Breve recorrido por la trayectoria de Reuel Remedios, popular actor humorístico

Su mundo profesional en un inicio se relacionó con estadísticas y cuentas matemáticas; pero la Contabilidad no pudo con su don de hacer reír y su decisión de que fuera está la mejor manera de asimilar y aprehender el mundo. El tránsito resultó feliz para él como individuo y para los tantos cubanos que al verlo en escena logramos enfrentar la realidad con una mirada reflexiva y a la vez placentera.

Sobre esa responsabilidad que sabe tiene en sus manos en cada presentación Reuel nos comenta: “Comencé en el humor en Holguín, en el año 1985, mientras formaba parte del grupo de teatro Arenas, del Instituto Politécnico de Economía “Pedro Díaz Cuello”, donde estudiaba Contabilidad.

“Por entonces, en el repertorio teníamos incluidas muchas comedias, así comencé en el primer grupo humorístico a la par del grupo de teatro que, por cierto, tuvo corta vida. En ese mismo periodo me inicié en otro proyecto: un dúo con el que me mantengo trabajando hasta la fecha.

“Ha sido un camino de búsqueda en todos estos años. Puedo asegurar que el humor en mi vida lo es todo en cuanto a trabajo y espiritualidad. El primer contrato lo obtuve al cumplir los 17 años y vino por medio del Centro Provincial de la Música y los Espectáculos en Holguín. Ya nos incluían en sus producciones, pero no teníamos edad requerida para pagarnos.

“He tenido la oportunidad de transitar por el teatro, el cabaret y la televisión los tres medios y de presentarme a lo largo y ancho del país. He dedicado la vida al humor y él me ha devuelto satisfacción y alegrías”.

Acerca de su siempre aplaudido personaje de Lindoro Incapaz refiere cuánto ha significado en su vida: “Este personaje me lanzó a la popularidad, fue la oportunidad de asumir un trabajo en el que no me habían visto. Siempre en el dúo me dediqué más a la contrafigura.

“Al programa Deja que yo te cuente llegué como invitado a un capitulo con un guion que yo mismo había escrito, e hice por primera vez de Lindoro¸ rol que ya tenía pensado y no había tenido la oportunidad de desarrollarlo. Cuando salió al aire me propusieron escribir algunos guiones más y que incluyera en algunos el personaje de Lindoro como director de empresa y con el apellido Incapaz porque sugería mucho en cuanto a la sicología que debía tener.

“Con el trabajo en equipo el personaje creció hasta llegar a estar en ocasiones solo en escena. Se volvió interesante, ya con el set de la oficina, el salón de reuniones, las situaciones llegaron a desarrollarse generalmente alrededor de él.

“Le debo mucho a Lindoro Incapaz. Me abrió muchas puertas en el mundo de la actuación y en lo personal también. Estamos muy ligados, a pesar de que el programa salió de la parrilla de la televisión desde el 2013. No obstante, todavía me saludan mucho por la calle con las frases de Lindoro que se convirtieron en muy populares y me invitan a responderles como hace él; y yo con mucho gusto lo hago. En eso nos parecemos: me complace complacer” (sonríe).

Lindoro ha reaparecido en el espacio humorístico Motor de arranque, hecho que se agradece mucho ¿Qué sabor te dejó esta reaparición?

–Lo primero es que tuve la oportunidad de participar en el primer Motor de arranque, en Canal Habana. Ese programa era entonces un proyecto más íntimo, ya de eso se ha hablado. En este caso el proyecto es más ambicioso, emplea mucha tecnología, una excelente banda con música en vivo, humoristas consagrados, un show algo loco en un gran escenario, que en ocasiones es difícil rellenar, pero que sobre todas las cosas logra su objetivo: divierte al televidente, es algo diferente, novedoso, que en lo personal disfruté mucho.

“Estuve invitado en tres capítulos y me quedé con ganas de más, de trabajar en él y disfrutarlo desde mi casa con la familia. Le agradezco mucho a Travieso, director de El motor de arranque, y al equipo de realización por la oportunidad de trabajar y revivir al personaje de Lindoro Incapaz que llevaba tiempo fuera de la pantalla.

“Es un colectivo donde se respira buena vibra, respeto y muchos deseos de divertir. Eso se transmite. La televisión cubana necesitaba hace mucho de algo como esto, realmente con 10 programas estoy seguro que el público lo va a extrañar y nosotros también”.

Mantienes un dúo de trabajo con Leonardo Santiesteban, ¿desde hace cuánto tiempo y qué les ha representado esta experiencia de trabajo?

–Con Leonardo (Leo) formé un dúo en Holguín en 1985. Ese fue mi segundo proyecto en el humor, mantengo ese dúo hasta hoy. Vivíamos en el mismo barrio y no nos conocíamos. Nos encontramos en la Casa de la Cultura. Él pertenecía a otro grupo y, al separarse de este, lo unimos al nuestro. Luego nos quedamos él y yo. Nombramos al dúo Los Drakus, hacíamos sketches y teníamos algunos trabajos de payasos que presentábamos en una brigada circense.

“En 1995 nos tomamos el trabajo más en serio porque decidimos presentarnos en el Festival Aquelarre de la zona oriental, por tanto, debimos cambiar un poco el humor regionalista, sacarlo del ámbito de Holguín para que pudiera funcionar también en los escenarios de la capital y llevarlo más al teatro, que es el humor que defiende el Centro Promotor del Humor.

“Gracias a este festival y a dicho centro, dirigido entonces por Osvaldo Doimeadiós y el maestro Armando Suarez del Villar, recibimos algunos cursos para actores en el Instituto Superior de Arte, incluido uno de teatro musical donde Leonardo y yo interpretamos respectivamente al Casto José y el General Putifar, de La Corte del Faraón, obra con la cual nos graduamos.

“El dúo nos impulsó a los escenarios de la capital, nos exigió superarnos y acceder a la televisión con una formación más sólida. Creo que somos el dúo con más años trabajando, ambos le debemos mucho a Los Drakus.

Próximos proyectos

–Actualmente Leo y yo nos mantenemos escribiendo un nuevo espectáculo para el teatro; hay algunas propuestas también para la televisión, pero ahora mismo debemos esperar a que las aguas tomen otra vez su nivel para seguir trabajando.

Lleno de planes anda este hombre sencillo que ama hacer reír, además de ser padre orgulloso de dos bellas niñas: una, enamorada de la pintura, y la más pequeña, con aptitudes para la actuación. Gustoso por todo lo que puede continuar creando deja espacio para situaciones en las que seguramente Lindoro Incapaz seguirá teniendo vida porque ya es parte de la hilaridad cotidiana del cubano.

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