Resultó una muy grata noticia saber que Edith Massola, la anfitriona de la esquina de la fama, 23 y M, había resultado seleccionada Artista de Mérito de la Televisión Cubana.

Con ello sigue afirmando la condición de haberse convertido en la conductora-comunicadora más versátil de los medios de casa por estos tiempos.

Tal vez la añoranza por un teatro musical, que es parte de un recuerdo feliz, ha hecho que Massola se reinvente caminos que, sin alejarla del micrófono, le propicien concebir ideas que hoy también dirige desde su experiencia y la precisión que exige la academia.

Lo cierto es que se trata de la misma Edith que entretiene los sábados en la tarde-noche, la que se detiene ante la posibilidad de descubrir y /o develar talentos, la que dirige un show culinario y otro de moda en un evento a realizarse por primera vez en Cuba, y la que encarna a un madre cuyo único objetivo es el de proteger a un  hijo enfermo. Es la misma Edith multiplicada en voces y rostros que nutren una esencia actoral y artística que, más allá de agradar, hecho siempre importante, convence por lo real que resulta.

Edith sabe acompañar al espectador desde el escenario o el set. Su natural manera de asumir el rol del momento propicia que no establezca distancia alguna con el receptor. La joven altanera en Una novia para David creció hasta la mujer empoderada , de acuerdo a la época, que interpretó en la telenovela Al compás del son; así continuó transitando por  filmes como La noche de los inocentes y Nada, por solo citar algunos ejemplos, hasta lograr una necesaria parada en Por quien lloran mis amigas, con el personaje de Carmen, a mi juicio, entre los más logrados, por la cantidad de matices y referencias que traía a la pantalla, al convertirse a la vez en victimaria y víctima, en tanto marcada por una realidad social muy particular.

En cualquier caso, la solidez de cada una de las muestras hacen pasearse a Edith Massola con facilidad y acierto por diferentes medios, sumando esto el deseo (totalmente personal) de verla con más frecuencia en propuestas humorísticas: recuérdese en el show televisivo Sabadazo y, más recientemente, en la propuesta Bailando en Cuba: la historia no contada.

Semana tras semana, el Teatro Karl Marx estuvo repleto, entonces, para disfrutarla junto al colectivo de Vivir del cuento, lo que constituyó una excelente oportunidad de aplaudir su rápido ingenio y facilidad de improvisación.

Y justamente este último elemento marcó su paso en un proyecto que, a menos de un mes, estará cumpliendo sus primeros 25 años, por supuesto que se trata de Lucas, en el cual Edith dejó su impronta junto a Tony Arroyo y marcó un espacio importante para la presencia femenina como otro gancho de ingenio y creatividad.

Sucede que, definitivamente, en el rol de decir, Edith ha tomado un camino propio, totalmente distintivo,  para hacerlo en estos tiempos.

Sea, pues, 23 y M la gran casa que le permita seguir abriendo puertas a sus propios proyectos de vida, en los cuales están perfectamente delimitados los espacios, porque todos caben en él, gracias a las ocurrencias de esta bonachona cubana, cuyo mayor mérito es ser la artista de usted  y de aquel... de todos.

 

 

 

 

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