Telenovelas como “El año que viene”, “Entre Mamparas”, “Si me pudieras querer”, “Las huérfanas de la Obra Pía, “La cara oculta de la luna”, teleplays, policiacos, infantiles, series y demás géneros en los que ha dejado un sello inolvidable, lo hicieron merecedor de la Condición de Artista de Mérito del Instituto Cubano de Radio y Televisión

Buscando el silencio en las ruinas del ingenio Taoro, se escondía el niño Aramis, preparando laticas de pintura para sus primeros trazos. En la escuela primaria recita, canta, encuentra su primer libro de actuación y descubre el placer excitante de actuar para otros.

Con el triunfo revolucionario integra la Asociación de Jóvenes Rebeldes y, con casi 18 años, comienza un viaje que terminaría en la Sierra Maestra. Sin ropa ni calzado adecuado, ese muchacho de vida plácida, descubre las dificultades de subir el pico Turquino varias veces con el fango hasta el cuello, engaña al frío con aporreado de aldea, una cazuela con viandas y algo más, y defiende la consigna: Primero muerto que rajado.

Graduado de la Escuela de oficiales de Milicias de Matanzas, como jefe de batería se alista, sin saberlo, a enfrentar la invasión de Playa Girón, en la cual participa realizando tiros indirectos desde la Isla de Pinos, donde permanece varios meses en la Cunagua. Pasado el peligro reconoce su desinterés por la vida militar. Comienza a recitar, participa en montajes aficionados dentro del ejército y gana sus primeros reconocimientos nacionales.

Ya en la Habana, todavía uniformado, recibe clases de actuación de Vicente Revuelta, conoce a Reynaldo Miravalles, del cual recuerda valiosos consejos, se integra a las Brigadas Covarrubias y participa en su primera película Soy Cuba, del importante cineasta soviético Mijaíl Kalatózov en 1964.

Logra profesionalizarse en el Grupo Rita Montaner, liderado en ese momento por Cuqui Ponce de Leon, al superar un masivo casting. En esa agrupación es dirigido por Miguel Montesco e Ignacio Gutiérrez, quienes potenciaron su desarrollo integral mediante el entrenamiento en distintas disciplinas. El intenso trabajo y la confrontación con el público cada noche, contribuirían a desarrollar sus habilidades escénicas. En esa etapa colabora con Taller dramático y La Rueda.

Vicente lo llama para integrar el grupo Los doce. A partir de presupuestos grotowskianos, se entrega a una búsqueda técnico conceptual que involucra los elementos naturales como fuente de inspiración, el concepto del acto único, escoger un “contacto” a quien el actor va a entregar todo en cada función, la técnica vocal a partir del estudio novedoso de los resonadores y ejercicios exploratorios del inconsciente. Por año y medio entrena en el montaje de Peer Gynt, allí conoce al actor José Antonio Rodríguez, a quien admiraba y con quien lograría una comunidad de pensamiento ideoestético que fructificaría en el futuro.

Los doce se desintegra como agrupación, pero le aporta valiosas enseñanzas que lo acompañan hasta hoy.

En 1969 pasa a formar parte de Teatro Estudio, grupo líder nacionalmente y es dirigido por Vicente, Berta Martínez, Armando Suarez del Villar, Héctor Quintero y Abelardo Estorino. Con los tres primeros se “gradúa” de teatro clásico en verso, dominando esta técnica con sobresaliente. Berta, reconocida directora, lo introduce en el carácter lúdico de la actuación. Junto a ella, va más allá de las enseñanzas del método stanislavskiano para hallar una sensibilidad personal. A pesar de preferir los clásicos interpreta con mucha satisfacción obras cubanas dirigidas por Quintero y Estorino, confirmando su ductilidad en todos los géneros. Como miembro de este colectivo tiene la oportunidad de trabajar con Yuri Liuvimov, director del Teatro Taganka y es codirigido por Raquel Revuelta, en el montaje de 10 días que estremecieron al mundo. Por sus resultados es invitado a una estadía en el Taganka, para aprender y a la vez, recibir la admiración de sus colegas soviéticos.

Más tarde se une, como actor invitado, al grupo de Roberto Blanco en el espectáculo Ocuje dice a Martí, nutriéndose de la visión única de este director, fiel a la actitud receptiva, de constante indagación, que siempre lo ha identificado.

Su acercamiento a José Antonio Rodríguez, fragua en la creación de Teatro Buscón. Raúl Lima, Mónica Gufanti, Jorge Hernández, Michelin Calvert, Broselianda Hernández, son algunos de los integrantes que en diferentes momentos conformaron ese colectivo, el cual aportó una nueva teatralidad a nuestros escenarios. Para Aramis, José Antonio fue gran actor, con un concepto de la dirección muy moderno, un artista en toda la extensión de la palabra. Habitualmente debatían sus contradicciones, pero él fue otro de los directores con los que se sintió verdaderamente dirigido.

Los Asombrosos Benedetti, Buscón busca un Otelo, Cómicos para Hamlet, Pareja abierta, resultaron puestas significativas con las que José Antonio, defendió el teatro con mayúsculas, resaltando el virtuosismo actoral y el juego escénico. Teatro Buscón se convirtió en un referente en cuanto a forma y estilo dentro del panorama teatral cubano e internacional, presentándose con éxito en distintos festivales del mundo.

Tras haber recibido importantes premios en su vida teatral, Aramis culmina su carrera en este medio con La última tentación de Cristo junto al grupo Coribante, de Puerto Rico y comienza una nueva etapa en la que se dispone a estudiar los códigos comunicativos del lenguaje televisivo.

Aunque no es un extraño ante las cámaras de televisión, pues por su desempeño como Hamlet recibió el Premio de la UNEAC 1990 por actuación en TV, es a partir de la versión audiovisual de “Buscón busca un Otelo” y la telenovela “Magdalena” que innumerables propuestas y reconocimientos se suceden.

Telenovelas como “El año que viene”, “Entre Mamparas”, “Si me pudieras querer”, “Las huérfanas de la Obra Pía”-Premio Caricato a la Mejor Actuación Masculina en TV, “La cara oculta de la luna”, recientemente retransmitida, teleplays, policiacos, infantiles, series y demás géneros en los que ha dejado un sello inolvidable, lo hicieron merecedor de la Condición de Artista de Mérito del Instituto Cubano de Radio y Televisión en 2010. Once años después, su trayectoria en este medio ha crecido en calidad e impacto.

Resulta importante la diferenciación que hace el maestro sobre la actuación para televisión, distinguiéndolas entre naturalista y realista. La primera le resulta sosa, en ocasiones aburrida, mientras que la segunda permite un trabajo de construcción del personaje, asumiéndola como la realidad recreada por el actor de una manera interesante.

Su participación en el cine incluye La muerte de un burócrata, Tulipa, Lucía, La primera carga al machete, Baraguá, La Pared, Amor Vertical, La vida es silbar, El ojo del canario, otros filmes cubanos y varias coproducciones.

Algo notable a destacar en este intérprete es su sentido ético, vocación docente, compañerismo, creatividad y espíritu propositivo. Nunca se ha desprendido de los códigos pictóricos, dando color a emociones y pensamientos de su mente infatigable. Muchas vidas necesitaría Aramis Delgado, para expresar su intenso mundo interior, pero ésta la sigue viviendo con esa afabilidad, con esas puertas abiertas del alma que siempre lo han caracterizado.

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