Casi todas las generaciones reconocen la frase “Pa’ que me respetes” y la asocian inmediatamente a Mario Limonta Louit. Así le decía el Sargento Arencibia a su mujer en San Nicolás del Peladero. ¿Qué cubano no recuerda al guardia rural cómplice de Plutarco, con su uniforme militar, su voz gangosa, su tabaco y su actitud bravucona? Y es que Limonta se ha ganado a su público en sus casi siete décadas de vida artística, porque a cada personaje le pone empeño y corazón. La actuación y hacer reír han sido su vida.

A Mario Limonta siempre lo asocian con Guantánamo y es que nació en esa oriental provincia. A los siete meses se mudó para La Habana porque su papá era tabaquero y le dieron un contrato en la capital. A los siete años le propusieron al padre ser copropietario en una pequeña fábrica de tabacos en Holguín. Allí vivió trece años. El letrero decía Gran Fábrica de Tabacos y nunca tuvo más de 12 tabaqueros.

“Cuando terminé el bachillerato regresé a La Habana y desde entonces no me he movido de aquí. Soy guantanamero- holguinero- habanero. Más habanero, porque imagínate, tengo 84 años y de ellos he vivido 13 en oriente y el resto, 71, en la capital. Qué onda más sui generis”.

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- ¿Cómo reacciona cuando tiene todas las miradas puestas en usted?

“Me siento bien. Ese es el objetivo de mi trabajo. Captar la atención del público y que lo que yo esté haciendo les llegue. Que sienta, que ría, que llore con lo que estoy diciendo en el personaje que esté interpretando”.

-Y cuando nadie lo mira, ¿cómo es Mario Limonta?

“Soy una persona normal. Yo soy pueblo. No tengo rutinas. Voy a la esquina, hablo con todos mis vecinos. Me conocen en la bodega, aquí y allá, porque paso, voy y conozco a todo el mundo”

- ¿Cuál es la decisión u proyecto que haya tomado y se sienta más orgulloso?

He ganado dos premios internacionales con las películas Miel para Ochún y Barrio Cuba, ambas de Humberto Solás . Además, gracias al cine he podido conocer más de una decena de países.

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Pocos saben que Limonta inició el estudio de las leyes en la Universidad de La Habana, pero en aquellos tiempos, años 55 y 56’, la situación en la casa de altos estudios era convulsa y cerró.

“Realmente no me interesaba mucho esa profesión. Quería ser artista. A los 16 años empecé en la emisora CMKF en Holguín declamando versos. Recuerdo que era en un programa estelar que salía justo a las 7 de la noche. Lo auspiciaba La Época, una de las tiendas por departamentos en Holguín. Me pagaban 12 pesos con ropa. Cuando aquello un pantalón buenísimo valía seis pesos y pico. Me estrenaba con 16 años una pieza de ropa todos los meses y eso era un privilegio en esa época. Además, trabajaba en un cabaret que estaba frente al parque y allí, igual por recitar, me pagaban cinco pesos mensuales”.

Después, empezó a trabajar en la emisora Radio Holguín como actor, pero solo presentaron una obra.

“No quería ser abogado, pero en mi casa me exigían que estudiara una carrera. Tenía dos caminos, convertirme en tabaquero o una carrera en la universidad. Primero, medicina, pero no tenía ninguna vocación por esa profesión, por eso escogí derecho”.

Cuando cerró la Universidad tuvo que ir a trabajar como tabaquero, que era una profesión que conocía de antes. “Mi papá tenía una fábrica en Holguín y desde pequeño aprendí el oficio. Anillaba los tabacos que se producía a pequeña escala”.

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- ¿Qué le gustaría hacer que no esté haciendo ahora mismo?

“Otra telenovela”

- ¿Cuál es el fallo más grande que ha cometido en su vida?

Beber. Yo estuve un tiempo bebiendo y me puse muy mal. En el Periodo Especial justamente. No es algo que oculto. Por suerte, desde el año 94’ suspendí por completo la bebida porque Titón iba a hacer una película que se llamaba Guantanamera y me citan para el casting. Habíamos terminado de hacer el filme De cierta manera, que protagonicé junto a Sara Gómez. La bebida me tenía liquidado, estaba flaco, al punto que le preguntaban a Aurora si estaba enfermo. Ese mismo día dejé de beber. 1994. La bebida casi termina con mi vida”.

- ¿Cómo le gustaría que lo recordaran cuando ya no esté?

“Como un actor cubano que amó mucho a su patria y a su Revolución”.

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-¿Cómo llega nuevamente al arte?

“Cuando terminábamos de trabajar los sábados en la fábrica íbamos a un bar de la esquina, nos dábamos unos tragos y recitaba. Después, fui lector de tabaquería. Mis amigos me convencieron para que me presentara en el programa La corte suprema del arte de José Antonio Alonso. Ahí fue donde conocía a Aurora. Fui a ese programa y gané a la mujer de mi vida y la Categoría de Estrella Naciente”.

-¿Qué significó la Corte Suprema del Arte?

“La posibilidad, primero, de conocer a Aurora Basnuevo. Fuimos dos años novios y nos casamos en el 60’. Además, la oportunidad de estar en el mundo de la CMK. Después de eso, al ser Estrella Naciente tuve nuevas oportunidades, establecí relaciones y empecé a ser mis cositas como actor“.

-¿Dónde fueron sus primeros pasos en las tablas?

“Cuando triunfa la Revolución voy al Teatro Nacional a estudiar académicamente artes escénicas. Tuve de maestros a Adolfo de Luis, Julio Mata, Guido González del Valle, Iván Tenorio.

“Hasta 1965, pertenecí al grupo teatral Guernica del propio teatro. Ahí interpreté protagónicos en Bodas de sangre de García Lorca, Las impuras de Miguel de Carrión y Las vacas gordas de Abelardo Estorino. Gracias a eso se me presenta la oportunidad de ser contratado en la televisión. El primer papel que hice en ese medio fue un pequeño personaje en una aventura”.

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- ¿Cuál es su mayor defecto?

“No sé”- ríe a carcajadas.

- ¿Y virtud?

“Ser cubano y revolucionario”

- ¿Qué ha hecho para hacer un cambio en la vida de alguien más?

“Pertenecí al movimiento 26 de Julio justamente para cambiar a la Cuba que teníamos por la que tenemos ahora”.

- ¿Qué le gusta hacer en su tiempo libre?

“Leer. Leer”.

- ¿Cuál es su mayor sueño?

“A los 84 años, creo que morirme en paz. ¿Qué más puedo desear?”

- ¿A qué le tiene miedo?

“Al olvido”.

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El padre de Mario Limonta cantaba en sus tiempos libres. Era un pasatiempo que hacía bastante bien. “Realmente, mi inclinación por el arte fue algo que nació de mis posibilidades. Oía mucha radio y creo que eso también influyó”.

Considera que la radio es el medio más difícil de todos. “En la televisión tienes una escenografía, con quien dialogas al lado. En el cine igual. En la radio todo eso te lo tienes que imaginar y proyectar con la voz”.

Además de su carisma natural, reconoce que ha tenido la suerte de hacer personajes que han pegado e impactado en el pueblo de Cuba.

No considera que exista un punto que haya marcado un antes y un después en su carrera. “No me he puesto a meditar que momento marcó uno o el otro. Sencillamente he seguido una trayectoria desde la primera vez que hablé en un micrófono hasta ahora”.

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-Si todo desapareciera y pudiera rescatar solo una cosa, ¿que sería?

“La Revolución Cubana”.

-Si pudiera comenzar desde cero, ¿qué cambiaría?

“Estoy contento con lo que me ha pasado”.

- ¿Qué consejo le daría a su versión de hace 10 años?

“Que trabaje mucho. Que siga haciendo mucho cine, radio y televisión”.

- ¿Cuáles son sus principios y valores sagrados?

“Los que ha aprendido en esta Cuba. Los de mi pueblo. La historia de mi país”.

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- ¿Qué personaje no ha hecho que quisiera hacer?

“Otelo, el Moro de Venecia de Shakespeare. Una obra con gran profundización en la retórica y la tragedia”

- ¿Cuál fue el papel que te lanza al corazón del pueblo cubano?

“Mario Verdecia. Yo hice a Maceo, porque los Verdecia eran los Maceo, más allá de los detalles históricos. Los niños gritaban 'Viva Cuba libre', tenían machetes de palos. Todo gracias a ese personaje”.

- ¿Qué siente Mario Limonta cuando hace humor?

“He hecho muchos personajes humorísticos y creo que lo más importante es que me divertía haciendo cada uno de ellos. En la última novela, Entrega, en los diálogos que hacía con Manuel Porto improvisábamos mucho. Siempre hago eso con mis personajes humorísticos. Improviso, claro, con la anuencia del director. Me divierto haciéndolo. Son cosas que le llegan a uno al corazón”.

-¿De no ser actor, qué sería?

“Sabe Dios qué sería. Pero hay pocas opciones, o tabaquero o abogado”.

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¿Qué es aquello por lo cual moriría?

“Por Cuba. Sin dudarlo”

¿Ha pensado alguna vez en tomarse un año sabático?

“No, que va, me aburriría mucho. En este 2020 llevo tiempo sin trabajar y creo que me han olvidado. Casi no me ponen ni en la televisión”.

-Al terminar esta entrevista, ¿qué tres cosas debería llevarme sobre usted?

“Que conociste a un tipo sencillo, con una buena historia dentro de los medios. Que ama mucho a su país y a Fidel”.

TOMADO DE CUBADEBATE

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