El pintor e historietista cubano, Cecilio Avilés, falleció este domingo, según informó la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC) en su página de Facebook.

Hoy decimos adiós a Cecilio Avilés, pintor e historietista cubano, padre de Cecilín y su ocurrente cotorra Coti, ejemplo de entrega al trabajo cultural y la formación de jóvenes en el país.

Este hombre, sencillo y afable, a quien sus compañeros llamaban con cariño “maestro”, nació en Cumanayagua, Cienfuegos. Estudió Licenciatura en Historia del Arte en la Universidad de La Habana, Pintura y Modelado en la Academia San Alejandro, Dibujo Comercial y Diseño Gráfico en la Academia Diego Rivera y en la Escuela de Realizadores del Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT), además de música y armonía en el Centro Ignacio Cervantes.

Avilés fue pintor, dibujante publicitario y de animación, caricaturista e historietista. También se dedicó a la dirección artística y televisiva, a la composición musical y el análisis teórico sobre la historieta.

Con su firma fueron publicados alrededor de 20 álbumes de historietas en las editoriales Oriente, Gente Nueva y Pablo de la Torriente, el libro Vamos a dibujar, dedicado a la enseñanza de esta disciplina, y el volumen Historietas, reflexiones y proyecciones e Historieta: 60 narradores gráficos cubanos, sobre la evolución teórica de este género.

Sus personajes han sido llevados al cine de animación en la Isla y en otros países como Polonia, Bulgaria, Alemania, Checoslovaquia, Brasil, Venezuela, España, Martinica, Guadalupe, República Dominicana, Italia y México. Fue un artista de talla universal que caló en el corazón de varias generaciones.

Una vez le preguntaron por qué quiso ser pintor y respondió inmediatamente: «Yo no quise ser pintor, yo nací pintor. Después sí quise ser promotor cultural».

Su nombre hace pensar inevitablemente en las caricaturas del Semanario Pionero y en las aventuras Cecilín y Coti, después llevadas a la pequeña pantalla por los Estudios de Animación del Instituto Cubano del Arte e Industria Cinematográficos (ICAIC).

La historia del niño y su cotorra, que llegó a tener una tirada de 250 mil ejemplares semanales y más de un millón mensual, surgió de la ocurrencia de «Padroncito», como le decían a Juan cariñosamente, y de Jorge Oliver. Entonces la esposa de Avilés estaba embarazada y sus amigos aseguraban que sería un Cecilín.

La predicción se equivocó. Cecilio tuvo una niña, pero de sus pinceles y lápices nació un personaje que no solo habló de patriotismo, sino también de honradez, solidaridad y valentía, que reflejó la diversidad de la sociedad cubana y la relación equilibrada del ser humano con la naturaleza.

En su universo creativo habitan además Marabú, un mulato liberto que enfrenta una época de fuertes prejuicios raciales y ayuda a otros a luchar contra la discriminación; también Yami, una periodista que, en más de una ocasión, emprende arriesgadas aventuras.

Cecilio Avilés fue el creador de las aventuras de Cecilín y Coti, una de las historietas y dibujos animados más populares de Cuba. (Foto: Tomada de Internet)

Cecilio Avilés quedará en la historia como uno de los más populares artistas del dibujo y la historieta entre los lectores cubanos de todas las edades. Su experiencia en la prensa comenzó en Juventud Rebelde y la Editora Abril.

También incursionó en la televisión: su espacio en la sección Amanecer Feliz de la revista Buenos Días permitió que muchos niños aprendieran sobre el mundo de los trazos, las expresiones, los contornos y las fisionomías de diferentes personajes.

A su pasión por el diseño gráfico y las artes plásticas, se sumaron su talento musical y los conocimientos adquiridos en el Centro Ignacio Cervantes. La mezcla de estas manifestaciones distinguió al proyecto Imagen Tres, que convirtió al céntrico Paseo del Prado en un espacio de caballetes, pinturas de diversos estilos y técnicas, tejidos, tallados en madera y otras manifestaciones; ahí no solo se aprecia en arte, también los creadores imparten enseñanzas.

“Desde muy joven me dediqué a elevar el nivel cultural y de vida en las comunidades, al brindar recursos que ayudaran a desarrollar la fantasía de las personas y así ocupar de una manera sana sus tiempos libres”, aseguró en una entrevista realizada para el portal Cubadebate.

Su vida entregada al arte y a la formación de la nueva vanguardia artística del país, lo inmortalizan como uno de los más grandes exponentes de nuestra cultura. Su impronta quedará por siempre en las aventuras de Cecilín y Coti, en los dibujos de cientos de niños y jóvenes a los que enseñó desde la televisión a “amanecer feliz” con trazos y contornos, y en el Prado y su paseo de arte, historia y conociendo.

¡Cecilio no ha muerto! ¡Cecilio vive y vivirá por siempre en nuestros corazones!

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