ANÉCDOTAS SOBRE FIDEL DE UN LIBRO EN PREPARACIÓN (II)

De un libro en preparación sobre numerosos viajes de Fidel Castro Ruz al exterior, el compañero Ovidio Cabrera García, jefe del grupo de la Prensa Cubana, quien lo acompañó en muchos de ellos, nos facilitó estos relatos que ponemos a su consideración y que nos muestran a un Fidel cada vez más grande, como homenaje a él, en el quinto aniversario de su desaparición física.

CONVERSACIÓN CON FIDEL A RAÍZ DE LA INVASIÓN YANQUI A GRANADA

En octubre de 1983 se produjo la invasión yanqui a la isla caribeña de Granada, orquestada por el presidente norteamericano Ronald Reagan, furibundo anti comunista, con falsos pretextos, como siempre, para imponer por la fuerza el dominio de Estados Unidos sobre los pueblos de nuestra América.

Al ser agredidas las instalaciones de los internacionalistas cubanos que construían un aeropuerto y prestaban otros servicios en el lugar, nuestros compatriotas combatieron con mucha dignidad y heroísmo en condiciones desiguales. Un grupo resultó muerto, otros heridos y hechos prisioneros.

Los primeros en arribar a Cuba fueron los combatientes heridos que se internaron en el hospital Hermanos Ameijeiras para su restablecimiento.

En el acto de recibimiento estaba Fidel y fue transmitido por la Televisión Cubana e informado por el Noticiero Nacional de la Televisión, del cual yo era su director desde el año 1978; en el noticiero también se realizaron diversas entrevistas a los recién llegados.

Al margen de mi hábito de revisar y ver lo que contenían las emisiones, sentí una rara sensación que me llevaba a analizar bien lo que decían los heridos sobre su participación en la contienda, por si alguien me preguntaba y por saber qué había pasado.

De inmediato me las bebí una a una y casi me las aprendí, eran cuatro o cinco.

Mi apreciación fue premonitoria. Como a las tres, tres y media de la tarde, mi secretaria me dice que me llaman de la oficina de Antonio Pérez Herrero (Tony Pérez), a la sazón Secretario Ideológico del Comité Central del Partido Comunista de Cuba.

Sin mediar saludos, no habitual en él, me dice: "Te voy a poner a un amigo que quiere hablar contigo". Inmediatamente oigo una voz inconfundible, la del Comandante en Jefe Fidel Castro.

- "Ovidio, cómo están ustedes".

- "Bien Comandante, trabajando mucho”, repuse.

- "Me han dicho que tienes unas entrevistas a los combatientes heridos que vinieron de Granada".

- "Sí Comandante, son varias", respondí.

- "Si no te es molestia, me pudieras decir lo que cuentan".

En ese momento empecé a sudar frío, porque en fracciones de segundos pensé en la responsabilidad que adquiría cuando le informara a Fidel de los acontecimientos que relataban las entrevistas y la cantidad de preguntas que vendrían; no sabía si podría responder a todas las interrogantes, como ocurrió.

Me tuvo alrededor de 25 minutos en un interrogatorio minucioso del cual salí bastante bien.

Me preguntaba en qué lugar estaban los entrevistados cuando ocurrieron los combates, si eran constructores o de otro tipo de colaboración, cómo se sentían de ánimo, cómo estaba la moral al llegar, si fueron o no maltratados por los soldados norteamericanos, si los granadinos combatieron, si había mucho destrozo y las consecuencias de los bombardeos, qué tipo de aviones utilizaron las tropas yanquis, cómo se protegían durante los combates, con qué armas se defendían…y así muchos detalles más.

Recuerdo que preguntaba si los helicópteros estaban artillados, y yo le respondía: …bueno uno de ellos refiere que sí. Y agregaba si uno solo era quien lo decía; sí Comandante, uno solo, respondí. Sin dudas Fidel estaba cruzando información, como era su hábito, para tener una idea lo más cercana posible a la verdad.

Esta era la primera vez que hablaba con Fidel directamente por más de 15 minutos. Antes lo había conocido personalmente en el lobby del hotel Habana Libre, cuando conversó con un grupo de delegados que conformaban la Delegación Cubana al Octavo Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, a celebrarse en Helsinki, Finlandia, en el verano de 1962, dentro de los cuales yo estaba como Jefe de la Delegación Cultural.

Después le di la mano varias veces y escuché sus reflexiones en animadas charlas en recepciones en el Palacio Presidencial o en el Laguito.

La pregunta final fue si las entrevistas las íbamos a publicar ese día en la emisión de las ocho de la noche del Noticiero, a lo que asentí y nos dimos los saludos de rigor de la despedida, donde además le agradecí su llamada y el apreciado tiempo que había empleado conmigo.

Por supuesto, las entrevistas fueron bien revisadas y publicadas como le dijimos, además de repetidas en la emisión final y al día siguiente en la de la una de la tarde.

 

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