Destaca Roberto Cornelio Ferguson, Premio Nacional de Televisión 2013

Luego de cinco décadas al servicio de la información y el entretenimiento en la pequeña pantalla nacional, el director de televisión Roberto Cornelio Ferguson siente que, a pesar de los aciertos y logros, los hacedores de espacios televisivos necesitan actualmente una inyección de pasión y mayor entrega en su trabajo diario.

En entrevista exclusiva para esta publicación, el Premio Nacional de Televisión 2013 resaltó que es imprescindible recuperar el mismo espíritu que se tenía en 1969, cuando se convirtió en el director general del Noticiero Nacional de Televisión (NTV) durante 25 años consecutivos.

“El NTV es una escuela y me gustaría que todos los especialistas de la televisión pasaran por él. Es un programa diario y en vivo. Los camarógrafos, sonidistas, diseñadores de luces se emplean a fondo y asumen una alta responsabilidad. El dominio técnico que tengo en el switcher se lo debo a ese espacio”, indicó.

Para Ferguson, dirigir el noticiero durante un cuarto de siglo fue una tarea titánica porque políticamente constituye el programa más importante de la televisión y un dedo mal ponchado podía acarrear miles de problemas.

“En 1969 la tecnología estaba mucho más atrasada y se hacía lo que llamábamos televisión de palo. Todo era mucho más complicado en aquellos años. No había video, se filmaba en películas que tenían que editarse, debíamos montar un rollo. Pero hacíamos cosas maravillosas.

“Tampoco existía la infografía ni generadores de caracteres que identifican, por ejemplo, al locutor. Eso se ponía en una maqueta, en carteles, y era dibujado. Hacer un noticiero ahora es más fácil porque tienes un operador pendiente de los videos y él mismo los rueda.

“Ahora veo con más frecuencia cosas que no sucedían antes: guiones malos o locutores que entran con el audio sin estar abierto a tiempo. Creo que la técnica está funcionando bien, pero cuando salen al aire comienzan los desastres. Y ahí es cuando el director debe tener el suficiente control para lograr que todo el mundo siga su función sin que el caos trascienda. Porque si el director se equivoca los errores vienen en cadena, uno detrás del otro”, precisó.

En 1995, el veterano de las cámaras cesó como director del NTV y viajó a Angola para enrolarse en una telenovela que no se concretó porque las condiciones técnicas en ese país no eran las adecuadas. Regresó a Cuba a los seis meses, continuó como director de dramatizados y musicales, y en 1999 comenzó a dirigir la Mesa Redonda.

“Yo hice el primer programa sobre el caso del niño Elián González. La tensión era inmensa en esos momentos y Fidel estaba todos los días en el estudio 11 del ICRT. A veces la Mesa se extendía hasta las diez de la noche y cuando terminaba se ponía a conversar con nosotros y a decirnos lo que se debía hacer el próximo día.

“A veces finalizábamos a las doce de la noche, y en ocasiones nos llevaba para el Consejo de Estado hasta la madrugada. Pero Fidel fue, sin dudas, el protagonista número uno de esa batalla y el guionista de las Mesas Redondas”, señaló.

En el año 2010 Ferguson dejó de dirigir el espacio y eventualmente se jubiló. No obstante, como él mismo confiesa, no le gusta estar “metido en la casa”, y ahora continúa al frente del programa Bravo y trabaja en la organización de eventos políticos. En este sentido, colaboró en las transmisiones de las visitas de los Papas a Cuba y del cortejo fúnebre de Fidel Castro.

“Lo del Comandante fue extraordinario. Me tocó transmitir desde Camagüey, una ciudad a la que me une mucho cariño. Y ese evento en particular me marcó mucho”, destacó.

Para el director de televisión, actualmente hay carencia de creatividad por parte de los realizadores y muchas personas solamente piensan en el aspecto lucrativo de las especialidades en la pequeña pantalla.

“Antiguamente yo hacía el noticiero, espacios dramatizados, musicales… ¡Todo por el mismo salario! Ahora la gente anda muy preocupada por cuánto le van a pagar. Y eso hace que muchos no se entreguen a fondo. Sin embargo, entiendo perfectamente que vivimos otra realidad. Con aquel dinero yo me podía hospedar en el Habana Libre o ir a Tropicana. Eso es imposible en estos momentos, desafortunadamente.

“La televisión no tiene ahora el nivel que se requiere y veo cosas que me decepcionan. A veces me tocan a la puerta para decirme que la programación está cada vez más mala; y eso uno lo siente mucho”, lamentó.

Aunque asegura haberse sentido bastante realizado en el medio televisivo, siente que aún no ha completado todas sus aspiraciones y el tiempo atenta contra esa realidad.

“Yo siempre digo que me voy a ir de la televisión sin hacer una telenovela. He hecho series, como Retrato sobre Lenin, pero no una telenovela. En algunos momentos no pude porque no teníamos las condiciones o no me daban la libertad para hacerla. Y en este momento tampoco encuentro las condiciones propicias y ya estoy muy viejo. Quiero hacerlo, pero al mismo tiempo me repliego y no me decido.

“Sin embargo, más allá de ese deseo, lo que más quisiera es que la televisión mejorara en todos los sentidos, no en un solo aspecto, sino en su totalidad, y que logre brindar una programación de calidad como el pueblo cubano verdaderamente merece”, concluyó.

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