Alejandro Cuervo es uno de los actores más jóvenes y populares de la pequeña pantalla en Cuba

Alejandro CuervoTodavía la televidencia lo recuerda por su interpretación de Léster, en La cara oculta de la luna. Quizás por las proyecciones negativas de su personaje, o porque muchos auguraban, desde entonces, a uno de los galanes contemporáneos de la televisión en Cuba.

Alejandro Cuervo, graduado de la Escuela Nacional de Arte y a punto de materializarlo en el Instituto Superior correspondiente, es uno de los jóvenes actores cubanos más populares de estos tiempos.

¿Te ha ayudado el hecho de ser un hombre atractivo en tus incursiones en la pequeña pantalla?

Decir que el físico no me ha ayudado seria engañarme a mí mismo y a los públicos.

Sin embargo, creo que la televisión cubana es de las que menos exige en este sentido. Si alguna televisora no está hecha solo para personas lindas, es la nuestra. Me baso en la comparación con otras donde sí existe este código y se manifiesta como una urgencia en todos los productos comunicativos.

No obstante, sí creo que los realizadores y los guionistas conciben, de antemano, a personajes predeterminados con esta o aquella característica, y a partir de ahí cierran su búsqueda de actores. Por eso hay galanes, símbolos sexuales, íconos de la belleza.

Actualmente Alejandro Cuervo está grabando la telenovela Hermanos de sangre (nombre de producción), dirigida por Ernesto Fiallo y una serie con RTV Comercial (Lucha contra bandidos), escrita y dirigida por Alberto Luberta hijo.

recisamente con La cara oculta de la luna me sucedió algo particular, que marcó mi carrera en ese sentido. Tras hacer el casting, el director, Rafael Cheíto González, llamó a varias de las asistentes y les preguntó: ¿Es bonito? Ellas asintieron y entonces él dijo que sí, que le había gustado mi prueba y que tenía el papel.

Antes de esta novela interviniste en el teleplay “Disparos en el aula”, luego de ella te llovieron las propuestas. ¿Hasta qué punto te satisfacen los roles que has desempeñado hasta ahora en la TV?

La cara oculta de la luna, por ser la primera, marcó un antes y un después en mi carrera. Muchas personas la recuerdan, en cuanto a la popularidad, creo que ha sido el trabajo más agradecido. Pero como actor, donde más satisfecho me he sentido no ha sido en la televisión.

He intervenido en producciones de cine independiente y los métodos de trabajo son diferentes, las dinámicas; me he sentido cómodo, con mayor tiempo y tranquilidad para preparar mi personaje. Profesionalmente he estado más contento.

Por ejemplo, participé en un corto en la Escuela Internacional de Cine de San Antonio de los Baños, Maniobra, la tesis de un estudiante uruguayo. Con este trabajo obtuve el premio de actuación masculina en el Festival de Cine Pobre de Gibara en el 2012. El solo hecho de ser el único cubano nominado en actuación en esa oportunidad, significó una dicha tremenda.

En cambio, por la propia forma agitada de la televisión se complica el desempeño y a veces quedan lagunas, inconformidades que no siempre dependen de uno.

Esta dinámica apresurada, sumada a otras carencias (no siempre materiales), dificulta el trabajo de los actores, quienes no siempre reciben los mejores tratos. ¿Cuántos “tragos” dulces y amargos te han dejado estas experiencias televisivas?

A los actores no se nos respeta lo suficiente, ni se nos ofrece toda la atención que precisamos. A veces median muchos factores por encima del talento. Además, existen subestimaciones alrededor nuestro trabajo, que es tan importante como cualquiera de los roles que implica una producción.

Lo peor del medio televisivo se halla en las prácticas de producción. Lo mejor es la popularidad y el nivel de aceptación que brinda a quienes actuamos.

¿Qué puertas te ha abierto la popularidad?

Muchísimas. Si bien otros trabajos me han ayudado con la economía, la televisión me ha viabilizado muchos trámites, me ha conectado con muchas personas, lugares…

¿De qué empleos hablas?

Llevo cinco años incursionando en la presentación, que me ayuda mucho en la actuación.

Intervengo en el segundo show de Tropicana. Paralelamente, trabajo también en el Proyecto Divino de cuba, en el Café Cantante.

Es una rutina bien agitada y que demanda mucha dedicación, pues comprende las madrugadas. Además, sin dejar de laborar en la TV.

Ha representado un sacrificio bien duro acostarme cerca de las 3:00 a.m., levantarme a las 8:00 a.m. y salir a grabar doce escenas, llegar a casa a aprenderme las del día siguiente y un poco más tarde salir de nuevo para un espectáculo.

Sin embargo, sé que muchos actores jóvenes quisieran la posibilidad de tener, al menos, un plan B, porque ciertamente la actuación, hasta en el cine, no es bien remunerada.

Mejorar la economía haciendo algo que no dista mucho de mi profesión, aunque exija sacrificios extras, está muy bien en estos momentos.

Naciste en San Luis, un pueblo de Pinar del Rio, ¿cómo descubriste tu vocación?

Nunca valoré la idea de ser actor, ni siquiera conocía el término. De niño no fui al teatro, ni disfruté de esa vida cultural que tienen las ciudades.

Ahora, sí tenía claro que no me gustaba ninguna de las profesiones por las que optaban mis compañeros. ¡Mucho menos estimaba la opción de trabajar en el campo! Mi padre es campesino y conozco de cerca lo sacrificado que es el vínculo con la tierra.

Estando en noveno grado escuché hablar de la Escuela Nacional de Arte (ENA), y me dio curiosidad, en especial porque era en La Habana.

Solicité orientación en la Casa de Cultura, donde casualmente un primo, Duniesky Jo, era el instructor de teatro y me introdujo en el ambiente artístico local. Me ofreció herramientas para realizar las pruebas de la ENA. Poco a poco me adentré en este mundo y enseguida percibí que actuar era cuanto quería hacer; y podría hacerlo toda la vida, sin cansarme.

Alejandro cuervo: Para mi familia es un orgullo incomparable mi realización como actor, y eso hace tremendamente feliz, porque antes de la actuación, la presentación y todo lo demás, están ellos.

Recién entregaste la tesis de licenciatura en el Instituto Superior de Arte, lo que demuestra tu interés por estudiar, aunque no te hayan faltado ofertas de trabajo, incluso sin terminar la ENA. ¿Crees que un actor se hace en la academia, o con la práctica?

Creo que el actor está. Hay personas que mueren sin saber que tenían ese don, ese talento.

El actor o la actriz es la persona con capacidad para interpretar diferentes personalidades en el cine, la radio, el teatro o la televisión. La formación te ayuda mucho, indudablemente. Yo, por ejemplo, sin la escuela creo que no hubiese llegado a ser actor nunca; pero reconozco que muchísimas personas, como los vemos en Cuba, son grandes figuras sin necesidad de una instrucción.

En estos momentos la teleaudiencia disfruta de tus incursiones en dos personajes con marcadas diferencias psicológicas, pero tu imagen en Latidos Compartidos y De amores y esperanza es la misma ¿Cómo influye esta sobresaturación en tu proyección profesional?

Resulta un arma de doble filo. Por ejemplo, grabé tres espacios al mismo tiempo: dos Tras la Huella, De amores y esperanza y Latidos Compartidos. El hecho de que estén al aire a la vez influye en la popularidad, pues la gente te ve con más frecuencia; pero es cierto que aparezco con la misma imagen y esto determina en la versatilidad, el cambio, la proyección escénica. De una grabación salía a la otra y no podía afeitarme, o pelarme, por eso mi imagen es la misma en los distintos espacios que están al aire hoy.

¿Cuán feliz te hace Darío, el médico al que das vida en Latidos compartidos?

Bastante. Por la edad y la proyección personal creo que me faltaba. Con él me estreno como padre, pues en la vida real aún no lo soy. Tuve la suerte de interactuar con actores que desde niño admiré, como Eslinda Núñez, Pancho García, Fernando Echevarría, Jorgito Martínez…Esto representó un reto y un gustazo.

Darío, en tanto es un personaje positivo, y como todos, es un poco gris, pues todo le parece bien y esto te limita la improvisación, el enriquecimiento del personaje. 

 

 

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