Un cuarto de siglo ha transcurrido desde aquella idea germinal del Comandante en Jefe Fidel Castro, quien, con su aguda visión de líder y comunicador, concibió la Mesa Redonda como un espacio de análisis y debate. La televisión cubana, ya curtida en la misión de educar e informar, recibió en su parrilla un programa destinado a marcar una era en el tratamiento de la actualidad nacional e internacional.

Era 1999, y Cuba libraba una batalla mediática y judicial por el regreso del niño Elián González. En medio de aquella tormenta de manipulación e intereses geopolíticos, Fidel entendió la necesidad de un espacio que, más allá de los titulares, profundizara en las raíces de los conflictos, con argumentos sólidos y apego a la verdad. Así nació la Mesa Redonda, una tribuna desde la cual el pueblo cubano podría recibir información directa y participar, al mismo tiempo, en el proceso de comprensión y defensa de sus principios.

Fidel, maestro del diálogo y de la pedagogía revolucionaria, no solo concibió el espacio, sino que fue partícipe activo. Testimonios de aquellos años lo retratan debatiendo apasionadamente con los panelistas, a quienes exigió claridad y profundidad en cada análisis. No era un acto protocolar ni simbólico; era una muestra genuina de su preocupación por formar un pueblo informado y consciente.

En una ocasión, después de un programa sobre el Oriente Medio, esperó a los panelistas al salir del estudio para debatir durante una hora más. Allí, en el umbral de un ascensor, se convirtió en profesor y colega, que buscó siempre nuevas aristas, nuevos enfoques para entender un mundo cada vez más convulso. Esta escena, aparentemente cotidiana, encapsula el espíritu de la Mesa Redonda: un ejercicio de pensamiento colectivo, sin dogmas ni superficialidades.

El programa se forjó en el crisol de batallas mediáticas, como la lucha por el regreso de los Cinco Héroes injustamente encarcelados en Estados Unidos. Durante esos años, la Mesa Redonda fue tribuna y trinchera para convocar a la reflexión y al compromiso, y demostrar que el periodismo, cuando se ejerce con ética y pasión, es una formidable arma de resistencia.

Al celebrar estos 25 años y más de 7 000 emisiones, se celebra también el legado comunicativo de Fidel. Su presencia física ya no está, pero su esencia se percibe en cada emisión, en cada análisis profundo que invita al debate, en cada esfuerzo por esclarecer la verdad en un mundo saturado de desinformación.

El homenaje de este aniversario, celebrado en la Basílica Menor del Convento de San Francisco de Asís, reunió a quienes han sido parte de esta historia: periodistas, técnicos, directivos y, por supuesto, los Cinco Héroes, quienes a una década de su regreso, simbolizan la victoria de la verdad y la justicia, principios que siempre han guiado a la Mesa Redonda.

Randy Alonso Falcón, conductor y director de Ideas Multimedios, resumió el sentido de esta travesía cuando dijo: «Todo empezó por un niño. Todo fue gracias a Fidel». La semilla que plantó el Comandante floreció en un espacio de compromiso, análisis y participación popular.

Hoy, cuando se encienden las luces del estudio y se abre una nueva emisión, la Mesa Redonda continúa siendo un bastión de pensamiento crítico, una plataforma para la defensa de los valores y una ventana abierta al diálogo con el mundo. Veinticinco años después, el compromiso sigue intacto y la misión es más urgente que nunca: informar con verdad, analizar con rigor y dialogar con el pueblo.

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