El actor cubano Leonardo Benitez cuenta a CubaSí sobre su personaje Tomás en la novela cubana  

Leonardo Benítez no había tenido una mañana fácil, pero entró a la redacción de CubaSí con toda la profesionalidad y los encantos que ya habíamos visto en Maykel Yunior, el mayor Julio y Tomás. Conversamos tanto y con tal fluidez sobre todos ellos y sobre el propio Leo cuando no anda en otra piel, que se nos hace difícil creerle que es un tipo tímido.

Tomás le llegó casi por accidente, nos confesó el actor que encarna a uno de los personajes que más expectativas ha despertado en la telenovela . En un par de días tuvo que estudiar para enfrentarse a escenas complejas (unas de hospital que no hemos visto y, por cierto, esto es lo más parecido a un spoiler que pudimos obtener de Leo; suerte la de Lester Hamlet de contar con un artista tan discreto como talentoso).

—¿Cómo ha sido la experiencia con Tomás?

—Tomás es un personaje súper rico y lo disfruté muchísimo. Yo agradezco que haya llegado a mí, porque a raíz de la novela de 2015, Latidos compartidos, la gente me enmarcó como un supuesto «galán de telenovelas», y yo no quiero eso. Maykel Yunior se robó el show en esa novela, porque marcó un antes y un después. Yo creo que fue el primer actor negro que hacía un personaje protagónico, y a raíz de eso, vinieron otros personajes con esos colores; incluso en Tras la huella, mi personaje del mayor Julio, cada vez que va a entrevistar a una muchacha... que si lo mira, que si se ríe... Entonces dije: bueno, Tomás es un tipo diferente, con una cicatriz en su rostro, tiene una lesión que no se divisa bien, pero la tiene en su brazo izquierdo; así que pensé: esto hay que hacerlo, lo voy a aprovechar.

«Me ha traído a mí espiritualmente sacar cosas que tenía dentro como actor, buscar en zonas oscuras y sacarlas afuera, porque eso hacen los actores, desnudar el alma, no solo quitarse la ropa, aunque Tomás empezó la novela un poco calentico y, ya te digo, lo he vacilado muchísimo. El público lo agradece. En la calle me preguntan: ¿dónde dejaste la cicatriz? La gente empezó odiando a Tomás, ya después se descubre por qué sus actitudes y ahora la gente lo ama, como yo sabía que iba a pasar». 

—¿Alguna anécdota con el público?

—A mí lo que me maravilla es que en las redes me escriben como si yo fuera realmente Tomás, me pasa mucho en Instagram que me ponen: «compadre, ¿por qué hiciste eso?, ¿por qué sacaste a Ivette y a la niña de la casa?». Pero me emociona porque son cosas muy lindas las que me dicen: la gente llora, porque he tenido escenas muy duras, me mandan audios con sollozos. Creo que el personaje ha llegado muchísimo al público y eso me encanta.

—Es que Tomás es uno de los personajes con más giros emocionales, digamos. ¿Cuánto más nos falta por ver con este hombre?

—Bueno, está el tema de la cicatriz... Ya se sabe que no fue Adriancito, pero ¿quién se la hizo? Adriancito sabe quién fue, y eso es algo que todavía no ha terminado y va a ser muy fuerte. Lo que te puedo contar es que voy a volver a cantar. Ya canté una vez una canción de Amaury Pérez, pero me falta otra.

—¿Y cómo te ha ido con ese reto que les puso Lester Hamlet?

—A mí me gusta cantar, porque yo empecé por el deporte, después me metí en un grupo de rap con mi mejor amigo, empecé a hacer música, entré en un coro lírico, o sea, me gusta cantar y esto fue divino para mí.

 

—¿Alguien los ayudó a prepararse?

—Sí, Rey, el de los Sampling. Él, muy dado a nosotros. Yo le propuse algunas ideas porque esa canción era un vals y yo le sugerí aprovechar el tema y llevarlo a una rumba, al guaguancó, porque se lo quiero prestar a la historia con Adriancito. El tema no se trata de eso, yo lo adapté. A él le preocupaba si eso le iba a gustar a Amaury. Yo le dije: pienso que sí, él se va a sentir agradecido, porque es una canción que tiene muy guardada y la vamos a sacar a la luz y, efectivamente, cuando la escuchó, nos hizo los elogios más grandes.

—Tal y como decías, Maykel Yunior fue el primero y quizás el único galán negro de las telenovelas cubanas. ¿A qué crees que se debe esto?

—Yo te puedo decir que yo no he sufrido tanto el racismo en la televisión, pero lo hay. Hay un racismo solapado que existe en esta sociedad. Existe en otros países también, pero como yo soy cubano y vivo aquí, yo sufro el de aquí. Por ejemplo, Maykel Yunior no se escribió para un actor negro, sino para un actor blanco, y yo lo hice porque Dios quiso que lo hiciera, pero en la redacción no querían. El codirector de esa telenovela, Felo Ruiz, dijo: hay un actor brasileño que se llama Lázaro Ramos que protagoniza novelas, ¿por qué aquí en Cuba no se puede? Él lo defendió y, finalmente sí, yo quedé y lo hice. Pero generó una polémica fuerte en la televisión y en el público también, porque no había costumbre de ver a un actor negro en un protagónico. Después lo asimilaron, pero fue polémico.

«El difunto Tomás Piard, un director de cine al cual yo le agradezco mucho, hizo una película que se llama El viajero inmóvil, y había un personaje que hacía una alusión a Mella. Él quería que yo lo hiciera y en la redacción le dijeron: no, pero a ver, nosotros nos llevamos súper bien con Leo y lo queremos, pero es una alusión a Mella. Perfecto, es una alusión, no es Mella... Él no me pudo dar ese personaje, me dio otro, pero a mí no me interesaba hacerlo y eso lo sufrí un poquito, porque me gustaba mucho la química con Tomás Piard, como me dirigía... Lo sufrí en su momento y decía: ¿por qué piensan así? Aunque te repito que a mí no me ha afectado tanto, siempre he tenido trabajo y la gente al final me ha asumido bien».

—¿Qué hace que Leo Benítez se enamore de un personaje?

—Yo he aprendido en esta carrera, ya son 22 años en ella, y es que en la actuación lo último que tú haces es lo que la gente recuerda, no se puede vivir de los aplausos del ayer. Sí, la gente recuerda hoy a Maykel Yunior, que gustó mucho, pero han venido otros personajes que han hecho bulla por lo bien que la gente ha visto que los he hecho. Yo siempre digo: bueno, esto yo lo quiero hacer digno, que me quede bien, quiero marcar un antes y un después siempre, con todos los proyectos, pero si el personaje yo veo que no tiene fibra, no tiene vísceras, no me interesa. Yo incluso he rechazado cine por hacer un personaje que me interese en televisión. Esa es mi lucha siempre con los asesores en Tras la huella, la gente tiene que ver de qué estoy hecho, quién es el ser humano, y es lo que siempre estoy yo mirando en los guiones.

—Has trabajado bastante en cine, televisión y teatro. ¿Qué disfrutas más?

—El cine es lo que más me gusta. Es donde mejor nado, donde me siento más cómodo. Es una sola cámara, es como más intimista, y si no, voy al otro extremo, al teatro.

—Y cuando no está actuando, ¿qué prefiere hacer Leonardo Benítez?

—A mí me gusta ver televisión. No soy un consumidor de televisión cubana, consumo las novelas porque me veo a mí y a mis amistades, los Tras la huella, incluso cuando no estaba, pero veo mucha serie extranjera. Estas que tienen temporadas de trece capítulos, por ejemplo, veo en una noche toda la temporada. Salgo con mis amigos, salimos mucho en grupo, me gusta divertirme a lo grande con mis amigos. Me gusta escribir poemas, pero cuando me da el pálpito, canciones también. Soy un tipo que siempre está pensando mucho hacia el mañana. Llevo una vida generalmente tranquila. Soy noctámbulo. En las noches voy a estar generalmente despierto pensando o creando o viendo una serie.

 

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