Desde el Telecentro de Matanzas (TV Yumurí) se ha hecho habitual una voz de periodista incansable detrás de la noticia: Ana Valdés Portillo. De las culturales, a temas vinculados con el desarrollo económico de la provincia u otros comentarios del devenir de la sociedad, constituye un tránsito intenso y agitado por el cual esta profesional apostó con éxito y desde la más absoluta responsabilidad.

Cubana comprometida con la tradición de su Matanzas adorada, la también docente, ha querido, recién vividos días muy difíciles en la Atenas de Cuba, establecer esta conversación con los seguidores del Portal de la Televisión.

¿Por qué el periodismo en su vida, Ana?

- Lo primero es que llegué al periodismo por accidente, y el tiempo logró que se convirtiera en pasión. Me apasiona el hecho de poder investigar, conversar, convencer a quienes no quieren ofrecer información o hablar de un tema determinado, incluso a los que no desean salir en pantalla, y al final los convenzo.

“Y cuando digo que fue por accidente mi ingreso al periodismo es porque en aquel momento fue mi tercera opción en la boleta de carreras. La primera fue Licenciatura en Historia, ya fuera del arte o general; la segunda, ingresar a estudiar Literatura. En aquel momento te enviaban un telegrama a la casa diciendo si te habían aceptado  y debías presentarte en determinado lugar tal día. La primera comunicación que llegó fue la de periodismo, luego de dos semanas en la beca, a mi casa llegó la aceptación de Historia; pero ya estaba acomodada y me llamaba la atención lo que nos estaban mostrando los profesores.

“En todo este tiempo en los medios he aprendido muchas cosas y la televisión es el medio que más me gusta por las miles de posibilidades que ofrece y porque, por supuesto, la imagen es principal para la credibilidad de un hecho determinado.

“Hace 40 años comencé a trabajar en el ICRT, primero en Radio 26, luego en la televisión como corresponsal en Matanzas; fui la primera periodista del país que, viviendo en provincia, trabajaba en ella y tenía mi expediente laboral en la capital. Eso fue entre 1982 y 1984, cuando nacen los telecentros. Recuerdo que estuve sin cobrar hasta el mes de febrero del 83 por esos trámites burocráticos y tuve que ir a ver al Presidente, por entonces Nivaldo Herrera, quien inmediatamente lo resolvió y me pagaron retroactivamente mi salario”.

¿Cómo recuerda esos primeros tiempos en la Corresponsalía?

- Recuerdo que los primeros tiempos en la Corresponsalía fueron los mejores, porque nosotros mismos decidíamos qué hacer, lo lográbamos muy bien, tanto que resultó seleccionada la mejor corresponsalía del país durante mucho tiempo. Y, en lo personal, fui reconocida siete años consecutivos como la mejor corresponsal nacional en el tema cultural, porque Matanzas generaba mucha información y teníamos transporte, cámaras, o sea todo lo necesario para trabajar.

“Hoy es muy difícil hacerlo y menos cuando tienes que apoyarte en las condiciones de infraestructura de las personas a las que luego vas a valorar su trabajo. Es una situación realmente muy incómoda.

“Ser corresponsal nacional en Matanzas durante mucho tiempo, junto a Nelson Barrera y el equipo que integraban como camarógrafos, los Miró (padre e hijo), el chófer lumino Mariano García y el granador sonidista Juan Manuel Quevedo, nos dio la gran responsabilidad de reportar  todo lo que  sucedía en nuestro territorio, por eso tuve que aprender a conocer las interioridades de sus sectores: zafra, agricultura, ciencia y técnica, y cultura, principalmente, pero agradezco que ese esfuerzo me permitiera que hoy pueda hablar de cómo se cultiva y en qué épocas la papa, el frijol, el arroz, el boniato, el desarrollo y los pasos de la apicultura y, por cierto, jamás me ha picado una abeja, a pesar de estar en los mayores centros de apicultura, en fin, me gusta  mucho lo que hago. Por eso digo una y otra vez que el periodismo es mi vida, y sin él no sé qué hacer realmente.”

¿Qué representa para usted la docencia, entonces?

- Me gusta mucho enseñar, por eso todo lo que profesores como Juan Emilio Friguls, Manolo Ortega, Juan Hernández, Madrazo, y otros que ahora mismo no recuerdo, me enseñaron, yo se lo transmito a las nuevas generaciones que  cursan la universidad de Matanzas.

“Ahora muchos piensan que el periodismo ha cambiado y que tiene reglas  diferentes, y eso es incierto, los principios de nuestra profesión son los mismos: informar y crear estados de opinión, lo que cambia es la forma de hacerlo debido al uso de las nuevas tecnologías. Eso a veces no se entiende o te quieren encasillar para que se haga solo lo que los decisores dicen. Y yo me pregunto: a qué escritor se le norma cómo hacer un libro, a qué medico cómo utilizar un bisturí o a qué ingeniero cómo confeccionar los planos, en fin, como dice un colega, saquen sus propias conclusiones.”

¿Cómo alterna su labor de periodista con la propia docencia?

- Pues  muy sencillo, me llevo a los  jóvenes periodistas o a los estudiantes conmigo, ellos trabajan y, cuando lo que hacen no tiene calidad, les digo sin tapujos: vuélvelo a hacer, sin contemplaciones en ese sentido; sino los acostumbro a hacer chapucerías, y tengo la satisfacción de que alumnos míos, en diferentes asignaturas, como Pedro Rizo, Lil Jiménez, Mayara… de la primera graduación, hayan resultado excelentes periodistas.

Vivir en la Atenas de Cuba conlleva a una serie de responsabilidades con la cultura de esta provincia, es por ello que la periodista comenta:

“A la luz de estos años de trabajo, hoy no podría enumerar uno o dos proyectos  de trabajo inmediatos, realmente son muchos porque solo el hecho de trabajar con tantos grupos culturales, en tantas manifestaciones: literatura, danza, artes escénicas, propuestas audiovisuales, significa que realmente son muchas las acciones para publicar.

“Matanzas es una provincia rica en propuestas culturales como las Fiestas de los Orígenes, la Tertulia de la matanceridad, y las jornadas de la cultura en todos los  municipios; por tanto hay que generar información valiosa y siempre original sobre ellas.

“No se trata, entonces, de proyectos sino de la responsabilidad de publicar  todo lo que suceda y hacerlo bien. En ese sentido, retos dentro del periodismo cultural hay muchos, sobre  todo que la gente entienda que  hacerlo conlleva crítica. En estos años he tenido amargas experiencias con personas o grupos a los que he hecho la crítica de su  labor y me han dejado de  hablar por meses o no me avisan de las actividades. He tenido otras experiencias en las que se han disgustado pues las  condiciones de trabajo nuestras actuales no son las mejores, no obstante ellos se “dan el lujo” de criticar lo que se hace, incluso, no falta quien ha pensado que si por mí no pasan las  informaciones no se publican y eso es falso; conmigo trabajan muchos jóvenes que creativamente realizan sus propias propuestas; pero, bueno,  todo ello forma parte de ese qué dirán… lo más reconfortante es que cuando realizo un trabajo la gente reconoce mi voz, saben lo que hago y cómo y les gusta, no solo en Matanzas sino en otras partes del país, porque he tenido la oportunidad de estar en Santiago y en Camagüey,  y me ha sorprendido muchísimo— para bien—cuando la gente me ha reconocido, con mucho afecto, solo por la voz.

“Muchos me preguntan hoy cuándo me voy a retirar y yo respondo que cuando el Alzheimer, la demencia senil o un infarto masivo me impidan seguir trabajando, mientras me sienta en condiciones seguiré.  Lo único es que, desde la experiencia de estos años, me gustaría, eso sí, que mi organismo reconociera un poco más la labor de los corresponsales nacionales, como se hacía en la década de los 80 y hasta el 2000.

“Ya no hay encuentros nacionales y no se puede decir que por  hospedaje o presupuesto porque las videoconferencias se realizan, pero solo participan los directivos, no se oye a los trabajadores directos. En mi caso, no trabajo  por los méritos ni por las recompensas, pero nunca está de más el estímulo moral, como predicaba el Che”.

Con el deseo de los primeros años de informar desde la verdad siempre, sin concesiones  con la calidad, pese a que no sean las mejores las condiciones, Ana Valdés Portillo es un importante referente como profesional de la palabra. Sus valiosos años en el medio audiovisual le han concedido la potestad ética para valorar, desde el ejemplo, la responsabilidad del periodista en la sociedad, donde la palabra y la imagen afirman las esencias.

 

 

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