El Concurso Adolfo Guzmán constituyó un espacio privilegiado dentro de la historia de la televisión y la música cubanas. La realización de este certamen permitió la presentación de los principales intérpretes de nuestra música, la creación de un espacio de intercambio y de enriquecimiento de nuestro patrimonio sonoro, en tanto varios compositores concebían obras para cada una de sus ediciones.

La nueva edición del Guzmán, este 2019, permite que se recupere un concurso que dignificó la música cubana, estimuló la creación musical y el quehacer de los intérpretes en aras de defender cada obra con la dosis de emoción y de talento que amerita. Esta producción de RTV Comercial ha sido aplaudida por muchos, debido a que el Guzmán forma parte de la memoria musical de la Isla. Sin embargo, otros especialistas han declarado que la nueva entrega no sigue la tradición legada por la historia del espacio. Más allá de colocarme en una posición frente a este debate, pues en ambos casos se tiene parte de razón, quiero detenerme en su realización como espacio televisivo.

Entre una propuesta y la otra se perciben cambios sustanciales en la forma de mostrar el contenido musical: ese ha sido el punto inicial de la confrontación en torno al espacio. Resulta una polémica muy interesante teniendo en cuenta que son pocos los programas que generan un estado de opinión de manera tan rápida, efectiva y, en algunos casos, espontánea.

En los últimos años los espectadores cubanos hemos apreciado otros espacios concebidos por RTV Comercial, desde Bailando en Cuba, Sonando en Cuba, La Banda Gigante, y su apoyo a otros programas como La Neurona Intranquila, La Colmena TV y otros, el Guzmán denota algunos puntos de coincidencia con los tres primeros referidos: la utilización de códigos comunes, el diseño escenográfico y la forma de conducir el show televisivo. Creo que la cuestión reside en que, dentro de tanto empaque, lo fundamental se pierde, que es el concurso.

También hay que considerar que cada una de las 10 galas previstas cuentan con un tiempo en pantalla de más de una hora y media, duración que requiere complementar la propuesta apelando a incluir pequeñas entrevistas con los concursantes y sus familiares, los compositores y los miembros del jurado.

Como uno de los aspectos a destacar, hay que mencionar la capacidad, el talento y la diversidad de caminos desarrollados por los miembros del jurado, con nombres como los de Beatriz Márquez, Adalberto Álvarez, Israel Rojas, Edesio Alejandro; quizás el menos mencionado sea el de la musicóloga Yianela Pérez, quien desempeña un necesario papel en el balance de los jurados.

Cuando el programa ha llegado a su segunda entrega, y se impone realizar un homenaje al Bárbaro del Ritmo por su centenario y a otras figuras de nuestra música, los espectadores seguimos el camino iniciado el pasado 18 de agosto y que concluirá el 20 de octubre, precisamente el Día de la Cultura Cubana.

La participación de Ivette Cepeda, una de las voces más hermosas de la canción cubana contemporánea también deviene invitación para que, como reza el tema, los intérpretes alcen su voz para dejarse escuchar por todos los oídos atentos a esta 15 edición del Guzmán. Por lo pronto, seguimos atentos al recorrido de este concurso que apuesta por los intérpretes cubanos para que alcen la voz y sigamos buscando esas canciones que nos hacen mejores.

Fotos y sus pies:

Pie 1: Ivette Cepeda, una de las voces más hermosas de la canción cubana contemporánea.

Pie 2: Luna Manzanares en la presentación del programa.

Pie 3: Homenaje a Sara González.

 

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