En más de una oportunidad he confesado que los lunes, a la hora que transmiten Vivir del cuento, descuelgo los teléfonos. Con excepciones me he reído. Con el padre Pancracio tuve que tomar agua por el ataque de tos y escribí este post en FB: “Gracias Vivir del cuento, especialmente al Padre Pancracio. Una risa en estos tiempos vale oro”, tuvo 28 comentarios dándome la razón y fue compartido 48 veces.

Y con los Titiriteros no me reí tanto, sonreí y pensé en los Leoncios con los que me he topado en mi vida (y me topo): “Está bien lo que escribiste, pero…”, en fin, ese es un tema donde hay miles de metros de telas por donde cortar.

Pero igual me rio con los amores de Ruperto y Cachita, “El tigre”, que no puede “zuabana zuabana zuabana” y busca huevos de carey, con los “sueños” de músico de Chequera y los enredos que llevan los invitados o las invitadas.

Humor a Primera Vista, los jueves sobre las 10 de la noche, con una buena cantidad de guiones y alguna dirección de Elena Palacios, es una oferta con adaptaciones de cuentos y relatos de diversos autores y cualquier latitud. No despierta la carcajada, pero te hacen sonreír y generalmente tiene una buena factura.

Los lunes con El humor se piensa, guion y conducción de Kike Quiñones, del que ya escribí  se aprende de ese género, a veces no tan apreciado.

El grupo holguinero Etcétera ha llevado a la pequeña pantalla, bajo la dirección del reconocido director Roly Peña, Juntos, pero no revueltos, pero…creo que una cosa es el teatro y otra la televisión, esta vez no ha salido como una incursión que tuvieron en el Canal Habana hace un tiempo. En mí, hasta ahora, no despierta la carcajada sino una sonrisa.

En este post que escribí en FB: “Juntos, pero no…Me río”, el 30 de julio, tuve 18 comentarios, casi todos diciendo que no les gusta el programa y otros criticándome por no haber realizado un análisis profundo. Lo haré… quizás.

En ese debate en el que hubo críticas a la programacion humorística de la televisión, el Dr.  Nestor Del Prado Arza dijo: “Se habla de educar el gusto y las preferencias, pero otra cosa es si una serie o programa gusta. A mí no me hace reír, sin más explicaciones. La hora de Noelia sí me hace reír”.

Y nombró a la manzana de la discordia: La hora de Noelia subyuga o es repudiada, no deja indiferente a nadie.  Manuel López Oliva, pintor y crítico nada complaciente sobre la TV, escribió un post sobre Andrea-Noelia: “Exacta coincidencia del talento desbordante, la equilibrada e integral profesionalidad, la capacidad histriónica y versátil, una inteligencia y lógica del buen humor heredada de lo paterno, gracia sin igual, expresión culta del uso del habla popular, fusión de la universalidad con la fina ironía del choteo renovado y una bella fisonomía adecuada para servir de modelo a la pintura y la fotografía”. De ese programa también recientemente escribí. 

Al otro con ese cuento lo veo por la cámara escondida, sin embargo, imagino que tiene una buena teleaudiencia porque los telechistes acaparan su público y derecho les asiste de ver complacido su gusto.

Lo que debió ser un plato fuerte en el verano, que pudo competir en jocosidad con Vivir del cuento, es Al habla con los muertos .  Con guion de Amilcar Salatti y dirección de Alberto Luberta son doce capítulos que giran en torno a lo paranormal o el mundo de los aparecidos. Yo tengo el privilegio de haberlos disfrutado los doce, reírme hasta la tos y algún familiar compartió la risa conmigo. Es un humor negro que por lo menos una buena parte del público debe disfrutar.

Sin embargo, ese dichoso bicharraco (SARS-CoV-2) ha ocasionado y ocasiona muertos en Cuba, y algunas personas se pueden sentir molestas con el tema. Por eso Cubavisión decidió transmitirlo cuando las condiciones epidemiológicas lo permitan. Así lo explicaron en el programa Al mediodía el propio Albertico y Rafael Pérez Ynsua, director del canal que con toda razón afirmó que la serie “es un canto a la vida”.

Vuelvo a la pregunta que encabeza este texto, ¿cuánto vale media hora de humor? Y no hablo de dinero, aunque cuando el programa sea efectivo bien lo deben pagar, pero no me refiero a eso. Pienso en cuánto vale reír mirando un programa cómico en la TV y olvidarse del bicharraco, de Biden, de las colas, de toda esa realidad que nos golpea.

La risa es una medicina vital en estos tiempos que vivimos, y aplaudo el intento de tener varios programas cómicos al aire. No se debe ceder en el empeño. Y para realizar la pregunta del título de este texto, llamé al Dr. Manuel Calviño, psicólogo y comunicador, quien me respondió: “Media hora de humor, de buen humor, es una declaración de caducidad al desánimo, al malestar, a la energía negativa. Es una carga de salud mental que multiplica nuestra disposición a construir el bienestar y contagiarlo con la risa. Un adelanto de felicidad que viene de la mano de la alegría. Quien me regala media hora de humor, me regala una sesión de psicoterapia”.

Coincido totalmente Calviño y una vez más digo contigo que un rato de buen humor televisivo ¡Vale la pena!

 

 

 

                                                                                                     

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