del baile social.

I.A Bailando en cuba es un ¨reality show”, donde profesionales y aficionados (categoría que no se precisan en el espectáculo) son sometidos por coreógrafos profesionales a exigencias que muchas veces rebasan los elementos distintivos del baile popular cubano y se acercan más a la danza espectacular, léase cabaret, folklórico, contemporáneo... y hasta ballet!!!. Claro, que lo que sobresale son los alardes coreográficos y la mayor o menor destreza de los ¨concursantes¨, estén más o menos preparados para esos pasos... y riesgos.

¿Cree que hoy funcionaría un espectáculo como para bailar? ¿por qué?

N.B: Como casi todos los televidentes, yo también tengo mis preferencias por algunos de los programas temáticos que ha dirigido Bailando en Cuba. Creo que los dedicados a la rumba o al cine musical, son ejemplares. Disfruté mucho el concebido en homenaje al mítico Para bailar, pero al mismo tiempo creo que pensar en un “Para bailar” desde el canon que lo estructuró en la década del ochenta, hoy carece de sentido. El espectáculo (teatral, social, vivendi, institucional, etc.) ha cambiado, ha mutado. Quienes tuvimos la vivencia seductora del fiel televidente en los tiempos de Para bailar, recordaremos aun borroso en el tiempo, nuestro voto y seguimiento por alguna pareja, por el modo de bailar, por los riesgos y apuestas; recordaremos como nos parecía “raro, extraño”, cuando Rebeca Martínez y su partenaire Miguel Ángel, lanzaban una pierna, giraban o realizaban alguna variación acrobática, elementos que no eran como muy “legales” en nuestro modo de entender la danza de los bailadores…Hoy, tras su pregunta, pienso que desde ahí pudiera estar la génesis de un show como es hoy Bailando en Cuba. Tampoco podemos olvidar que nuestra mirada hacia la danza en la televisión se fue haciendo, anchando, amplificando, desde aquellos cuerpos de baile que acompañaban a Rafaela Carrá o el Ballet de la Televisión Alemana, por solo traer don ejemplos también ejemplares.

No creo que un programa como Para bailar, pudiera replicarse hoy desde aquella gracia “ingenua” ochentera; ya somos espectadores “perversos”, avisados, interconectados, activados desde otros dispositivos de lectura, de emancipación y de criterios.

Tal vez si me preguntara por la valencia hoy de un espacio como Aprendiendo a bailar (que tantos seguidores tenía) yo le diría que sí. Bailando en Cuba, nos ha devuelto ya sea desde la cita, el intertexto, la recuperación de la memoria y desde el desempolvo del olvido, muchos bailes, reservorios vivos, practicantes y zonas solapadas que aún vertebran esa fina línea que nos atraviesa como nación, como cultura y que tenemos que defender con garras y dientes.

I.A: Cuando miremos para atrás debe ser para superar el pasado y aprender de él. No creo que la formación civil actual de la juventud promedio cubana pueda siquiera semejar la de los años de ¨Para bailar¨, que se hizo precisamente dentro de las actividades en espera de un festival mundial de la juventud y los estudiantes en La Habana. Por otra parte, la juventud actual baila reguetón, tec-tonik, casino... y cosas indefinibles, y hacer que vuelvan al danzón, el mambo y el cha-cha-cha sería ir hacia atrás en el ya escaso desarrollo del baile popular cubano. Hoy día no se baila la contradanza ni el minuet ni el rigodón, como tampoco el twist o el rock´n roll, en el baile popular debe surgir algo nuevo... y mejor. Con una misión más definida, Bailando en Cuba puede ser un medio para desarrollar el baile popular de pareja.

He escuchado a algunas personas decir que Bailando en Cuba perjudica el baile cubano ¿que respondería a esas afirmaciones?

 N.B: No lo creo. Como usted yo también lo he escuchado e incluso, de voces supuestamente “autorizadas”; pero es que solo una tradición puede tener valía en la medida que dialogue de manera operativa con su praxis contemporánea. Quien quiera ver nuestros bailes campesinos, quien quiera ver el danzón o el irreverente complejo de la rumba, desde la quietud de su historia (en tanto perpetuidad de hechos pasados), sencillamente está detenido, invivido, muerto. Bailando en Cuba, nos ha devuelto sonoridades que estaban ocultas, nos ha traído a la contemporaneidad bailes desde otras nociones en su práctica danzaria. Me atrevería a pensar que, hacia un futuro (quiérase que inaplazable y mañanero) en nuestras prácticas dancísticas sociales, regresarán sonoridades cubanas que siendo de ayer, se nos enunciaran desde modos de bailar, danzar, accionar, más contemporáneas. No hay otro modo: ya no es posible aplicar las nociones tradicionales del “ser en danza”  a sus modos contemporáneos de manifestarse, sino que hay que centrarse en una visión (que sin dejar de ser crítica, cuestionadora, revisora, interpelante) generosa, plural, mutante y transformada que pueda arrojar luz con la que quizá sea la característica más sorprendente de la danza en la actualidad: todo es posible.

I.A: No lo creo exactamente así. Yo creo que el objetivo final del espacio -amén de su comercialización pura- puede ser reeditar la perdida costumbre de tener parejas de baile como antaño contábamos con elegantes profesionales como Juliett & Sandor, Lucerito y Toledano, más populares como Sonia Calero y Roberto Rodríguez, Gladys y Antonio, Tania y Ervitti, y francamente rumberos totales como Ana Gloria y Rolando o casineros como Rosendo y Caruca. Con esa premisa este programa -en mi opinión- sería válido. En cuanto a perjuicio, creo que estas coreografías para aficionados-profesionales-no-determinados pudieran generar algunos pasos acrobáticos pero copiables y que se introduzcan en los futuros bailes populares cubanos... si es que algún día rebasamos el casino o el mozambique!!!

¿Podría hablar de las virtudes y defectos de ese programa con relación al reconocimiento de la danza en Cuba?

 N.B: Bailando en Cuba, nos ha aportado claridades: aun cuando en el imaginario popular se abusa del decir “Cuba es un pueblo que baila”,

  • hemos advertido del olvido de muchos ritmos y bailes cubanos,
  • del desconocimiento de figuras, momentos circunstanciales y espacios físicos que lo hicieron singular,
  • ha mostrado que la danza, como la vida, transita, muta, toma y deja, avanza y se sacude,
  • del arrojo de muchos jóvenes que sin una formación especializada, han retado las dinámicas de la enseñanza y la práctica profesional de la danza en Cuba
  • de la velocidad transformativa de la tecnología televisual que, también, reta los dispositivos y comodatos de la creación en la danza cubana toda.

I.A: Todo lo que tenga que ver con la danza como protagonista me parece un logro... aunque a la larga pueda ser un fiasco. La danza, en el decir de Doris Humphrey, es ¨la bella durmiente de las artes¨ y, como está tan cerca del ser humano, nunca se le considera en su real dimensión. Los competidores y los que aspiraron y no fueron escogidos pueden haber conocido nuevas formas de moverse y extenderlas a sus participaciones en las discotecas o fiestas o en la calle G o la piragua, eso se verá en el futuro y sería muy revitalizador de nuestro baile popular. Repito, si la misión fuera clara, se sabría qué pretende el programa con la danza, entonces los bailadores sabrían que eso es como el ballroom internacional... y quien sabe si imponemos un nuevo estilo de baile de salón en el mundo!!! Como show televisivo me parece una buena realización en general para reavivar los aburridísimos fines de semana en la televisión nacional, salvo que como se prioriza la realización televisual, se sacrifica la danza en sí misma, y mientras los bailadores se esfuerzan con las cargadas y las vueltas, el swicherman está ponchando al trompetista de la orquesta o al público o al jurado, cosa casi unánime en la televisión cuando de danza se trata.

-Cualquier otro aspecto que desee abundar y yo no haya preguntado.

  1. A: Yo saludo cualquier proyecto que reivindique la danza. En mi opinión Bailando en Cuba ofrece dos horas de entretenimiento -sin mayores honduras didácticas o antropológicas, solo divertir al telespectador- como lo hace Vivir del cuento -aunque tiene muuuuucho mensaje subliminal- o las novelas extranjeras, ambos, programas de la mayor audiencia nacional, y esos programas maratónicos son necesarios en cierta medida. Sonando en Cuba tenía la misión clara de descubrir cantantes de música cubana; Bailando en Cuba es, al menos para mí, una incógnita en cuanto a su superobjetivo. Es la misión lo que hace positiva o negativa la buena intención de los realizadores... que muchas veces nos conducen al infierno!!!

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