La reconocida artista del teatro y la televisión en Cuba comenta cómo su formación danzaria le aportó destrezas para su carrera profesional

La programación organizada por la dirección de dramatizados de la Televisión Cubana ha retornado a las pantallas de los hogares dos telenovelas que gozaron de aceptación en el público: Bajo el mismo sol y Destino prohibido.

En ambas se repiten algunos actores y, entre ellos, Nieves Riovalles Tocabens, con quien dialogamos para esta publicación. Sus inicios en la actuación fueron a través de la danza: “Siempre me gustó el arte, desde pequeña fui bailadora, y mis inicios en la escena fueron en un grupo que se llamó Danza Contemporánea. No es la compañía que hoy conocemos, era una agrupación que ofrecía un servicio de danza a los grupos de teatro. Allí adquirí una preparación general en todas las artes.

“Como actriz mi primer momento fue en el Teatro Musical de La Habana, cuando se fusionó éste con el Grupo Experimental de Danza. En realidad, mi destino era el segundo, que dirigía Alberto Alonso, pero como en ese momento se fundían ambas agrupaciones, los bailarines comenzamos a trabajar en las comedias teatrales, aunque mi mayor debilidad en este estilo estaba en que no sabía cantar, y nunca aprendí. Podía afinar un poquito, pero también desafinaba bastante”, recuerda la carismática mujer.

La decisión por el arte la llevó a completar su preparación para tal empeño, aunque confiesa que nunca pensó en abandonar la danza. Esa determinación llegó en 1970, luego de tener a su único hijo, y cuando se integró al elenco de Teatro Estudio, donde conoció los rigores y las exigencias de ese arte. Los conocimientos recibidos de profesores como Vicente Revuelta y Armando Suárez del Villar, entre otros, fueron esenciales para entender las dinámicas del trabajo en la escena, aunque ella reconoce a Teatro Estudio como el lugar donde comenzó realmente su formación como actriz.

A la interrogante sobre dónde quedó la danza respondió: “seguí, por un tiempo, simultaneando ambas cosas en el trabajo en los cabarets pertenecientes a la antigua empresa INIT, pero después tuve que dejarlo por causas relacionadas con los horarios. En el grupo de teatro hice algunas cosas bailadas, como es el caso de Algo muy serio, el único baile grande que tenía la agrupación.

“También asumí otros papeles en los que se requería una bailarina, uno de ellos fue en Los diez días que estremecieron el mundo, donde interpreté a La Llamita, que era casi un baile acrobático”.

De muy positivo cataloga el aporte de los conocimientos de danza a su labor actoral, en ese sentido apuntó: “La preparación física que tengo desde niña, gracias a mi hiperactividad, ha incidido favorablemente en mi trabajo como actriz. Todo mi quehacer ha estado marcado por la expresión corporal, recuerdo cuando interpreté La Mendiga de Bodas de Sangre, obra de García Lorca dirigida por Bertha Martínez.

En una escena tenía que bajar de una carreta, y no lo hice de la manera normal, bajé de espalda y en arco, luego me arrastraba por el escenario hasta llegar al proscenio. Después, en la televisión, donde el trabajo físico tiene otras exigencias, de menor rigor, he trabajado mucho la gestualidad, porque para mí un gesto es tan importante como la palabra”.

Su paso por la pequeña pantalla ha sido muy largo y diversos los personajes a los que ha dado vida, pero algunos la han marcado de manera especial. “Desde que me puse delante de una cámara traté de que mi trabajo fuera más orgánico y con menos elementos que en el teatro, ya que son medios diferentes.

“Los personajes más difíciles son los que más me han marcado, aunque puede ser que haya alguno que no quedará como debía ser. Uno de los que más me marcó fue el de la gitana Cruz, de la telenovela que se retransmite actualmente por el canal Cubavisión. Es un personaje muy diferente a mí, esa no es mi forma de hablar, ni mi carácter es tan fuerte. Yo no camino como ella, ni me siento igual, así que me exigió convertirme totalmente en otra persona.

“Para lograrlo tuve que situarme en el personaje y analizar su procedencia, y de ahí proyectar gestos, caminado, modo de hablar y de actuar. Cruz defiende mucho su raza, sus raíces, la familia y su origen, entonces me metí en los rasgos de su pasado para crearle un presente.

“Tuve que estudiar mucho sobre el asentamiento gitano que sí existió en Cuba. Algo poco conocido, pero que fue real. Recuerdo que durante mi infancia vi muchas gitanas en las inmediaciones del Mercado Único (Cuatro Caminos), a dónde iba a con mi abuela. Aquellas mujeres no provenían de España, por lo que su vestimenta era diferente: peinaban trenzas y vestían con doble falda y mangas largas.

“Los gitanos que llegaron a La Habana se asentaron en la Loma del Burro, de lo que conocí por Xiomara Blanco, quien era la directora de la telenovela Destino prohibido y había investigado sobre este tema. Con este trabajo quedé muy contenta, era el resultado de mi esfuerzo. Lo que no logro en mis desempeños no es por falta de entrega.

“Otro personaje que tengo muy cercano es el de la madre de Tania, en la primera parte de la telenovela Bajo el mismo sol, que también se está reponiendo en Cubavisión.

“Es que en la televisión te dan personajes muy parecidos, madres con muchas semejanzas, y uno tiene que tratar de destacar los puntos de diferencia entre personajes, porque todas las mujeres no somos iguales, y eso es lo que trato de hacer con las madres que he interpretado, y ahora como abuela”.

Aunque nunca ha hecho radio, este es un medio al que respeta mucho, pero su pasión mayor es el teatro, la magia de la cercanía con el público que este le ofrece la cautivó desde los inicios. “Extraño y sufro mucho no seguir haciendo teatro por los problemas con el transporte y las altas horas de la noche en que terminan las funciones, porque ese medio me apasiona.

“En la televisión la creación es diferente y los artistas no sienten al público, es él quien después siente a los artistas”, enfatiza.

En breves palabras la reconocida actriz define la base del trabajo en la televisión: “Cuando se trabaja en ese medio no es bueno centrarse en un público, tienes que trabajar para la realidad donde estás, y no puedes sentir otra cosa porque allí no hay público. Quienes te acompañan son los trabajadores, que tienen una visión diferente y muy particular de lo que estás haciendo. Tienes que concentrarte en el personaje y cumplir con lo que te dice el director, y hacer las cosas lo más orgánicas posibles”.

A pesar de pertenecer a una generación con pocas posibilidades para el cine, Nieves Riovalles también llegó en contadas ocasiones a la pantalla grande. “Participé en Un hombre de éxito, (Humberto Solás, 1986), Alicia en el pueblo de las maravillas (Daniel Díaz Torres, 1991), Barrio Cuba (Humberto Solás, 2005) y otras pocas, pero con personajes pequeños, a excepción del que desempeñé en el primero de estos filmes. No puedo decir que mi paso por el cine fue algo relevante, aunque fueron experiencias interesantes, pero con poca significación”.

Lejos de las luces y las cámaras, Riovalles es una cubana de buen comer, gracias a la enseñanza de su familia, por lo que, según su criterio, puede comer cualquier cosa si es necesario, aunque tiene sus preferencias culinarias. También es capaz de tratar con personas envidiosas, hipócritas o de malos sentimientos, como persona educada que es, puntualizó, aunque ellos no forman parte de sus afectos.

“Tengo muchos amigos, pero hay dos personas que son los hermanos que no tuve. Soy una persona que acepta y respeta las diferencias, y eso me ha hecho contar con el cariño y el respeto de personas disímiles”.

Se considera realizada profesionalmente y lo expresó en la siguiente frase: “Lo que más me gusta es lo que hago, lo primero que quise fue bailar y por ahí comenzó mi vida profesional. Confieso que tuve que hacer muchas cosas para lograrlo, porque mi madre se negaba.

“Después me enamoré de la actuación y aquí estoy, pero de no haber podido cumplir mis sueños, hubiese podido ser otra cosa, porque también me gustaba la Biología, la Química y el Derecho”.

Dialogar con esta multipremiada artista cubana, de trato afable y excelente comunicadora, fue un placer, quedó mucho por decir, pero eso será en otra oportunidad.

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