En el programa sabatino Entre tú y yo, la Artista de Mérito del Icrt insistió en la necesidad de crear espacios donde se vea reflejada la mujer de la tercera edad

Crecí viendo su rostro en la pantalla, dejaba siempre la sensación de que detrás de una figura sencilla y segura empujaba una personalidad y profesión de alto vuelo. Después de su inigualable aparición en la serie Conciencia, volví a ver este sábado a Isabel Santos en la televisión gracias a la cortesía del programa Entre tú yo. Ella citó con gracia y sin ofensas al guajiro que lleva dentro y recurrió una y otra vez al Camagüey donde nació.

Como se esperaba fue una entrevista de confesiones y terminé identificándome con la actriz de corta familia y valiosos amigos que reclamó la existencia de más espacios donde la tercera edad tuviera ventanas para la expresión. Fueron confesiones de una mujer respetuosa ante los jóvenes y sabia al reconocer que se han perdido bastante los caminos hasta la raíz, esa costumbre de reverenciar a los maestros…

Lo cierto es que Santos ha tenido personajes que le han acompañado desde su incursión en la televisión, aun cuando era estudiante hasta hoy. Me sonreí cuando le escuché decir que cuando la belleza le pasó solo le llegaban papeles secundarios. ¿Falta de olfato de los directores? ¿Exigencia desbordada de la actriz a la hora de valorar propuestas de los guiones? Figuras como ella le hacen falta al público. Ella tiene la alquimia de convertir cualquier personaje en protagonista, ella es una marca en la actuación cubana.

Dijo que actuar no era una vida de competencia ni un combate y que respetaba, por encima de todo, a los que hacen ficción. Desbordó esa naturalidad de gente grande y recordé que en muchos espacios de nuestra televisión se encuentran personajes a la inversa. “Mucha tienda y poca alma”, diría José Martí, para aterrizar: falsos grandes, diría yo, mucha imagen y poca demostración en la escena, solo prototipos en serie sin nada de originalidad.

No habló de esas actuaciones que se guardan como únicas y sí que como actriz le queda mucho por hacer. Busqué esos aires que a veces sin querer acompañan a los maestros, y me topé con una mujer que añora la familia pequeña y piensa en la Cuba que envejece. Es, como dijo en otro espacio, una verdadera “robadora de vidas”, es una real actriz. Dice que guarda los nombres de los amigos en agendas y les llama grupo de apoyo, le reconocí como las de verdad y sentí nostalgia al defender la amistad.

Isabel Santos por fin apareció en televisión sin actuar, confesó que en los personajes raspa toda fibra, pero este sábado fue
ella, sin añadiduras. Ojalá le vea de nuevo desde un personaje de esta edad, sobre las mujeres de Cuba que saben mirar a través del cine.

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