Hay un hemisferio de nuestro satélite natural que no es observable desde la Tierra. Algunos le consideran como un lado oscuro, sin encantos, quimeras o pretextos para enamorar. Pareciera no sentirse a gusto ante los ojos más curiosos; sin embargo, no le es rara la realidad que encierra, similar a las tramas que nos presenta por estos días el espacio de la telenovela cubana. 

Y es que detrás de cada vida se esconden zozobras tal cual las cuentan los personajes de La cara oculta de la Luna, una propuesta marcada por la pesada carga de contraer una infección de transmisión sexual, sin despreciar los diversos contextos donde cohabitan los más puros sentimientos encarnados en sus personajes. Esos imposibles de descubrir, incluso por segunda ocasión después del estreno de sus temporadas en 2005.

La historia de un joven de 18 años llamado Leroy parece ser la de mayor impacto en la sociedad cubana actual. No poco se debate o lamenta entre familias intentando comprender el duro desprecio de una madre a su hijo que debe criarse solo y aprender, hasta que su vida cambia para siempre.

Enrique Bueno, Henry Good (cosas de Ariana Álvarez) o Leroy supo defender su primera vez en la televisión cubana, y no solo eso, nos cautivó de una manera espectacular.

El muchacho que recibió años atrás el “no aprobado” en los exámenes de ingreso a la enseñanza artística en su natal Camagüey, llegaba guiado por sus caprichos a una telenovela, cansado de tanto andar, pero confiado de las intuiciones que surgen única y exclusivamente del deseo. 

Con él conversó el artemiseño a través del chat Nos fuimos en vivo de Telegram que cada sábado nos presenta un invitado.

“De niño me incliné por la percusión, pero por algunas cosas de la vida no logré conseguirlo del todo así que de la noche a la mañana cambié a la actuación, quizás motivado por aquellas aventuras de capa, espadas y héroes de televisión.

“Practiqué esgrima sin darme cuenta del actor que después fui. No aprobé las pruebas de la escuela de arte -tristemente- sin embargo, busqué la manera de involucrarme y apareció Teatro del viento, dirigido a niños y jóvenes.

“Al venir a La Habana no podía dejar atrás mi sueño, tenía un referente de lo que era el Hubert de Blanck por los Festivales Nacionales de Teatro celebrados cada año en mi provincia, así que decidí acercarme y gracias a Orietta Medina entré a la compañía y desarrollé buena parte de mi carrera junto a grandes directores y actores de las tablas cubanas.

“De ahí la posibilidad de celebrar los ochenta años del dramaturgo Abelardo Estorino con su obra Morir del Cuento.

Justo fue en el Hubert de Blanck donde interpretaste personajes de clásicos como “Fuenteovejuna” o “Don Juan Tenorio” …

“Pues sí. Don Luis fue el primer personaje que hice acá en La Habana y con su repercusión me consideraron ese año dentro de los veinte mejores intérpretes cubanos en la revista Caimán Barbudo junto Corina Mestre, Viengsay Valdés y otros. Ello significó el reconocimiento inicial en la capital cubana; el más difícil de todos”.

Ese momento te catapultó de alguna manera a la popularidad, tanto que en 2003 arrancan las oportunidades para hacer un medio que desconocías: la televisión.

“Realmente en muchas entrevistas a veces lo olvido. Vicente González Castros tenía una serie forense donde actué en uno de sus capítulos. Luego un grupo de amigos decidimos ir al casting para la telenovela la cara oculta de la Luna; te voy a ser sincero: no tenía esperanzas, estaba cansado de ir así que casi me llevaron por los pelos e inesperadamente me aceptaron.

“Lo hice para el personaje de Lester interpretado por Alejandro Cuervo) en la primera historia de la telenovela. Una semana después me llama la asistente de dirección y me dice que era ideal, según el equipo de dirección, para asumir el protagónico (Leroy) de la cuarta historia.

“Yo no sabía cómo era este personaje, solo algunos detalles por la sinopsis, además todavía Freddy Domínguez no había escrito el guion. De pronto comenzamos a notar que Leroy progresaba a medida que lo escribían y con ello también crecía la incertidumbre de los realizadores sobre mí: un joven sin experiencias que venía del teatro.

“Debo reconocer que también lo cuestioné, pero Cheíto González tenía confianza para repartir. Todo se hizo más cómodo y nuestra amistad después de tanta ayuda duró hasta los últimos minutos de su vida.

Preparar un personaje no es tarea fácil, lo dicen todos los actores: necesitas referentes, involucrarte en tramas y estudiar ¿Dónde recayó el mayor esfuerzo para conseguir a Leroy?

“Yo no tengo nada que ver con Leroy. Mi familia es muy funcional, totalmente alejada de la realidad narrada por su trama. Mi madre es psicopedagoga y ella me hablaba de casos en consultas con personas cuyas circunstancias eran similares a las del personaje.

“Con calma lo fui armando, sin referentes, ni siquiera un amigo. Todo era un mundo desconocido para mí: las cámaras, los actores, Leroy, era una locura aquello.

Supongo que una de tus mayores suertes en la telenovela fue trabajar con grandes de la actuación en el país. ¿Cómo calificas esta oportunidad?

Una suerte. Yo digo que lo mejor que nos sucedió o el éxito de nuestras relaciones interpersonales estuvo en el trabajo de mesa previo a los ensayos y la grabación.

“Blanca Rosa Blanco era recién madre en el momento del rodaje y estábamos en la misma situación: requería estudiar y hacer largas charlas porque su realidad era bien distinta a la de Carmen. Tanto que Cheíto decidió grabar primero mis escenas con ella, luego el resto y fue impactante. Ni siquiera nos gustaba ver las tomas grabadas; nos entristecían demasiado.

“Con Cristina Palomares (Cacha) y Dianelis Brito (Lucía) sucedió algo similar: visitábamos sus casas y debatíamos sobre los personajes junto a Fredy. A veces no siempre se hace este tipo de “pre”, pero confrontarnos en un espacio fuera de un set fue muy importante.

“Por ejemplo, el autor nunca concibió que le dijera “Caya” a Cacha o ella “Lelé” a mí; imitamos vínculos afectivos de un joven con las características de Leroy. Eso se nos ocurrió. Los dichos de Blanquita tampoco estaban en el guion y ahora recuerdo algunos divertidos como “no me tires pa lo hondo que me ahogo”, “maximízame”, “expresa tu cuerpo”, etc.

“Cuando estaba la novela al aire se regó que Dianelis y yo éramos pareja (sonríe) y eso se debe a la relación que lograron nuestros personajes. Íbamos de gira nacional y cada vez que llegábamos a un hotel el carpeta nos daba la llave de la misma habitación a los dos porque pensaban que estábamos juntos.

¿Qué anécdotas recuerdas durante el proceso de grabación?

“¡Ah! muchas (sonríe). Yo siempre estaba muy tenso; hasta que no vi el resultado final no empecé a respirar y disfrutar el personaje. Te puedo contar que la grabación era muy complicada pues el solar existe, es real. Comenzaba a las dos de la tarde la grabación, pero en aquel momento había temporada de béisbol y allí la gente estaba con su botellita de ron, la musiquita de salsa o rumba, las tendederas, los niños corriendo, el tabaco… y era bastante complejo.

“Yo terminaba las escenas con Blanca donde ella me agredía y había muchos vecinos escuchando o mirando desde un monitor fuera del solar lo que sucedía en aquel cuartico. A veces eran tan fuertes que detrás de un ¡Corten! salíamos y los vecinos estaban llorando; fue reconfortante.

Tienes una pequeña hermosa, una esposa, familia y mucha gente que te admira. Cuéntame de sus caras por estos días de retransmisión.

“Lía, mi princesa, siempre se rehusó a verme en televisión quizás por un poco de celos. Lógicamente cuando salimos a la calle las personas me paraban y querían hacerse fotos, y le molestaba pues quería tener su intimidad con papá. Mi popularidad le robaba tiempo con su padre.

“Ahora me llama y por primera vez me dices: papá vi la novela, qué lindo actúas (sonríe). Yo soy de los que dice que este espacio no es para los niños por sus lenguajes, pero en Cuba se nos hace difícil decirles que no. En cambio, Dalia, mi esposa, lo ha asumido muy bien pues es bailarina, y es una suerte tener al lado a alguien que te comprenda en medio de tantos batallares.

¿Qué tal el 2020… convivir con esta pandemia?

Terrible. Tenía muchos proyectos que fueron abajo por la pandemia, de momento me vi desprovisto de trabajo. Tuve que buscar planes B, C y Z hasta tanto ver cómo enfrentaríamos la situación y el ocio poco acostumbrado. Por suerte ya comienzan a aparecer proyectos de pequeño formato como la conducción.

Aproveché la cuarentena para escribir algunas historias que me gustarían dirigir. Creo que la familia me tuvo más cerca; siempre lo he tenido presente, pero con el trabajo a veces es imposible. Esperemos que pronto salgamos de esta tragedia para nuevamente encaminar nuestras vidas.

Si te fueras a definir con una frase, la más exacta…

“Soy inseparablemente Leroy, un joven caprichoso que jamás tolerará la mediocridad porque no me lo permito de otra manera.”

  Durante la Serie LCB La otra Guerra  

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