Cuando leí el comentario El episodio Durán de mi amigo José Alejandro Rodríguez, quedé satisfecha. La cantidad de reacciones que despertó en Cubadebate, es muestra de que escribió justamente lo que muchos sentimos.

 Tomando como base ese excelente texto quiero detenerme en este párrafo “El silencio insondable del profesor, auxiliado sagazmente por la periodista Gisela García, fue una escena televisiva insólita. Y fue el más público y multitudinario homenaje al doctor Gustavo Sierra, el eminente científico e inmunólogo, precursor de la vacunología cubana, coautor de nuestra vacuna antimeningocóccica, plataforma sobre la que hoy se levanta uno de los candidatos nacionales contra el SARS-CoV-2. Y también del primer Interferón recombinante, que ha elevado tantas defensas. Paradoja del eterno duelo entre la vida y la muerte”

José Alejandro dice que Gisela auxilió de forma sagaz a Durán. Podría haber dicho,  perspicaz, sutil, lince, avispada, lúcida y otras palabras más que son sinónimos del vocablo muy bien utilizado.

Esta reacción se logra no porque se quiera, sino porque se puede (no todos pueden). Gisela es una de las periodistas que con mayor soltura trabaja en vivo frente a las cámaras y lo puede hacer porque sabe de qué habla.

La joven  me dijo en una entrevista “la COVID-19 ha convocado mis mayores esfuerzos y  sacrificios. Ser madre de una pequeña de 3 años y trabajar con un ritmo acelerado, en constante actualización, ha desbordado mis  fuerzas. Por suerte, mi mamá (¿qué fuera de nosotras sin las abuelas?) de 72 años, diabética e hipertensa, quien forma parte del grupo de riesgo de la enfermedad, ha asumido la cuarentena con una misión  muy especial: el cuidado de su nieta. Y en ella y en mi esposo,  descanso confiada mientras trabajo. Claro que he sentido miedo. Pero pienso en las miles de mujeres y madres que se entregan con absoluta heroicidad en terapias y laboratorios del país. ¿Cómo hablar de salud sin asumir los riesgos de esa profesión? Por ello he tratado de cumplir estrictamente con las  medidas de autoprotección, con sumo cuidado y disciplina”.

En esa conversación,  que forma  parte de mi libro Protagonistas de amores contrariados IV temporada, Gisela apuntó “Ya desde antes del inicio de la epidemia en Cuba comenzaba a atender temas de salud en el Noticiero Nacional de Televisión, en sustitución de la reconocida colega Mylenis Torres, quien se encuentra cumpliendo misión en Rusia. Por tanto, apenas había desandado todas las especialidades e instituciones de salud cuando surge esta contingencia sanitaria. No obstante, el intercambio dinámico del Ministerio de Salud Pública, con su círculo de prensa, me conectaron rápido con las principales áreas, aspiraciones y desafíos de este sector de vanguardia en nuestro país. En el caso de la pandemia, comencé con la nota de prensa sobre las conferencias iniciales de la COVID-19 y, más tarde, con la presentación de estos espacios. Desde el primer momento tuve que conectarme con las características de este virus, su evolución y las acciones para mitigarlo. Hoy, la conferencia constituye en sí misma un programa de televisión de una hora, en vivo, que se complementa con entrevistas y materiales audiovisuales para mostrar la integración de todos los sectores de la sociedad en el plan de enfrentamiento a la letal enfermedad.

Lleva un alto nivel de creación matutina, improvisación y coloquialidad, para estar a la altura de ese gran comunicador, natural, sencillo y ecuánime que es el Dr. Francisco Durán. La experiencia  me ha devuelto la preparación para “hablar en vivo” y una búsqueda, minuto a minuto, de todo lo relacionado con la COVID-19 en Cuba y el resto del mundo.  Pero soy tan solo una pieza dentro de ese gran colectivo de “comunicación de riesgo”, como lo han llamado algunos colegas. Editores, camarógrafos, técnicos y directores de tv no han tomado un día de descanso desde que las conferencias se realizan en el Centro de Prensa Internacional. Por eso, aseguro que no muestro obra trascendente por haber estado desde el primer momento. Ni valiente ni ejemplar, he sido, en esta batalla, una periodista más”

No creo que Gisela sea una periodista más. Es de ese pelotón de vanguardia que se prepara para salir en cámara, está empapada de los temas, puede opinar y preguntar al mismo nivel que sus interlocutores. Forma parte de una tropa que ha mantenido bien informado al público cubano y que ha corrido riesgos con el bicharraco en  todo el ICRT.

Aunque no creo en premios, sino en el trabajo diario de las personas, pienso  que los periodistas Humberto López, Lázaro Manuel Alonso, Abdiel Bermúdez y Talia González se merecen la distinción Proeza laboral, pero como muchos colegas me pregunto ¿y por qué Gisela no?

 

 

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