Conocida como Sitcom, abreviatura de Situation Comedy (Comedia de situación), este género posee características determinadas: capítulos de 24 minutos aproximadamente, con decorados permanentes y con capítulos auto conclusivos. Se desarrollan regularmente en lugares fijos y con los mismos personajes, aunque admiten invitados que se incorporan a la historia que se cuenta. Pueden llevar o no risas grabadas.

Pertenece a la comedia, es “un subgénero dramático en el que la risa y las tramas de enredos son los principales protagonistas. A diferencia del otro subgénero, la tragedia, la comedia tiene un final feliz y una trama protagonizada por personajes divertidos y satíricos”.

Nelia Casado, una reconocida investigadora en lo cómico, asegura: “Desde el segundo año de mi carrera comencé a investigar el tema, siempre vinculado a la tv, y mi tesis fue justamente un análisis de la situación de la comicidad en la televisión cubana. Todo lo estudiado, tanto teóricamente como en el vínculo particular de nuestros públicos con el género, me acercaron cada vez más a él.

“Su repercusión social, el altísimo impacto en los públicos, su poderío para cuestionarse los problemas trascendentes de nuestra cotidianidad desde el entretenimiento y la risa, dejando además un saldo positivo y de crecimiento humano; en fin, que mientras más me adentraba en el tema, más me enamoraba de él”.

Coincido con Nelia en la repercusión social del humor. Se vio con el estreno de Al habla con muertos, unos meses atrás cuando el bicharraco, conocido como SARS-CoV-2, arrebataba una buena cantidad de vidas y sacaron del aire al programa por el reclamo de una buena parte de los televidentes.

No estuve de acuerdo en que se dejara de transmitir porque si el título habla de fallecidos; realmente las historias se centran en los poderes paranormales de un tanatopractor (Migue, personaje que lleva muy bien Ray Cruz) que dialoga con los muertos, aparecidos que provocan situaciones verdaderamente hilarantes.

Además, si fueran públicos los decesos por enfermedades cardiovasculares y por cáncer, seguro que nunca se podría realizar un chiste, muerto por medio, en la televisión.

Aunque en Cuba no existe un culto a la muerte como en otros países, como en México, por ejemplo, quien ha asistido a un velorio, y ha estado presente en el velorio por la madrugada, sabe que pululan los chistes y a veces las risas fuertes. Esas son mis razones para defender Al habla con los muertos, pero hay más.

El principal motivo para aplaudir el programa es el guion de Amílcar Salatti, quien confesó que fue una osadía de su parte escribir una comedia de situaciones, pero se alegraba de que Alberto Luberta Martínez la dirigiera. Precisamente, la dirección general (de Albertico) es otro de los aciertos, porque ha demostrado que sabe hacerlo.

Si a ello se añade que tiene como director de actores a Carlos Gonzalvo, un verdadero camaleón en actuación y muy orgánico en lo cómico, se entiende el porqué de convincentes personajes en la puesta en pantalla.

Otro ingrediente atractivo es la música de Ray Fernández con su Barbarie Semiótica, que cierra cada capítulo tan arriba como son los espectáculos de este trovador-conductor, quien cuenta con una buena “fanaticada”. A propósito, ya es hora de que a Ray se le dé la oportunidad de tener un programa televisivo “a su aire”. Seguro que la teleaudiencia la tiene garantizada.

Filmado durante la pandemia, Albertico dijo que fue un reto “no solo por el género que abordamos, sino por la presión adicional que impuso la situación epidemiológica actual. Debimos cumplir con las medidas sanitarias orientadas y, además, con el horario establecido que limitaba los movimientos en La Habana después de las 9 de la noche. Nos vimos obligados a reestructurar llamados, repensar escenas para cambiarles sus horarios y pedir las autorizaciones pertinentes para poder aprovechar las noches en algunos casos”.

Realizado el rodaje del 14 de diciembre al 3 de febrero último, contó con Jorge Luis Frías en la dirección de fotografía, en el sonido directo con Carlos Enrique Pérez, Miguel Ángel Tur en la dirección de arte, y Renier García en la producción general. La edición estuvo a cargo de Orestes Martínez y el elenco varió según la temática de cada capítulo.

Ray Cruz tiene como coprotagonista a Yaremis Pérez. Ambos hicieron pareja en la telenovela Latidos compartidos, y de ahí salieron esos personajes, guajiros, simpáticos, que llegan a “conquistar La Habana”. Ella me dijo: “Retomar el personaje después de seis años ha sido un reto para mí. Indira ha marcado mi carrera y me ha dado muchas alegrías. En esta entrega ella y Miguelito son personajes que han evolucionado ante la sociedad, pero que mantienen su esencia con un poco más de madurez”.

Le secundan Jorge Enrique Caballero y Yailín Coppola, ambos dan bien sus personajes, especialmente él pues ha sorprendido con un tanatopractor gay, muy lejano de los abogados, combatientes, que ha encarnado anteriormente.

Por suerte, el tiempo, que lo pone todo en su lugar, ha dicho que Al habla con los muertos tiene no solo un alto índice de audiencia, sino de gusto también.  Espero por otra temporada pues ese equipo al que vi trabajar, seguro lo hará mejor, y yo volveré a reír hasta la tos, con las historias del más allá y… el más acá.

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