Ángel Luis Capey: la versatilidad de la actuación
El joven actor de la Televisión Cubana Ángel Luis Montaner Capey trae nuevas propuestas a la pantalla y al escenario teatral en los meses venideros

Perdida, sorprendentemente, en las empedradas calles del Casco Histórico de la Ciudad, mi entrevistado —un manzanillero, criado en Cienfuegos— acudió en mi ayuda. El artífice de 29 años, espontáneo al igual que sus personajes, es un ser totalmente servicial. Ángel Luis Montaner Capey no solo es un excelente actor de la Televisión Cubana, sino además un apasionado del teatro y un conductor de esos que aún estremecen el interés de la teleaudiencia.

Su carisma y su naturalidad no son asidas solamente a la pantalla, sino que es parte de su vida cotidiana. Sentados en el patio de uno de los espacios de trabajo del joven, El Arca Museo Teatro de Títeres, me narra sus inicios en el mundo de la actuación, al cual llegó «por pura casualidad».

Sin referentes familiares en el arte, el dominio profesional de Ángel es en buena medida fruto de su don autodidacta. Tiene un poder de retención extraordinario que lo ha llevado no solo a conducir programas del calibre de Hábitat, sino también a incursionar en las artes manuales.

«Uno de mis pasatiempos favoritos desde la niñez es hacer artesanía. Lo aprendí empíricamente. Hago desde pirograbados hasta galeones de madera. Nunca nadie me ha enseñado a hacer nada; mirando y luego practicando aprendo». Aunque en su infancia no tuvo relación alguna con la actuación, el interés del artista por esta manifestación dejó pequeños vestigios que hoy recuerda con ternura.

«Una vez, de pequeño, estaba viendo una telenovela y me interesé por lo que hacían los actores. Le pregunté a mi abuelo que cómo funcionaba el oficio y él me comenta que ellos tenían que interpretar los personajes basados en un guion, que debían memorizar, adaptarlo a sus formas y hacerlo lo más natural posible. A mí me llamó la atención todo eso. Parece que tenía ese bichito bien guardado».

En Cienfuegos, donde cursó la Enseñanza Preuniversitaria, tenía definido que estudiaría Medicina, con especialidad en Cardiología. Ángel Luis es una fiel muestra de las vueltas que da la vida y de que hay que atreverse para triunfar.

«Cuando estudiaba en onceno grado tenía una novia que se iba a presentar a los exámenes de ingreso para la Escuela Profesional de Arte (EPA) Samuel Feijóo en Villa Clara. Durante el proceso de estos trámites me llevé por accidente su tarjeta de menor para el Instituto Preuniversitario de Escuela en el Campo (IPUEC) donde estudiaba.

«Ese día era el examen. Cuando voy a pedirle permiso al director de la escuela para llevar el documento, ahí mismo había un padre que iba para la Escuela de Arte y me dijo que podía llevarme. Por el camino me convenció de que me presentara a la prueba. Por suerte me arriesgué.

«Estudié cuatro años en la Escuela Profesional de Arte Samuel Feijóo. Luego vine para La Habana, aprobé los exámenes para la Universidad de las Artes (ISA) e ingresé a esta Universidad por Curso por Encuentro. Durante los cinco años que cursé allí tuve el privilegio de tener a Ariel Bouza Quintero, director del Grupo de Teatro Pálpito, como profesor de actuación».

Su debut en televisión fue en Perlavisión como conductor y protagonista de tres cortos de ficción. Sin embargo, reconoce que el personaje que ha marcado su carrera actoral es el de Richard en la telenovela El rostro de los días.

No solo es su primer papel de alcance nacional, sino además una interpretación que captó el respeto y admiración de todo el público espectador. La nobleza, la amabilidad, la solidaridad y la transparencia son algunos puntos de contacto que Richard tiene con el actor.

«En cualidades personales y sentimentales teníamos mucho que ver, sobre todo en la buena energía que mantenía el personaje. Soy muy positivo y eso me ha ayudado tanto en la vida profesional como personal».

La actuación magníficamente lograda por el artista granmense desmontó estereotipos arraigados a la homosexualidad masculina en la sociedad actual. El Richard desdoblado en la pantalla por Capey, lejos de suscitar críticas y comentarios homofóbicos, logró —como pocos de su tipo— la aceptación y el cariño del pueblo cubano.

«Comúnmente se lleva a la televisión el tipo de gay afeminado o amanerado. En esta novela tratamos de representar a dos hombres, como existen en la vida cotidiana, que se aman desde la masculinidad».

El actual caso de la serie policiaca cubana Tras la huella, titulado El diablo los junta, ha dado la oportunidad a Ángel de hacer otro arquetipo de personaje alejado de los que habitualmente les han sido concedidos.

«Todo lo que he interpretado se encasilla al muchacho correcto. Estaba ansioso porque me llegara un personaje que no tuviera nada que ver conmigo. Loisys Inclán, directora del dramatizado, llamó para que me presentara al casting.  Fui y me dieron este personaje de un joven ambicioso y hasta un poco malcriado, lo cual agradezco mucho».

La conducción es algo que acompaña al artista desde su graduación en la EPA. Su primer programa fue A buena hora en Perlavisión y actualmente conduce HábitatCinecito en TV y Sala a+, transmitidos por el Canal Educativo y el Canal Habana.

«En la Escuela de Arte una de mis notas más bajas era en la asignatura Voz y dicción. Hablaba muy rápido y atropellaba palabras. Hice una ejercitación tan fuerte que desde que me gradué comencé a conducir programas de televisión. La primera vez que estuve frente a las cámaras fue en vivo y a conducir, una experiencia única.

«Hábitat es uno de mis mayores retos en este campo. Me ha aportado mucho desde el punto de vista profesional. Es un programa en el que constantemente estoy memorizando texto, tiene una dinámica muy rápida y requiere de un nivel de aprendizaje y de retención expedita. Es una producción que demanda, como en la actuación, un nivel de verdad para que todos estos temas científicos y biológicos de complejidad lleguen al televidente de una manera fresca y natural».

Entre los nuevos proyectos del egresado del ISA que se presentarán próximamente por la Televisión Cubana está la serie Valientes, cuya trama gira alrededor de seis estudiantes universitarios que marchan hacia un centro de aislamiento para prestar ayuda durante la etapa de los brotes de la Covid-19 en Cuba.

«Valientes será mi primer protagónico en televisión. Es una serie de 14 capítulos, en concordancia con los días que estos jóvenes están en el centro de aislamiento. Mi personaje está basado en una historia real de un estudiante de Periodismo, Mario Almeida, quien durante su estancia hizo una bitácora que se posteó por semanas en las redes sociales. Se espera que se transmita en el mes de septiembre por el canal Cubavisión».

El nominado al Premio Caricato 2019 y Premio Adolfo Llauradó de actuación masculina en teatro para niños, presenta una versatilidad que asombra. Es un fan al baile folclórico y popular y un radialista apasionado. Desde 2014 es parte de la agrupación teatral Retablos, donde se vale de la magia de los títeres para embaucar en historias inexploradas a niños y adultos.

El Licenciado en Arte Teatral, no cree en regionalismos y a pesar de nacer en Granma, ser criado en Cienfuegos y vivir hace ocho años en la capital, dice «ser cubano por encima de todo». Entre las sorpresas que prepara actualmente está la obra El viejo vals de la laguna, proyecto aprobado con Beca de Creación por la Asociación Hermanos Saíz (ASH).

«Está inspirada en un cuento de ficción escrito por Charles Rodríguez, que se basa en una leyenda que existe en la presa Hanabanilla en Villa Clara. Es mi primer unipersonal pues me estoy encargando no solo de adaptarlo a un guion, cosa que hago por primera vez; sino, además, de diseñarlo teatral y escenográficamente e interpretarlo».

Del teatro afirma que «es la manifestación que lo incluye todo. En algún momento vamos a ser bailarines, músicos o artífices plásticos. En él crecí como artista».

Respecto a los infantes piensa que es el segmento de audiencia que requiere mayor exigencia y compromiso. «Cuando un adulto va al teatro y no le gusta la obra, puede que permanezca en el lugar hasta una hora. Sin embargo, si traes a un niño y no le atrae lo que se está escenificando empieza a dar gritos hasta que el adulto lo saque. El público infantil te da la medida de si lo que estás haciendo está bien o mal. Los niños son la verdad».

 

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