Durante la primera semana de enero de 1959 - por más de 70 horas ininterrumpidas - de manera espontánea y voluntaria, las emisoras radiales y televisivas privadas sustituyeron su programación habitual[1] por contenidos informativos - noticiosos.
Para responder a la descomunal demanda informativa de la población, las plantas electrónicas cubanas de empresas rivales aplican una estrategia inédita: se aúnan para dar cobertura a la oleada informativa que genera este suceso histórico (el triunfo de la Revolución) pues además de una oportunidad empresarial les sirve como intento de ganarse el reconocimiento de las nuevas autoridades.
La relevancia de la radio y la televisión se propulsó por su inmediatez y cobertura en momentos cuando nuestro sistema electrónico poseía singulares ventajas competitivas:
Cuba – país que entonces lideraba la radio, la televisión y la publicidad en Iberoamérica- poseía cinco cadenas nacionales de radio y tres cadenas interprovinciales de televisión, cuyos potentes transmisores rebasaban usualmente los límites geográficos previstos, enviando sus señales en tiempo real a las audiencias consolidadas en las provincias más distantes de La Habana.
Por añadidura, desde La Habana operaba, desde 1957, el intercambio de imágenes televisivas en tiempo real con Estados Unidos, inaugurado por el Sistema Sobre el horizonte.
Las imágenes en movimiento esparcieron en los hogares cubanos estrategias, acciones y proyectos múltiples que en su mayoría fueron replicados por la prensa escrita. En esta inédita coyuntura histórica, las plantas matrices habaneras fueron vitales en los procesos comunicativos masivos.
En la primera semana de enero, cuando la huelga general revolucionaria impidió la circulación de los periódicos y revistas impresas en la nación, la radio y la televisión asumieron la responsabilidad de informar en vivo la avalancha de acontecimientos cruciales y de orientar a la población.
El día de Año Nuevo, el dictador huye del país, pero detrás queda su ejército controlando aun posiciones tan estratégicas como las cabinas de control maestro de las emisoras y televisoras habaneras.
Antes de que los primeros rebeldes arriban a la capital, los miembros del Movimiento 26 de Julio en La Habana ocupan cuarteles, periódicos, ayuntamientos, prisiones, ministerios y las principales emisoras radiales- televisivas, [2] cuando muchos de sus dueños estaban en el extranjero. [3]
Desde su génesis, nuestras televisoras emitían noticiarios con información nacional e internacional, reportaban acontecimientos sociales y emitían programas de debate o análisis socio-político.
El triunfo rebelde y los primeros pasos del Gobierno Revolucionario nos nutrió de un suceso noticioso monumental que desató un énfasis informativo-noticioso inédito y la creación de numerosos proyectos.
Los contenidos de los programas realizados desde inicios de 1959 – antes de la intervención del Estado en el sector mediático- revelan el destacado aporte del sector privado a esta cobertura informativa revolucionaria.
En ese entorno, los informativos devinieron plataforma ideal para:
- Acelerar el conocimiento de los líderes revolucionarios por el pueblo. Cada medida del Gobierno Revolucionario suscitaba un interés particular y el pueblo reclamaba a sus líderes, en particular a Fidel.
- Proveer un canal de retroalimentación mediático entre la nueva dirigencia política y la sociedad.
- Expandir el programa político y legislativo del Gobierno Revolucionario.
- Propiciar el debate y el análisis de acontecimientos desde puntos de vista divergentes en un entorno de lucha de clases y de contraposición de paradigmas políticos, ideológicos y culturales.
- Analizar e informar sucesos puntuales en tiempo real.
Las modalidades de programas informativos[4] más frecuentes en el primer trienio revolucionario fueron:
- Las entrevistas en vivo – individuales o ante paneles de periodistas- de los líderes revolucionarios.
- Las entrevistas concedidas por Fidel Castro Ruz a periodistas de cadenas foráneas.
- Los documentales.
- Los reportes sobre el recorrido de los máximos líderes revolucionarios por otras provincias.
- La cobertura de las actividades de nuestros líderes en sus visitas al extranjero.
- Los actos políticos masivos congregaban multitudes por varias horas, grandes multitudes en sitios significativos de La Habana, y su cobertura mediática por las cadenas radiales-televisivas se hizo cotidiana. Este novedoso formato informativo - hasta entonces excepcional - devino formato habitual de nuestra programación televisiva.
Esta renovación mediática esparció las funciones informativas - noticiosas por todos los formatos televisivos:
Los artistas y comunicadores que antes evadieron la censura de sus guiones en las televisoras privadas, reconvirtieron los diseños, discursos, relatos, códigos y objetivos, incluso de géneros mediáticos considerados de entretenimiento, fusionando la función informativa con la lúdica. Así sucedió, por ejemplo, con los dramatizados de ficción y los teletones donde se vinculó la información sobre la historia reciente y el acontecer político cotidiano de la Revolución.
Desde los primeros días del triunfo revolucionario, a la estrategia comunicativa del sector mediático privado se unió la del Gobierno Revolucionario Provisional.
El impacto y trascendencia política, ideológica y social de las estrategias y acciones informativas realizadas por la televisión cubana en el trienio 1959-1961, convirtieron a nuestra pequeña pantalla en tribuna y plataforma del poder ejecutivo del Gobierno Revolucionario.
Desde nuestra pequeña pantalla se ejerció una inédita y significativa gobernanza mediática en tiempo real que sentó las bases para los contenidos de la televisión de servicio público.
[1] En su mayoría patrocinada, producida y realizada por firmas, marcas o agencias publicitarias externas a las televisoras.
[2] En la madrugada de Año Nuevo, la actriz Maritza Rosales, Renaldo Infante y otros del Movimiento 26 de julio, establecen puesto de mando en CMQ Radio.
[3]Quince días después, al establecerse el Gobierno Revolucionario Provisional, dichas plantas fueron devueltas a sus propietarios.
[4] La compilación realizada de los hechos y acciones comunicativas asociadas se agrupan con fines demostrativos, aunque en la realidad podían simultanearse unos y otros.