“Rompiendo el silencio visto desde la distancia me vuelve a conectar hoy con Ustedes, agradeciendo mucho los comentarios y las publicaciones de todos y la maravillosa oportunidad que me ofrecieron Rolando Chiong y Legna Pérez de meterme en la piel de éste personaje desde la tragedia profunda de su historia de vida y de su valentía de enfrentarla y buscarle salidas dignas, un verdadero privilegio. Gracias también a todos los implicados en darle voz e imagen a la lucha contra el maltrato desde todas sus aristas y por supuesto al extraordinario elenco que me acompañó y a todo el equipo técnico que junto a estos excelentes directores siguen demostrando que una buena televisión es posible”, escribió Jacqueline Arenal por la cantidad de comentarios que despertó su estremecedora participación en el reciente capitulo  Cadena de la aplaudida serie.

Fue su regreso a la pequeña pantalla, aunque en las tardes se le puede ver, también por Cubavisión,  en Destino prohibido, encarnando a Rosario, una gitana que no tiene nada que ver con el dramatismo de la mujer madura violentada.

Meses atrás en una larga entrevista la inolvidable Verena Contreras, me habló de su vida y de ahí extraigo la parte referente a la pequeña pantalla:

“¿Cuándo empezaste en la televisión, cuál fue tu primer trabajo y cómo llegaste a él?

Mi primer trabajo en televisión fue hacer La Cenicienta para el espacio Había una vez. Estoy muy agradecida con la vida porque desde muy joven me ofreció oportunidades valiosas y La Botija fue mi segunda obra. Una joya, no sé si esa serie todavía se conserva, ojalá se pudiera retransmitir porque es una maravilla, con la dirección de Danilo Lejardi, fotografía de Ángel Alderete y un elenco de grandísimos artistas. Ahí compartí protagonismo con Vladimir Cruz, el actor de Fresa y Chocolate, en una época cuando ambos aún estábamos estudiando.

Era una gran historia, con un guion extraordinario. Entonces existían unos Estudios de las FAR que hacían cosas fabulosas, como esta serie de 18 capítulos, rodada con cámaras de cine en los escenarios naturales de la Sierra Maestra. Tuvimos que vivir en el Pico Turquino y nos movíamos en burro.

¿Cómo llego ahí? Se corre la voz en el ISA de que estaban buscando gente muy joven y que parecieran aún más jóvenes de lo que eran, para una serie que iban a hacer. Nos presentamos varias muchachas al casting y estaba preocupada porque el personaje era el de una guajirita y yo me había criado en La Habana. Pero Danilo Lejardi es un director con una sensibilidad especial para adaptarse al universo del actor joven y ya en la primera conversación, al entregarme las escenas fue muy claro sobre lo que quería y me ofreció información precisa. Vine para mi casa, me empecé a preparar, a buscar por ahí algo de ropa que me pudiera servir y cuando me presenté ya era una persona desconocida. Él no sabía quiénes eran mis padres, me eligió simplemente como una alumna más del ISA. Guardo la experiencia maravillosa de las valientes mujeres de la Sierra, aquellas niñas que conocí allí y me enseñaron una forma de vida no exenta de belleza, que yo desconocía.

¿Ya te has librado del nombre de Verena? ¿Qué te dio ese personaje, sólo popularidad?

No me he quitado todavía ese nombre de Verena Contreras. Así me llaman por los aeropuertos, los hospitales, en todos lados la gente me recuerda mucho y me bautizó con ese personaje. Al principio uno lucha contra eso, piensa en que ha hecho muchos, que si eso significa que los otros no gustaron tanto. Pero Verena conectó con una gran cantidad de público y me dio eso que llamamos popularidad, que es importante no solo como alimento de tu ego, sino porque indica que llegaste al alma de la gente y eso es algo muy difícil. Hay actrices y actores buenísimos que nunca lo han conseguido, así que con el tiempo entendí que eso es un tesoro, porque la gente en Cuba no solo te pide una foto sino también te ayudan mucho cuando eres un personaje querido para ellos. El público cubano decidió que soy Verena y lo soy.

Ahora, eso no es lo único que me dio Verena. Yo creo que Tierra Brava es una obra de televisión muy bien escrita, inspirada en Media Luna, una novela de Dora Alonso que es excelente. Como actor tú puedes intentar lo que quieras, acudir a tu experiencia, talento, herramientas, pero si hay un mal guion, tienes el 80 por ciento de la batalla perdida. Xiomara Blanco hizo una versión muy interesante, con historia y personajes muy sólidos y ella es una excelente directora de televisión. Era mi primera telenovela, pasaba de hacer cosas de pocos capítulos a una de 120, en un papel protagónico y teniendo que trabajar más de doce horas diarias, con veinticinco escenas al día, teniendo que aprender tanta cantidad de texto y con la capacidad de resolver rápidamente los requerimientos del personaje. Nadie se imagina el trabajo que lleva y la inmediatez con que hay que resolver los problemas en una telenovela.

Así que aprendí mucho, del lenguaje de la telenovela y de actuación también, acompañada por un elenco maravilloso de actores con los que compartí escena, uno nunca para de aprender y con suerte llegas a poder en algún momento enseñarle algo a los más jóvenes. Considero que esta fue una oportunidad muy importante, no por gusto es una telenovela de las más recordadas, que la gente vuelve a ver y disfrutar.

Háblame de tu experiencia en las telenovelas colombianas.

En dieciséis años de trabajo ininterrumpido en Colombia, participé en muchas telenovelas, series, y en trabajos monotemáticos, los que aquí llaman teleplays, o sea películas para televisión. Entré haciendo un personaje muy popular, el de la tía Yoli en Los Reyes, y fue muy complicado, porque si a veces es complejo conocer la cultura popular incluso dentro de tus propias raíces, peor es llegar a otro país y, aunque hablen el mismo idioma y tengan cosas comunes, hay grandes diferencias y se necesita investigación y poder de observación. Sin embargo, esa novela fue un exitazo allá, y tuve la suerte, ¡otra vez!, de encontrarme con un director maravilloso, Mario Rivero, hombre de muchos conocimientos del audiovisual y la técnica del actor, que había estudiado cine en Rusia, y además gran ser humano, quien me ayudó enormemente para interiorizarlo más rápido posible el trabajo de interpretación que me tocaba hacer.

En Cuba había hecho algunos personajes populares; sin embargo, allí no me conocían de nada y fue una oportunidad increíble para una actriz que estaba partiendo de cero, un reto importante que me dio una conexión inmediata con la gente de Colombia. A partir de Los Reyes, que fue una novela con un rating comparable al de Tierra brava, en el canal RCN me dieron una exclusividad por cinco años y por lógica llegaron varios personajes populares similares, y a veces incluso decidí no aceptar, porque les dije no quería encasillarme y fueron generosos en ese sentido y me propusieron otro tipo de cosas.

Ya después interpreté a mujeres más sofisticadas, representantes del estrato de personas ricas. Hice algunos personajes populares con Caracol. En la serie Mujeres asesinas hice algo completamente distinto: una mujer esquizofrénica que termina matando a su marido. Después trabajé en Pablo Escobar. El patrón del mal, en el rol de una periodista que fue secuestrada por el narcotraficante. Para ello me entrevisté con la persona real y lo considero de mis trabajos más importantes porque interpretaba a una persona de otra nacionalidad, por delante de otras actrices colombianas, y es una mujer de la cual la gente tiene referencia, sabe cómo es físicamente, su carácter, su acento, porque en Colombia hay grandes diferencias en el acento según la región. He hecho personajes muy diversos; recientemente, hice de una mujer proveniente de un medio popular, pero que llega a ser rica y tiene un reality show en Miami, un personaje fuerte pero a la vez divertido, humano y dictatorial, un personaje complicado. También interpreté una con esclerosis múltiple, un compromiso como actriz muy complejo, que llevó gran trabajo de investigación sobre la enfermedad. Así que el rango de personajes hechos en Colombia es muy amplio.

Con Rompiendo el silencio vuelves a la televisión cubana. ¿Nos adelantas un poco de este trabajo?

Estoy muy feliz porque el regreso a la pequeña pantalla cubana sea con esta serie, que ya tuvo una primera temporada cuando yo no estaba aquí. En esta segunda, la cosa va sobre el maltrato de género, el maltrato en general, el maltrato laboral, cualquier tipo de maltrato. Un tema álgido para mí, porque además soy una gran defensora de las víctimas de cualquier tipo de maltrato, desde el psicológico hasta el físico de cualquier índole. Creo que nosotros hacemos personajes, pero cuando nuestros personajes se convierten en voceros de nuestras preocupaciones, de nuestras luchas, también es una gran oportunidad.

En este caso el director es el Chino (Rolando) Chiong; ha hecho un excelente trabajo, el guion es suyo también. Hago a una víctima de maltrato y, por primera vez, comparto rol protagónico con Pichi (Jorge Perugorría). Ambos teníamos ganas de trabajar juntos desde hace tiempo y estamos en un estado de madurez en todo sentido, que nos permitió acercarnos a estos personajes tan complicados. No quiero adelantar mucho más, quiero que la gente vea la serie. Su hijo Andro Perugorría hace de hijo de los dos en la serie y realmente el conflicto grande está entre ellos tres. Fue durísima, vivir todas las emociones de una cosa terrible, donde hay manipulación, maltrato, acoso psicológico, pero con estos dos actores tuve una empatía impresionante y me satisface regresar a Cuba con un trabajo fuerte y que me comprometiera también como ser humano”

Jacqueline que responde cada comentario en Facebook, en su post  de agradecimiento dijo: “El otro silencio de estos días en las redes se debe a un intenso trabajo  les adelanto una fotico (desde el salón de maquillaje) en plena preparación para este nuevo proyecto que siendo un verdadero reto a la vez me produce un disfrute infinito. No me permiten aún dar detalles pero creo que estará muy pronto a los alcances todos. Agradecer, agradecer, agradecer... de eso se trata todo”

Y yo le escribí en el chat  “Espero la primicia, un timbrazo, un spot...” y esta fue la respuesta “¡ siiiiiiii será tuya ! Así que espere el “misterio” en el que trabaja Verena, digo, Jacqueline.

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