Tv-Historias

Siempre es grato recordar a una personalidad como Germán Pinelli, quien, sin tener una gran voz ni una presencia impactante, logró ganarse el cariño y la simpatía del público, convirtiéndose en un paradigma de la animación en nuestro país. Su apellido fue Piniella, pero se volvió famoso, siendo Pinelli.

Gracias a la gentileza de sus hijos, supimos que fue la madre, quien le inculcó el amor por el arte; aprendió a tocar piano, guitarra y serrucho, presentándose en fiestas familiares, cantando y recitando.

En sus comienzos profesionales cantó romanzas, zarzuelas y arias de ópera, pero por problemas de salud dejó el canto. Actuó en una compañía ambulante acompañado por su hermana Sol, la cual se convertiría, años después, en una destacada directora de radio, y es en ese medio, donde Pinelli se introduce, primero en CMCN y CMK hasta comenzar en 1933, como redactor publicitario de CMQ Radio, y más tarde animador.

Las investigaciones realizadas por la Premio Nacional de Radio, Josefa Bracero, nos permitieron conocer que en 1935 lo absorbió el periodismo, laborando como redactor y jefe de cuatro noticiarios. Se introduce en el reporterismo y cubre el Palacio Presidencial, las sesiones del Congreso, el Club Rotario y el Club de Leones. Colabora con el periódico Avance en la sección CMQ por dentro. En 1937 se inicia como presentador de “La Corte Suprema del Arte”, girando con este elenco por todo el país.

En los años 40 es uno de los pioneros de los controles remotos en Cuba, cargando con micrófonos y una inmensa grabadora, intentando transmitir la inmediatez de la noticia. Uno de los logros periodísticos que recordaba con mayor orgullo fue su descripción de los sucesos de Orfila en 1947, pues, en medio del tiroteo, donde resultaron muertas varias personas, logró el testimonio sonoro del acontecimiento. También se destacó como locutor comercial y condujo varios programas radiales, que llevaron su sello.

Con el surgimiento de la televisión, destaca presentando programas de participación, los cuales le encantaban, pues daba rienda suelta a su chispa tan cubana. Indiscutiblemente, se convirtió en una figura exitosa en programas como “El Show del Mediodía” y “Aquí todos hacen de todo”. En ocasiones, fue cuestionado por su humor mordaz, pero se defendía expresando:

“Como animador tú tienes que tener la agilidad de la respuesta a la expresión del público. A mí me pinchaban para que contestara. Me decían: ¡Pinelli, feo!, ya yo tenía la respuesta a flor de labios y se la decía. Yo siempre me preocupé por ganarme el cariño del pueblo y esto lo logré haciéndolo reír, pero sin ridiculizar ni humillar a nadie. El cubano es muy sensible y eso no te lo perdona”.

Ya en 1956 es reconocido una institución, como animador y locutor de CMQ y CMQ-Televisión. Su capacidad para comunicar emociones y dominar la animación humorística, lo hacen sobresalir, en una época de notables locutores. Después de 1959 conduce “Pantalla mágica” e incursiona en el show de cabaret “Tiempos de mamá y papá”. Recibe en 1967 y 1968, el premio Ondas, distinción que otorga Radio Barcelona y la Sociedad Española de Radiodifusión al mejor locutor de habla hispana.

Continuó su trabajo en “Listo Estudio” y diversos programas musicales, enalteciendo los valores más genuinos de la cultura cubana. En “San Nicolás del Peladero”, conquista a todos los públicos, quedando en la memoria de varias generaciones. De su personaje Éufrates del Valle, afirmó: “Tomé como prototipo a dos o tres cronistas sociales muy picúos de la época”.

En la radio conduce varios programas, entre ellos: “El Libro”, distinguido por un formato abierto a la improvisación y “Ni mucho ni poco”, escrito por Manuel Ángel Daranas, sobre temas disímiles. También acompañó el surgimiento de Radio Taíno, participando en un espacio dirigido por Manuel Villar, conversando sobre artistas y experiencias pasadas.

Eddy Martin rememoraba cuánto había aprendido a su lado, admirándolo por su vasta cultura, su labor como animador excepcional, periodista, artista y el locutor más completo que ha pasado por nuestra radio. Eduardo Rosillo fue otra figura que también agradeció sus generosos consejos. El maestro compartió su experiencia en la creación de Tele Rebelde, en Santiago de Cuba.

Refiriéndose a la Animación, Germán expresó:

“Los animadores no se improvisan. Lo que parece improvisación es arte muy refinado, mucho estudio. No creo que haya que ser actor o periodista preferentemente para asumir la animación, tampoco creo en la exclusividad de una escuela de locutores. Actor, periodista, locutor, sí se quiere ser animador, tendrá que ser un hombre de cultura”.

Sobre el género Entrevista, nos dejó estas inteligentes palabras: “El mayor pecado de un entrevistador es no dejar hablar al entrevistado”.

Pinelli es recordado por su capacidad oratoria y de improvisación, lo cual definió su estilo. Al ser un lector voraz, dominaba un vasto y fluido vocabulario, moviéndose cómodamente en temas tan diversos como la música, floricultura, idiomas, joyería, artes plásticas y muchos más. Cada viernes se sentaba en su terraza a repasar el diccionario de sinónimos y antónimos y el de lengua española, para no repetirse.  Su profesionalidad, personalidad accesible, respetuosa, de trato afectuoso, provocaba la admiración de sus compañeros.

En una entrevista realizada por Pedro de la Hoz, el artista expresó: “Los rostros hermosos en la pantalla se agradecen, pero mucho más las cabezas pensantes”.

En el cine participó en la película: “Los Sobrevivientes”, dirigida por Gutiérrez Alea, “Retrato de Teresa” y “Leyendas”. La primera resultó su mejor experiencia cinematográfica, pues se identificó con el estilo de Titón, regalándonos una caracterización patética y genial.

Germán Pinelli consideraba su más importante misión artística la de hablar e interpretar los sentimientos de la gente, su actuación más preciada. Nos dejó consejos útiles, vigentes en la actualidad. Sin desdeñar el entretenimiento, defendía el carácter cada vez más culto de la televisión. Su nombre inolvidable, figura entre lo mejor de nuestra historia audiovisual.