Con dos que quieran llegó a su número 220, tuvo sesenta programas en su primera temporada,  noventa en la segunda y setenta en la tercera, son en total 224 o 225 entrevistas, porque hubo varios dúos.

Es un programa que ha rescatado para la memoria popular importantes figuras de la cultura cubana que se mostraron para el televidente en su dimensión humana,  cuando el rapport  en la entrevista logró una complicidad total  y los visitantes desgarraron vestiduras de los ropajes  “oficiales” que se usan normalmente  delante de las cámaras.

Ha sido un espacio que se agradece porque tiene un conductor completo: carismático, culto, con una  buena dicción y naturales dotes de inquisidor. Amaury Perez Vidal es de esas personas que enamora la cámara y el micrófono, como lo hacía su progenitora Consuelito Vidal.

Sólo con esas condiciones personales  se puede convocar  durante 220 días a un público que le interesa  saber de sus contemporáneos.  Durante las dos primeras temporadas fueron sólo hombres y mujeres del arte y la cultura, en la tercera se incorporaron  personalidades de la ciencia, el deporte y algún oficio.

Amaury  en soledad no hubiera podido hacer Con dos que se quieran. Este programa es fruto de un team work: María Teresa González (Petí), Carmen Rosa Báez y Nereida Ortiz, asistentes, fotógrafas, buscadoras de información; en las cámaras Rafael Solís, Iván Nápoles, Yamil Santana y Julio Simoneau; y en fly cam Luis Najmias, Josué García, Julio Alejandro Hernández y Juan Antonio Hernández, quienes cuentan con Alejandro Vázquez García como asistente.

Tampoco se puede dejar fuera a Ronny Esteban Herrera, productor de rodaje; Alián Hernández, el data manager. De la iluminación fue responsable Pedro Oscar Pérez; del maquillaje y peluquería, una maga, Aymara Cisneros, y del dolly man, Luis Juara.

El montador fue Ariel Leiva; el electricista, Vladimir Pérez; jefe de catering, Alexis Álvarez; diseñadores de presentación, Andy Luis Ruiz y Sergio Valencia; corrector de luces, Julián Betancourt; asistente de edición, Gabriel Daniel González, y el equipo de producción lo integran Mayté Zarraluqui, Yanara Nistal, Yohan León y Frank Cabrera; mientras que el balancista distribuidor es Alberto Alejandro Reytor; el ambientador, Raúl Pérez Ochotorena; el utilero, Guillermo Roldán; el asistente de dirección de post filmación, Roberto Viña, y como gestora económica, Pura Pérez.

La dirección de arte es de Aramís Balebona y en la exquisitez de escenografía de la tercera temporada merece mención especial el Grupo Hiran Muebles, con los carpinteros Alfredo Castellanos y Yoel del Río, que lograron convertir el plywood en una superficie lisa, perfecta, pintada, que parece cualquier cosa menos… plywood. De la edición se encargó Adrián García.

En mi opinión la primera temporada fue redonda: a la capacidad de Amaury se unieron las características de los entrevistados (por ejemplo, Eusebio Leal, Carlos Manuel de Céspedes,  Natalia Bolivar, Roberto Fernandez Retamar, Silvio Rodriguez y otras personalidades cimeras de nuestra cultura que en no pocas oportunidades, habían sido remisos a desnudar  el alma ante las cámaras)

La segunda tuvo momentos culminantes  (Ulises Toirac, Alina Rodriguez, Adelaida de Juan y

Tomasita Quiala, por ejemplo),  otros no, porque en una mala entrevista, aunque Amaury  desee asumir toda la responsabilidad siempre,  la parte más grande de la culpa es del entrevistado, que puede aportar buena información pero que no la comunica.

Mucho pasó de eso último en esta temporada que termina, aunque hubo excepciones, no sólo yo, otros televidentes con los que interactúo sienten lo mismo. Con dos que se quieran está en la franja horaria mas vista (8 y 30 a 9 y 15 p.m.), tiene un 22.5 por ciento de audiencia y 89 por ciento de gusto. En esa mismo horario se inserta La neurona intranquila, con varios años en el aire, que tiene el 35 por ciento de sintonía y de gusto llega al 91 por ciento. Por no hablar de Vivir del cuento, el programa más visto y que más  gusta de nuestra televisión. Sería interesante comprobar el comportamiento de las audiencias y de gusto en la primera temporada de Con dos…, por apreciación se que fue mayor.

Como dijo una colega un tiempo atrás los televidentes le deben a ese programa el acercamiento a personalidades importantes  de la cultura y a una permanente  defensa de la nación. Si yo lo hubiera hecho –manoseo el audiovisual y me interesan sus protagonistas- no habría dejado de entrevistar a Rudy Mora, Lizzete Vila y Orlando Cruzata, todos polémicos, pero con  una obra que inspira respeto y convoca.

 El final de la tercera temporada con Ana Fidelia Quirot fue un  buen cierre. Amaury anunció una cuarta, y yo repito lo que escribí en febrero del pasado año  “Sería bueno que el  compositor, intérprete, también escritor y conductor, pensara con tiempo en otro programa para la TV, porque dotes tiene (lo trae en sus genes) y todo lo que ha hecho para la pequeña pantalla queda en el buen recuerdo de los televidentes. Lo veo conduciendo una suerte de show de variedades: desde la música hasta minientrevistas”.

De todas formas, por estas tres temporadas,  desde el fondo de mi  (y no arrodillada), gracias Amaury.

 

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