La próxima telenovela tiene prevista su salida al aire próximamente

Pasión, entrega y amor infinito hacia su trabajo distinguen el hacer del reconocido cineasta Lester Hamlet, un incansable buscador de esencias que toman nombre y dimensiones insospechadas cuando las asume detrás de un lente acucioso. Un ser dichoso que vive y se regodea en la felicidad, su principal motor impulsor para dar rienda suelta a su paso creador.

La impronta del teatro está en ese poder que le sostiene para conducir sentimientos, emociones y giros a conflictos que— por humanos—nunca le resultan ajenos.

Hoy pensaba agradecerle su regreso a la televisión para dirigir la telenovela TÚ, a este creador que vive el cine en toda su expresión, no obstante, haciendo un poco de historia, el propio Lester comenta porqué, más que un regreso, este trabajo significa una entrada a la pequeña pantalla:

“Sí, la telenovela TÚ significa una muy querida entrada a la televisión, pues más allá de mi colaboración con el antiguo programa Contacto, la experiencia junto al director René Arencibia en un proyecto que tuvimos hace muchísimos años, llamado De Concierto en Concierto, así como la creación del formato televiso Sabe a chef, que tuvo su temporada este año; yo no he sido un director que haya trabajado la ficción en la pequeña pantalla.  En ese sentido, lo confieso, me he cuestionado más de una vez por qué acepté dirigir una  novela; y tal vez la respuesta está en la posibilidad de trabajo que me ofrecieron; por la invitación que me hizo la televisión de dirigir este proyecto, y siendo absolutamente honesto, siempre he sentido que la telenovela ha sido un medio  que, con algunas excepciones, ha estado mal defendida por sus realizadores…y qué pena, porque es un formato televisivo que la gente busca, espera; se convierte casi en un problema de Estado cuando no hay una telenovela nacional al aire; por tanto esa fascinación del público por sus historias y las de su contemporaneidad, ese deseo mío de intentar crear un producto en que la gente recibiera, además de un disfrute estético; ese deseo mío de  probar mis esfuerzas en otro terreno muy  difícil, por cierto, son algunas de las respuestas a ese porqué  acepté la dirección de una telenovela y enfocarme en ella. 

“No soy un espectador de novelas; no recuerdo haber visto una novela cubana completa, solo capítulos aislados, por tanto, no estoy permeado por ella. Eso sí, he estado cerca y me ha gustado la reacción de la gente hacia ese fenómeno televisivo. En lo personal, entre los privilegios y cosas lindas que me ha regalado la vida está el haber obtenido dos premios Coral del público, por tanto, también en agradecimiento y respeto por ese público que ha aplaudido mis películas, me entregué a la aventura e intenté crear un producto que estuviera a la altura de mis capacidades, mis ilusiones, y de las necesidades que tiene el televidente cubano de recibir una novela en sus hogares.

“Es una oportunidad importantísima de presentarme ante el gran público porque el cine es elitista, lo consume determinada parte de la población; la telenovela, en cambio, llega a los hogares, es un “fenómeno” que arrasa con la atención y yo quería vivir esa experiencia; disfrutarla, aunque casi me cuesta la vida.

“Ha sido un proceso muy complicado, pero estoy feliz con lo que veo como resultado, con el equipo que me acompañó para ejecutarlo; feliz y muy  honrado de los actores que tuve para interpretar los personajes que conforman la trama, y dichoso— hace ya casi tres años— por haber aceptado esta propuesta que me llegó de la mano de la dirección de ficción de la televisión cubana, especialmente por Irene, amiga-vecina que me propuso ante la redacción para asumirla y, por supuesto agradezco el esfuerzo y entrega de la Casa Productora. Todo eso me afirma como mucho trabajo tiene recompensas en mi felicidad”.

Pareciera reiterado las veces que Lester insiste en el término felicidad, tan necesaria en estos días, pero por ahí anda también esa capacidad que tiene de contagiar con ella a quienes le secundan. Para un creador como él, siempre, preocupado por la condición humana, poder trabajar con la dupla Amílcar Salatti-Yoel Infante tuvo un especial valor, tomando en cuenta que estos escritores con verdadero acierto le han sabido tomar el pulso al televidente. Sobre este particular apunta:

“Yo he tenido mucha suerte en el caso de esta novela, cuyo nombre inicial iba a ser Nosotros que nos queremos tanto, y donde hay un tercer autor que es Eduardo Vázquez, y un argumento original que viene de la mano de Albertico Luberta.

“En cuanto llegó a mí el guion lo primero que hice fue conversar con Amílcar y Yoel para conocer un poco sobre sus motivaciones, el porqué de ella; saber si la habían escrito pensando en algún actor en específico porque eso me podría dar alguna clave sobre la cual guiarme…

“Trabajar con esa dupla de autores fue muy valioso porque lo único que me pidieron era lo único que yo necesitaba: libertad absoluta, y la necesitaba para formularme y lograr un proceso creativo cotidiano que me permitiera reinventarme todos los días lo que ellos habían escrito; crear sicologías para esos personajes que, en blanco y negro, por supuesto, tienen pocos colores. Al contar con esa libertad que ellos me concedieron pude disfrutar de un proceso libre— diría casi anárquico—, donde no se transformó la historia, pero sí pude potenciar sus esencias.

“La novela cuenta la misma historia, tiene la misma estructura, pero de esa libertad nacieron muchos colores, muchas canciones que el público va a disfrutar en voces como Haila María Mompié, Telmary, Luna Manzanares… porque la novela me posibilitó, además, salir de mi zona de confort.

“Los que conocen mi cine saben que soy más intimista, tal vez minimal; soy de ahondar en conflictos muy humanos, historias más bien sicológicas, pero esta novela me permitió disfrutar del show de hacer televisión. Nunca me había visto filmando escenas de persecuciones policíacas, ni hubo una pelea a golpes en mis obras anteriores, ni intrigas, celos, mezquindades, y eso me lo permitió la telenovela, así que, por supuesto, le debo a los autores, primero, la confianza de permitirme un texto en mis manos con el cual, sobre todo, pude gozar; y segundo, por tener la profesionalidad de no querer inmiscuirse en el proceso de la puesta en pantalla. Esto lo agradezco muchísimo y, por supuesto, ya estoy pensando volver a colaborar en otro proyecto que venga de sus manos”.

 Y un trabajo de encuentro con la ficción trajo, entre las tantas sorpresas, una muy particular, que fue precisamente el proceso de casting.

“Hubo ciertamente muchas sorpresas agradables, por primera vez tuve la posibilidad de ofrecer cincuenta o más personajes a los actores, y eso fue un proceso que me satisfizo desde el momento en que pude contar con el “sí”, de personas que he admirado mucho, y con las cuales no había tenido oportunidad de trabajar. Por tanto, esta vez pude convocar a grandes actores y grandes amigos. Así que el sabor que tengo de todo este  proceso es el más dulce y feliz de todos los sabores posibles; no solo por los actores que ya formaban parte del elenco, sino también por los que descubrí, por las personas con que había colaborado en otro tipo de trabajos, ya no como actores, y ahora sí asumen ese rol; por el apoyo de  tanta gente que me siguió; por la posibilidad de  volver a  tener delante de mi cámara a actores y actrices que amo como Daisy Quintana, Isabel Santos, Fernando y Alicia Hechavarría, mi más hermosa musa; Patricio Wood, quien formó parte de mi primer elenco cinematográfico con la obra “Lila”.

“Y si bien esto ha sido hermoso, igual resulta traer a la pantalla rostros desconocidos en televisión como el de Martha Montalvo, mi compañera de estudios; el trabajo con los niños, Elgar y Allison, que siempre resulta complejo; tener en el set a una Yailene Sierra; saldar una deuda de respeto con Michaelis Cue, quien fue mi profesor de actuación y a quien me unen lazos muy fuertes de afecto y camaradería.

“Se suman a estas gratificaciones compartir con actores con los que no imaginé trabajar, es el caso de la enorme Edith Massola, encarnando un personaje que pudimos bordar hermosamente en esta oportunidad; Bárbaro Marín, con un rol que desde que lo leí me hizo pensar en él, y de la mano de la  gran María Eugenia Barrios;  qué decir, Denys Ramos quien asumirá un trabajo muy arriesgado y distante de los que ha abordado hasta hoy, y que solo un actor de su calibre puede representar; Yasbell Rodríguez; Armando Miguel; Gabriel Wood,  quien debuta como protagónico; el placer indescriptible de contar con Daisy Granados, una gran diosa de la actuación, a la cual reverencio.

“Importante significar que por primera vez en la televisión cubana estará Yordanka Ariosa, nuestra Concha de Plata en el festival de San Sebastián, o sea, se trata de un abanico muy amplio de actores a los que le di la oportunidad de divertirnos en un set de filmación”.

Prevista su salida al aire próximamente, TÚ es una novela cuya problemática de la falta de audición en niños que reciben atención especializada es el pretexto para quedar “enganchados” en sus 56 capítulos.  Una realidad que, a la manera de Lester Hamlet, constituirá una gran metáfora de vida, a la cual agradecemos que, aun en tiempos de pandemia, el elenco y el grupo técnico hayan llegado con salud a la meta de una hermosa carrera, donde el arte, una vez más, sirvió de antídoto contra el dolor.

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