Protagonistas
- Detalles
- Escrito por: Ivón Peñalver / Fotos tomadas de internet
- Categoría: Protagonistas
- Visto: 24
A pocos días de haber concluido el concurso de la canción cubana Adolfo Guzmán, se amanece con la sensible pérdida de quien fuera la primera cantautora en alzarse con el lauro en este certamen con el tema Canto para la eterna juventud: Marta Valdés, la intelectual de palabra enérgica y, sin dudar, sensibilidad plena.
Justo en la segunda noche de competencia de la recién finalizada edición del Guzmán, en uno de los momentos de homenaje dirigidos por Hisandra Maury, apareció su frágil imagen acompañada de la férrea sentencia que distinguía su parecer; esta vez indicando que era necesario hacer perdurar este concurso porque era imprescindible honrar en todo momento a la canción.
En una de sus más bellas composiciones aseguraba: Hay siempre una canción, título que por demás constituyó una máxima de vida que la llevó a ser aplaudida y respetada en cuanto escenario se presentó.
Sola con su guitarra, no necesitaba más, se dejó escuchar en el gran teatro Karl Marx, en el año 78; y así mismo honró espacios televisivos tan variados como Saludos amigos, Juntos a las nueve y Te doy una canción. En este último siempre sostuvo físicamente o no la certeza que con nombres como Silvio, Pablo y Miriam, por solo citar algunos, la canción estaría en estado de goce. En su voz quedaba la certeza de que la Nueva Trova era necesaria continuidad y complicidad de emociones de aquellos pioneros que trazaron el camino. Por eso en su verbo y análisis siempre le acompañaron Sindo, María Teresa, Corona. De hecho en conversación informal, en espera de escuchar en concierto a Ivette Cepeda se preguntaba Marta: qué hubiera sido de nuestras vidas, si ellos no nos hubieran ofrecido las suyas a través de tantas melodías.
En tiempos del espacio Universidad para todos·, el maestro Chorens dedicó una jornada completa a la obra de Marta y aun cuando ella no estuvo en el estudio, sé de muy cerca que perfiló junto al anfitrión esos ticks que no pueden faltar cuando del género canción se trata. Chorens la definió como filinera, cantautora, instrumentista de excelencia sin circunscribirla en un solo apartado pues su obra se negaba a dejarse clasificar; todo lo contrario volaba sin fronteras de espacio y tiempo como mismo su esencia como individuo.
En una ocasión en la por entonces Discoteca Popular de los ochenta, Eduardo Rosillo anfitrión del espacio, en uno de los programas dedicados a grandes voces femeninas destacaba a Marta como esa voz imprescindible que, a su juicio, ponía a dialogar muchas voces a la vez, y ciertamente por ahí también se centraba su grandeza: en la capacidad de sentirse asidero de una época, eco de una interrelación generacional que no perdió oportunidad de afirmar delante y detrás del micrófono o en la pantalla.
Y en ese ser ella y a la vez sapiencia compartida, continuamente insistió en la necesidad de que el artista antes de crear se cultivara, leyera, investigara, relacionara aspectos que pudieran aparecer ajenos, no obstante una vez viendo el contexto pudiera entender cuantas más convergencias que distanciamientos existen.
Cuando Pablo Milanés creó su espacio Proposiciones, en él estuvo Marta con su esencial fidelidad a los orígenes y a la par con su revolucionaria y transgresora mirada de futuro porque sin ser de las figuras más mediáticas, nunca dejó de estar presente.
En ocasión de celebrar sus ochenta cumpleaños y sesenta de vida artística, como invitada al Noticiero Cultural expresó algo más o menos así: que no siempre los artistas que mejores cosas lograban eran los más vistos, en tal sentido aunque consideraba a la radio más generosa en cuanto a mostrar las voces más jóvenes enfatizó en la alegría que le producía ver que mientras más tiempo transcurría más jóvenes se acercaban a su música. Es una suerte que este momento de mi vida me haya tocado vivirla acompañada; no tirada en un rincón, puntualizó.
Y así ha sido nombres como Argelia Fragoso, Gema Corredera, Ivette Cepeda, Haydee Milanés, Gretel Cazón, Yaima Sáez, Susana Orta, Dayron Ortiz, desde lo instrumental, han llevado a la televisión, incluso a través de DVD, en caso de La Milanés ese mundo de cosas que Marta definitivamente inmortalizó.
Y qué suerte que haya sido así, y mejor saber que los otros que llegarán la podrán tener de referente, que espacios como Lo bueno no pasa·, De la gran escena, Contra el olvido, la mantendrán como ese puntal al que es necesario asirse.
Entre las mejores cosas que puede guardar la memoria están las canciones-, existen pocas alegrías como aquella que se siente cuando se escucha por primera vez una canción que no va a morir nunca; pocos ejercicios pueden resultar tan gratificantes como aprenderse una canción para siempre;pocas emociones pueden compararse con aquella que experimentamos cuando, al pasar el tiempo, alguien eleva en su canto alguna canción que, hace muchos años, vimos nacer.
Así concluyó su intervención Marta Valdés en el libro La canción en Cuba a cinco voces, compilación de Ediciones Ojalá (2017), y únicamente de esa manera es posible recordarla en nuestros medios masivos, con una guitarra como escudero y una palabra limpia que al igual que ella convide y convoque.